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Julio César Chávez cumple 50 años

De las vías del tren a Las Vegas, de vender periódicos y lavar coches, a ser el mejor boxeador del mundo libra por libra.

El inicio de Julio César Chávez fue en Ciudad Obregón, Sonora pero pasó en tren a Culiacán por el trabajo de su padre, ferrocarrilero y de dormir en una vagoneta junto a sus diez hermanos, a las grandes noches de gloria en las capitales del boxeo.

El gran campeón cumple años  con un catálogo de recuerdos, anécdotas y triunfos, con la foja de ser 11 años invicto y llevar cualquier cantidad de apodos, el César del Boxeo, Mr Nocaut.

Esa noche Chávez ya no puede con los brazos, se acaba la pelea con Meldrick Taylor, escucha sólo gritos y agonía, pierde la pelea a 16 segundos del final cuando conecta un derechazo que tumbal al morenazo. Lo ve caer como un enorme sauce que probó la pegada del mejor.

“Sólo le dije a mi hermano Rodolfo que me sacara, que quería irme del ring, fue la pelea más dura de mi vida, tuve miedo y dolor. La gente quería verme pero yo sólo quería esconderme en el vestidor y alejarme de todo”, reveló 20 años después de dicho combate.

Ahí cambió la vida de Julio César Chávez, porque el descenlace hollywodense lo colocó como el mejor del mundo y la revista The Ring bautizó aquella como la pelea de la década. Conoció a nuevas personas, grandes bolsas, la otro frontera del box, el glamur al que todos quieren llegar, pero él lo hizo por la promesa a su madre, “le dije que algún día le compraría su casa para que ya no lavara ajeno”.

Luego vino la otra gran noche, esa donde le cerró la boca a Héctor El Macho Camacho al que le desfiguró el rostro. La mamá del puertorriqueño le pedía a su hijo no salir para el décimo round y la voz del comentarista Jorge Sonny Alarcón retumbó en los espectadores: “el Macho se ha quedado sin habla y sin bailoteo. ¡Se acerca JC Chávez y casi le arranca la cabeza!”

Episodio épico dos años después de la cinta de acción donde acabó con Taylor. Su segundo hijo acababa de nacer, “le puse Omar porque a los cuatro años se me murió mi hermano del mismo nombre”.

Y Chávez se enfiló al camino de la leyenda, al invencible campeón de tres divisiones diferentes, que llegó por fin al Salón de la Fama e inauguró el pague por ver y paralizó a un país, que metió 137 mil personas al Estadio Azteca y que hoy en vida, ya es inmortal.

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La MLB pone a prueba sistema automatizado de strikes en el Juego de Estrellas; lanzadores no están convencidos

Atlanta.— El Juego de Estrellas 2025 de las Grandes Ligas no será recordado solo por los jugadores, sino por una innovación que podría transformar el béisbol: el uso de tecnología automatizada para revisar bolas y strikes.

Por primera vez en un parque de Grandes Ligas, los pitchers, catchers y bateadores podrán retar decisiones del umpire en tiempo real usando un sistema de desafío que ya había sido probado en ligas menores y entrenamientos de primavera.

La dinámica es simple: cada equipo comienza con dos desafíos por partido, y si el reto resulta correcto, lo conservan. Solo el lanzador, receptor o bateador pueden activar el sistema tocando dos veces la parte superior de su gorra o casco. Cuando se lanza un desafío, el juego se detiene y en la pantalla del estadio se muestra una simulación digital con la trayectoria del lanzamiento para dictaminar si fue bola o strike.

¿El fin de la “zona de strike humana”?

Aunque la liga argumenta que esta tecnología puede traer mayor justicia al juego, algunos jugadores no están convencidos. El abridor de la Liga Americana, Tarik Skubal, dijo que no planea usarlo: “Yo tengo esta idea de que todo es strike hasta que el umpire diga lo contrario. Eso lo dejo al catcher”.

Paul Skenes, abridor de la Nacional, opinó parecido: “A los pitchers todo nos parece strike, hasta que ves que estuvo tres bolas afuera. La verdad, me da igual si lo usan o no”.

Clayton Kershaw, veterano de los Dodgers, reconoció que el sistema “funciona”, pero expresó dudas sobre cómo se adapta la zona de strike al tamaño de cada bateador: “Aaron Judge no puede tener la misma caja que José Altuve”.

Entre nostalgia y precisión

Chris Sale, pitcher de los Bravos y actual ganador del Cy Young, fue más directo: “Me gusta el elemento humano. Entiendo por qué quieren usarlo, pero aún no es un sistema perfecto. Me gusta cómo se ha hecho siempre”.

El debate sobre la tecnología en el béisbol no es nuevo, pero este experimento en el Juego de Estrellas podría marcar el inicio de un cambio profundo. El sistema ya ha tenido impacto en ligas menores, y ahora, con todos los ojos puestos en Atlanta, las reacciones podrían definir su futuro en la MLB.

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