La cerveza artesanal vive un apogeo en México, donde hay 940 cervecerías independientes, en comparación con las 26 que había en 2011. Y desde entonces, la producción ha crecido a una tasa media anual del 53.29 por ciento hasta llegar a 189 mil 250 hectolitros en 2018.
Un ejemplo de este auge es Diego Lara, cofundador de la cervecería Falling Piano en Ciudad de México, donde hace una década empezó con la importación de bebidas extranjeras y ahora cumple un año con su propia cervecería, en la que fabrica y al mismo tiempo vende su producto para consumo en el local.
“Hay un público y un consumidor más educado. Es un consumidor que sigue tendencias fuera del país y que, cuando las ve aquí, está ahí y prueba, da retroalimentación, que es algo muy importante. Se ha transformado la industria poco a poco, aún estamos en pañales, pero hay mucho por hacer”, cuenta Lara en entrevista con Efe.
El éxito del emprendedor no ha estado exento de retos, como el factor cultural, comenta, pues al principio la gente solía preguntarle por la cerveza con mayor contenido de alcohol o quejarse de la amargura.
También ha combatido la idea que esta cerveza artesanal es para emborracharse, pues la clave de las cervecerías artesanales, enfatiza, es posicionarse como un negocio local que se integre con vecinos, artistas y otros emprendedores, en este caso de la colonia Roma, uno de los barrios más vibrantes de la capital mexicana.
Fuente: EFE