En su conferencia de prensa, el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), reveló la carta que hizo llegar a su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, a través de la delegación mexicana que participó en el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), celebrado el pasado 9 de septiembre.
En el documento, el tabasqueño hizo un exhorto al mandatario estadunidense a replantear las estrategias para atender la actual crisis migratoria, esto mediante el planteamiento de propuestas como la contemplación de visas temporales de trabajo; implementación de programas de bienestar; inversiones en Centroamérica, entre otros más.
Como lo hemos comentado en otras ocasiones, el fenómeno migratorio requiere de untratamiento del todo nuevo, inicia el escrito.
A pesar que se expresó en favor de la regulación del flujo migratorio sin la violación a los Derechos Humanos, Andrés Manuel recalcó que las acciones no deberían centrarse únicamente en medidas de contención.
Andrés Manuel planteó a Joe Biden la implementación de Programas Sociales y Visas Temporales para atender el flujo migrante. (Foto: PRESIDENCIA DE MÉXICO)
Por esa razón, replanteó a Biden la propuesta de implementar programas sociales en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador); región la cual, apunta, comparte naturaleza y cultura con Chiapas, en donde se ha aplicado el proyecto de “manera exitosa”.
Desde luego es necesario ordenar el flujo, evitando el desorden, la violencia y garantizando los derechos humanos. Sin embargo, no debemos quedarnos sólo en la aplicación de medidas de contención y menos de carácter coercitivo.
Es por ello que le planteo, de nuevo, en forma respetuosa la necesidad de actuar de inmediato para aplicar en Guatemala Honduras y el Salvador dos programas que nosotros estamos llevando a cabo con éxito en Chiapas, estado vecino de Centroamérica, y cuya naturaleza y culturas son muy semejantes.
Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes
Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.
La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.
En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.
A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.
Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.
En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.