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Salud y Bienestar

“Cometí un error… pensaba que era un engaño y no lo es”; fallece luego de ir a fiesta COVID

Jake (nombre protegido) asistió a una ‘fiesta covid’ porque pensaba que el virus era un engaño.

Días después, el hombre falleció debido a la afectación de la enfermedad en una casa de salud de Texas, en Estados Unidos. La noticia fue confirmada el domingo 12 de julio del 2020 por autoridades del hospital, consultadas por el periódico estadounidense The New York Times.
De acuerdo con el medio de comunicación, el ciudadano fue ingresado en el Hospital Metodista en la localidad San Antonio de Texas. El hombre -según Jane Appleby, directora del centro de salud- había ido a una reunión en la que se encontraba una persona contagiada para probar si el «covid -19 era real».  La especialista prefirió no ofrecer detalles sobre la fecha en la que se desarrolló la fiesta, cuántas personas asistieron o cuánto tiempo después del encuentro fue hospitalizado con diagnóstico positivo del virus.
De acuerdo con el testimonio de Appleby, el hombre confesó a la enfermera que cuidaba de él que participó en una ‘fiesta covid’. Antes de morir, según la mujer, el paciente le dijo: «Creo que cometí un error. Pensé que esto era un engaño, pero no lo es…».
La Organización Mundial de la Salud ha sido constante en recordar que la vía principal para evitar la propagación del virus es mantener el distanciamiento físico de al menos dos metros. En medio de un escenario en el que el mundo ha comenzado a desconfinar a sus habitantes, el organismo reitera mantener medidas de bioseguridad sanitaria.  La principal premisa de las ‘fiestas covid’, dicen expertos, es probar si el coronavirus realmente existe o, en su defecto, exponer de forma intencional a las personas al virus en un intento por buscar la inmunidad. Pero -de acuerdo con Appleby- los encuentros pueden terminar en tragedia.

Ella, además, afirmó a The New York Times que el objetivo de hacer pública la historia de Jake es crear conciencia y alertar a la ciudadanía, sobre todo, en Texas, en donde los casos confirmados de covid-19 van en ascenso. 

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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