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Video | “Fue un horror vivir con Peña Nieto”: Sofía Castro Rivera

Sofía Castro Rivera habló con Jordi Rosado y habló sobre lo mucho que sufrió al ser parte de la familia presidencial durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. “Fue un horror”, aseguró.

Cabe destacar que Sofía es hija de la actriz Angélica Rivera y del productor José Alberto “El Güero” Castro.

Durante su sexenio gozaron de una vida plena, Sofía reveló que recibió muchas críticas por parte de la gente, pero que ella, sus hermanas y los hijos del político “aguantaron vara”:

“Voy a hablar por los seis. Tratamos de ser muy herméticos. Tratamos de cuidar nuestro corazón porque la gente cambió con nosotros”.

Además hizo mención en que lo más doloroso fue cuando EPN y «La Gaviota» anunciaron su separación, pues la gente comenzó a señalar que su imagen familiar fue una completa farsa hecha con la intención de simpatizar con el sector conservador del pueblo mexicano.

Tras preguntarle por lo que se decía de ella en redes sociales, Sofía reveló que «la gente fue bien fea» hasta el punto de afectarle emocionalmente.

Además, dijo que fue criticada por su físico, pero que sus papás siempre estuvieron ahí para consolarla:

“Me decían cachetona, cara de tortillina, chaparra, no tienes cuello. Mis papás me decían: ‘No te lo creas. Tú eres más’. Me destrozaron, les decía, ya no puedo, ya no quiero salir. No me podía ver al espejo. No me quería. Me afectó mucho la crítica”.

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La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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