Cima de Togo, Guadalupe Victoria, Nectario, El Capulín, El Aserradero y Coatzetzengo son comunidades del municipio de Cuautepec de Hinojosa, estado de Hidalgo, que tienen algo en común: su población subsiste de la ordeña de combustible.
Cuautepec de Hinojosa se ubica a unos 15 minutos de Tulancingo. Llegar a las comunidades lleva otros 30 minutos, pues implica atravesar toda la cabecera municipal hasta desembocar en la carretera estatal Cuautepec-San Juan Hueyapan.
Antes de llegar a Guadalupe Victoria, a un costado del camino, una camioneta calcinada marca que el trayecto es el correcto para ingresar a territorio huachicolero.
Por la ruta abundan conductores en motocicletas o en motonetas. De acuerdo con regidores municipales —que solicitaron el anonimato—, algunos de éstos hacen de halcones que reportan actividades inusuales o la irrupción de operativos policiales de los que han sido agobiados en los últimos meses.
Ubicadas en promedio a 20 kilómetros del centro de Tulancingo, las seis localidades no sobrepasan 200 viviendas, la mayoría dispersas una de otra; quienes no son parientes directos, emparentaron por compadrazgo.
Saber quiénes no tienen relación con el huachicol resulta complejo, prefieren el silencio; unos por complicidad, otros por desconfianza o simplemente porque no conciben que están cometiendo un ilícito. Aquí ordeñar equivale a cosechar, sólo que sin depender de ciclos agrícolas.
Según los asambleístas consultados, se estima que 60% de la población de estas comunidades realiza actividades relacionadas con el tráfico de hidrocarburo. La tasa se eleva hasta 80% en El Aserradero.
Por su orografía montañosa y boscosa, los huachicoleros esconden los bidones con combustible entre la maleza, en el bosque o en barrancas, a las que sólo se accede por veredas de terracería, en las casos menos complicados, o bajar y subir a pie por barrancas en los más complejos.