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Opinión

Un soldado ruso me hizo pensar en algoritmos. Por Itali Heide

¿Qué tienen en común soldados rusos guapos, la furia femenina y niñas con más pasos en sus rutinas de skincare que años cumplidos? No mucho, salvo que he caído en cada uno de sus algoritmos de TikTok.

Itali Heide

Itali Heide

Si no estás en TikTok, hay de tres: tienes más de 30 años, te pasas de listo o eres comunista. Para hacer una idea a los no conocedores: puede que TikTok empezara como una aplicación divertida en la que publicar lip syncs, pero se ha convertido en una fuente constante del caos en cada palacio mental: un lugar de inspiración, vergüenza, ira, tristeza, alivio, desesperación, hay de todo. TikTok te mostrará lo que eres y lo que quieres ser (o quizás lo que evitas ser).

La increíble fuerza del big data y los algoritmos no son más evidentes que en TikTok. La aplicación puede rastrear prácticamente todo lo que ocurre dentro de la aplicación: el caldo de cultivo perfecto para rastrear el comportamiento y, quizás incluso, las emociones. Si no, ¿por qué me mostraría el algoritmo vídeos de soldados volviendo a casa con sus perros cuando estoy al borde de un colapso mental?

La cuestión es: ¿me escucha TikTok o escucho yo a TikTok? No puedo evitar preguntarme si la aplicación está rastreando mis desesperadas búsquedas nocturnas en Google indagando en cuestiones existenciales para mostrarme un lindo cachorrito por la mañana. O puede que TikTok me quiera existencial y me muestre un vídeo de una enfermera de hospicio hablando sobre la muerte física. Es una moneda al aire.

Por mucho que haya disfrutado pasear por algoritmos como la teoría reptiliana del príncipe Harry o propaganda norcoreana, la aplicación parece estar al borde del alarmismo. Ya se trate de retórica de derechas o de izquierdas, hay demasiada tensión en una aplicación diseñada originalmente para que nos riéramos de las publicaciones de ex-compañeros de la escuela.

Volvamos a los soldados rusos, las rutinas de skincare y la furia femenina: los algoritmos deberían pisarse a la ligera, pero también son una ventana al mundo. Si no, ¿cómo habría conocido a Roman Partizan, un soldado romantizado que vuelve locas a miles de corazones (¿por qué idealizamos la guerra?)? Él no es tan importante, pero otros algoritmos sí.

Un soldado ruso guapísimo no tiene importancia, pero los algoritmos que arrojan luz sobre los problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy en día son un regalo. Vale la pena hablar de las niñas de 10 años a las que las industrias de la belleza y el skincare engañan. La rabia colectiva femenina es un algoritmo por el que deseo que pasen todas las mujeres. Las historias sobre la injusticia y la esperanza y los errores y los aciertos inspiran a las comunidades a unirse.  Los algoritmos son también comunidades digitales, llenas de opiniones e ideas de cada rincón y cada perspectiva. Mientras que el algoritmo puede pretender polarizar, también es una oportunidad.

Los algoritmos también permiten que la gente se encuentre. Aunque seguido hace falta cerrar TikTok tras ser testigo de la explotación de la división, también recuerdo que la mayoría de la gente son seres humanos reales que tocan pasto. Por muchos algoritmos peligrosos en los que se pueda caer, también los hay que curan.

Comunidades de dolientes, luchadores contra la enfermedad, buscadores de esperanza, inductores de la risa, inspiradores, excéntricos y peculiares han encontrado consuelo en saber que somos más. Por mucho que nos quejemos y sollocemos por sentirnos completamente solos en un momento de pérdida, nadie ha tenido nunca una experiencia verdaderamente original. Estamos infinitamente ligados los unos a los otros, ya sea cerca o lejos.

Puede que TikTok no sea la mejor forma de descubrir estas verdades, pero no sorprende que sea la más representativa de nuestra humanidad colectiva: tan adicta a la división como a la conexión.

Opinión

Inflexión. Por Raúl Saucedo

LO QUE SE VIENE EL DOMINGO

En entregas anteriores como LA URNA (1) y LA CLAVE (2) abordamos puntos del próximo ejercicio democratico en méxico considerando que la próxima jornada electoral del 1 de junio emerge no sólo como un evento democrático más, sino como un auténtico punto de inflexión para el gobierno federal. Más allá de la renovación de Congresos y gobiernos locales en un par de estados, la inminente elección directa de jueces, magistrados y ministros representa un desafío sin precedentes y una oportunidad estratégica que definirá el rumbo y la legitimidad del país.

La propuesta de reformar el Poder Judicial y someterlo a la voluntad popular fue una bandera clave de la administración anterior y ha sido refrendada por la actual. La promesa es clara: construir una justicia más cercana al pueblo, transparente y libre de vicios. Sin embargo, la materialización de esta visión a través de las urnas el 1 de junio no es un camino exento de riesgos. Para la administración federal, el resultado de esta elección judicial no sólo medirá el respaldo ciudadano a una de sus principales apuestas, sino que también sentará las bases sobre las cuales operará el poder judicial durante su sexenio.

Si la elección del 1 de junio deriva en la llegada de juzgadores alineados con la visión del gobierno, la política ejecutiva se podría ver fortalecida su capacidad para impulsar la agenda sin los contrapesos que un Poder Judicial tradicionalmente independiente suele ejercer. Esto, desde la óptica de sus simpatizantes, sería un avance para desatorar reformas y proyectos que, en ocasiones, fueron frenados por resoluciones judiciales. Sin embargo, para los críticos y la oposición, significa una concentración de poder sin precedentes y una erosión de la independencia judicial, pilar fundamental de cualquier democracia.

Por otro lado, si los resultados de la elección arrojan un panorama judicial más plural, con la llegada de juzgadores que no necesariamente comparten la misma visión política, el gobierno federal se enfrentaría a un Poder Judicial que podría actuar como un contrapeso más vigoroso. Esto, aunque potencialmente generador de fricciones y debates necesarios, sería visto por muchos como un fortalecimiento del sistema democrático de pesos y contrapesos, garantizando que el ejercicio del poder se mantenga dentro de los límites constitucionales.

La forma en que se desarrolló la campaña electoral para los puestos judiciales, la participación ciudadana y, sobre todo, la legitimidad percibida de los resultados, serán cruciales. Una elección pulcra y transparente podría otorgarle un capital político inmenso para legitimar su proyecto de nación. Sin embargo, cualquier indicio de irregularidad o polarización exacerbada durante el proceso podría enturbiar la imagen del gobierno y sembrar dudas sobre la verdadera independencia del Poder Judicial desde su génesis electoral.

Desde este teclado en la Ciudad de México, dónde estamos convencidos que la certeza jurídica es clave para el futuro de una nación, la configuración del Poder Judicial será observada con lupa. Un sistema judicial que genere confianza es vital para la atracción de capitales y el mantenimiento del estado de derecho. La elección del 1 de junio no es solo una votación de nombres; es la definición de las reglas del juego judicial para la próxima década, y con ello, de la gobernabilidad y la estabilidad democrática.

Esta reflexión viene a causa de que hoy es el último día de proselitismo para aquellos contendientes que el domingo mas haya de buenas voluntades vivirán el sistema político mexicano.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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