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Salud y Bienestar

Virus del Zika provoca microcefalia en recién nacidos

El Ministerio de Salud de Brasil confirmó este sábado que el virus del Zika, que se ha propagado por gran parte de América Latina, causa microcefalia en los recién nacidos.

Desde el pasado julio se ha detectado al menos 520 casos de bebés nacidos con microcefalia en Brasil, número que quintuplica las estadísticas habituales para todo el año.

Un examen de laboratorio en un bebé con microcefalia y otras enfermedades congénitas, realizado en el Instituto Evandro Chagas, un laboratorio de referencia en enfermedades tropicales, ubicado en Belén (estado de Pará, norte), confirmó que tenía el virus del Zika.

El bebé, nacido en el estado de Ceará (noreste), falleció, con lo que ya son tres las muertes confirmadas por el zika en el país, después de un hombre que padecía lupus y que vivía en São Luís (Maranhão, noreste) y una joven de 16 años que residía en Benevides (Pará).

«Esta es una situación inédita en la investigación científica mundial», afirmó el Ministerio de Salud en un comunicado, en el que aseguró que los trabajos deben continuar para aclarar cuestiones como la transmisión del virus, su actuación en el organismo humano y cómo se da la infección del feto.

Los análisis iniciales sugieren que el mayor riesgo de contagio se produce en los tres primeros meses del embarazo, según la misma fuente.

El Ministerio reforzó su llamamiento para que se produzca una «movilización nacional» para contener al mosquito transmisor, el «Aedes aegypti», que es responsable por la diseminación del dengue, del zika y la chikunguña.

El zika, endémico del oeste de África, tiene síntomas parecidos al dengue y el chikunguña, pero hasta ahora era considerado menos grave, por lo que su notificación no es obligatoria en Brasil.

Según más reciente boletín oficial del Ministerio, 199 municipios de todo Brasil, en especial de las regiones noreste, sureste y de la Amazonia, tienen riesgo de sufrir una epidemia de estas enfermedades en los próximos meses.

Fuente

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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