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Revista

Video | “Fue un horror vivir con Peña Nieto”: Sofía Castro Rivera

Sofía Castro Rivera habló con Jordi Rosado y habló sobre lo mucho que sufrió al ser parte de la familia presidencial durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. “Fue un horror”, aseguró.

Cabe destacar que Sofía es hija de la actriz Angélica Rivera y del productor José Alberto “El Güero” Castro.

Durante su sexenio gozaron de una vida plena, Sofía reveló que recibió muchas críticas por parte de la gente, pero que ella, sus hermanas y los hijos del político “aguantaron vara”:

“Voy a hablar por los seis. Tratamos de ser muy herméticos. Tratamos de cuidar nuestro corazón porque la gente cambió con nosotros”.

Además hizo mención en que lo más doloroso fue cuando EPN y «La Gaviota» anunciaron su separación, pues la gente comenzó a señalar que su imagen familiar fue una completa farsa hecha con la intención de simpatizar con el sector conservador del pueblo mexicano.

Tras preguntarle por lo que se decía de ella en redes sociales, Sofía reveló que «la gente fue bien fea» hasta el punto de afectarle emocionalmente.

Además, dijo que fue criticada por su físico, pero que sus papás siempre estuvieron ahí para consolarla:

“Me decían cachetona, cara de tortillina, chaparra, no tienes cuello. Mis papás me decían: ‘No te lo creas. Tú eres más’. Me destrozaron, les decía, ya no puedo, ya no quiero salir. No me podía ver al espejo. No me quería. Me afectó mucho la crítica”.

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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