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Opinión

Opinión: Pobre, una palabra difícil de pronunciar, por Diana Avitia

Este fin de semana pasado en una reunión de amigos hablábamos de como nos daba gusto que a uno de ellos le fuera bien en su negocio negocio, se esforzó y por ello lo felicitábamos, surgió el inevitable comentario de todo clasemediero señalando que a diferencia del marcado esfuerzo de
esta persona a otros la situación de vida les había regalado exactamente lo mismo, solo así, por el simple hecho de nacer en el privilegio y entramos a ese debate, de como para unos cuesta el doble y otros desde la ventaja juzgan sin saber, con desdén, yo comentaba que lo que realmente nos
afectaba no era la descarada ventaja o comodidad ajena, era la desigualdad y el clasismo, el hecho de ver como el trabajo muchas de las veces no da fruto.
Una amiga mostraba un afiche muy interesante que circulaba en twitter para ejemplificar, era la historia de vida de dos personas, desde el nacimiento hasta la vida adulta; al inicio se mostraban dos columnas, ambas con la imagen de un bebé, un niño y una niña. La segunda imagen de cada columna mostraba como cada uno iba al kínder, el niño a un preescolar privado, la niña a uno público llevada por su abuela, su mama trabajaba, luego se ve como el niño entra a un colegio llevado en vehículo particular, la niña en cambio desde pequeña sola en camión a escuela pública, luego la secundaria y preparatoria, la niña siempre con trabajos extras. Luego en la universidad la imagen del joven en una habitación amplia, cómoda, con herramientas, no trabaja, becas en el extranjero mismas que sabemos impagables para alguien de clase social baja. Sigue la historia; ella estudiando y trabajando de mesera, sin herramientas para la escuela, aportando a su familia. Se gradúan; la imagen muestra como el jefe da la bienvenida a una empresa al joven, reconociéndolo pues sus padres “casualmente” eran amigos. La joven continua en busca de empleo, en el cuadro final ella esta mesereando en una fiesta de la empresa donde le toca atender al joven, hace su trabajo, se retira y el comenta acerca de ella; “me molesta el conformismo, ciertas personas no tienen aspiraciones”.
Me encantaría que la historieta estuviera fuera de la realidad, que exagerara la situación, pero lamentablemente es el día a día en nuestro país la empatía es escasa, la polarización es absurda, el suelo parejo no existe, el esfuerzo es poco premiado y la brecha social es la mayoría de las veces
impenetrable y cada vez más amplia. La bandera de la cuarta transformación es la lucha por el “pueblo bueno”, en el discurso no se pierde oportunidad para mencionar la empatía con la gente, es cierto, la realidad es que las personas vieron en el presidente no a un candidato, si no, esperanza, un hombre que dirigía su mensaje a los necesitados. Escuchar a un líder que se dirija con pasión y tan directamente a un sector agrada, el sentimentalismo mueve masas. Admito que siempre me han movido esos discursos, me identifico totalmente, cuando las palabras son buenas y la intensidad está en el orador, remito la imagen de mi padre llegando cansado de la obra, las manos destrozadas para darnos todo, como yo ¿a cuántos los movió eso?, creo que la respuesta exacta es; treinta millones, mismos que sienten y que votan.
La política social del gobierno del presidente Obrador inició con la puesta en marcha de varios programas, algunos de ellos condicionados, como Jóvenes Construyendo el Futuro, misma que necesita pulirse, pero es buena, a pesar de todos los ataques genuinamente creo que tendría mucho para dar llevada correctamente y la Beca Benito Juárez, otros de transferencias no condicionadas, como el Programa Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad.

Además, se relanzó el Programa de Pensión para Adultos Mayores, incrementando los montos y los destinatarios. Esas decisiones expresan con claridad el nivel de compromiso que la nueva administración federal quiere hacer sentir. Pero el sentimentalismo no lo es todo, como estrategia de campaña es excelente, político que no provoca emoción no sirve, es mas, que se retire, pero la campaña a la realidad dista mucho, no digo que el presidente no tenga buenas intenciones, pero veamos las cifras frías.
Asentemos esto en conceptos, El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social CONEVAL en su última emisión de resultados señala que México tiene un porcentaje de pobreza sumamente alto, 43.6% de la población se encuentran en situación de pobreza, esto equivale a
53.4 millones de mexicanos, hace otra distinción y arroja la cifra de pobreza extrema con 9.4 millones, es el 7.6% de la masa total. Nuestro estado se encuentra en una media nacional, 30.6% de la población en esta situación, en los extremos se encuentran Nuevo León con un 14.2% y Chiapas con un escandaloso 77.1%.
Pero lo más básico; ¿qué es ser pobre?, según el CONEVAL entra en esta característica aquel que tenga carencia en dos rubros. El primero es; problemas de ingreso basados en la canasta básica d alimentos, bienes y servicios. El segundo; tener al menos una carencia social, por ejemplo; educación (rezago nacional de 22.1 millones), salud, seguridad social, calidad de la vivienda (rezago 15.9 millones) y acceso a la alimentación. La pobreza extrema esta al interior de la pobreza y se refiere a la población que sufre todavía más, una combinación de menor ingreso y tres o más
carencias sociales Siempre he entrado a debate cuando se trata de los apoyos sociales a personas de escasos recursos, soy partidaria de muchos de estos programas, entiendo también como a muchos les causa rechazo diversas situaciones, tienen razón al decir que muchos políticos usan estos como
herramientas electoreras, también creo que otros lo hacen con una buena intención. Gracias a experiencias laborales pasadas recorrí casi la totalidad de colonias de mi municipio, fue un placer hacerlo y por ello quedé infinitamente agradecida, en ese sentido tuve el mejor de los jefes, hay colonias son iguales a la mía, necesitan algún apoyo pero están bien en lo general, muchas otras urgen de la mano gubernamental para levantarlas, tanto estructural como socialmente, pero todas tienen un común denominador; cuando las personas perciben que un programa tiene como fin
genuino ayudar a la colonia tienen la mejor disposición.
Estos índices son el hilo conductor de la política social, al menos eso se dice y suena bien, sin embargo, la ruta es muy tardada, acortar brechas es un trabajo enorme considerando la distancia que existe entre la cúpula y la pobreza extrema. Los números han mejorado desde el 2010, esto va avanzando, pero de manera lenta, ¿realmente estamos haciendo lo necesario?, los indicadores señalan que tendremos un México a largo plazo con suelo, techo, mejorado en infraestructura esperemos así sea, pero el problema de fondo es la inversión social, no nos ayudarnos unos a otros pues, la misma historia del cangrejo una y otra vez, esto es un problema cultural va de la mano con otros más complejos de segregación y clasismo. La estrategia no está funcionando, el sexenio pasado teníamos en total 5400 programas sociales sumando estatales y federales, muchos surgen de ocurrencias políticas, algunos son eficientes. El tema de fondo realmente es la política económica, el poder adquisitivo es el talón de Aquiles y es la clave para realmente avanzar.

La palabra pobre causa escozor a la clase privilegiada, esa palabra está prohibida en su vocabulario, es motivo de aversión, casi un pecado pronunciarla. No es cuestión de victimización, si no de realidad, ver el panorama tal y como es, dejemos el egoísmo a un lado, basta de cargarle
todo el paquete a la clase media, hay quienes tienen y eso no es un pecado, es un privilegio y como tal conlleva responsabilidad social, las políticas públicas y económicas se deben aplicar.
Tomar realmente como guía de política social y el cumplimiento de los derechos sociales contenidos en nuestra constitución y que mejor si comenzamos con chispas de humanidad, estamos escasos de esos gestos. Necesitamos ser más agresivos en acortar brechas, buscar la integración social y si es necesario forzarla.

Opinión

Fotografías. Por Raúl Saucedo

Las Políticas por hacer

El quehacer político moderno, a menudo toma en cuenta a los sectores de la sociedad que ostentan poder o influencia visible dentro de la comunidad:  Los adultos votan, las empresas influyen y los medios de comunicación amplifican sus voces. Sin embargo, en el complicado juego de poder, la niñez, un grupo vital pero silencioso, suelen quedarse en el margen.

La Niñez representa el futuro; es el cimiento sobre el que se construirán las próximas generaciones. Su bienestar, educación y salud son indicadores clave no solo de su calidad de vida individual, sino también del progreso y la salud de una sociedad en su conjunto. A pesar de esto, los gobiernos frecuentemente pasan por alto  la creación de políticas públicas enfocadas en este sector, principalmente porque esta parte de la sociedad no votan ni tienen voz directa en los procesos políticos.

Este “descuido” puede atribuirse a varios factores. Primero, la falta de representación política directa. La niñez depende completamente de los adultos para que sus intereses sean representados en el gobierno. Sin embargo, las agendas políticas suelen estar más influenciadas por las preocupaciones inmediatas de los votantes adultos —empleo, economía, seguridad— relegando a un segundo plano temas como la educación de calidad o la protección contra el abuso y la negligencia.

Además, la falta de datos específicos sobre los problemas que afectan a la niñez impide formular políticas bien informadas. A menudo, las estadísticas y estudios disponibles no desglosan la información por edad de manera que refleje las realidades específicas de este grupo. Esto conduce a un entendimiento incompleto de sus verdaderas necesidades y desafíos.

Es más, los problemas que afectan a la niñez suelen ser transversales y requieren una política integrada. Por ejemplo, la pobreza infantil no solo afecta la nutrición; impacta también en el acceso a la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo social y emocional. Sin un enfoque especifico que contemple la complejidad de estos asuntos, las políticas resultantes pueden ser ineficaces o incluso contraproducentes.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989 por las Naciones Unidas (ONU), establece en teoría un marco internacional para la protección de los derechos de la niñez, incluyendo el derecho a la educación, la salud y la protección contra la explotación infantil. Sin embargo, la aplicación de estos derechos en políticas concretas sigue siendo un desafío global.

Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos reconozcan la importancia de la niñez en el desarrollo social y económico de un país. Invertir en este sector no es solo una cuestión de cumplir con obligaciones morales o internacionales, sino una estrategia prudente para fomentar sociedades más educadas, saludables y equitativas. Los niños y niñas de hoy son los adultos del mañana; sus problemas y necesidades deben ser una prioridad, no una reflexión tardía.

Para abordar esta cuestión sistémica, es necesario promover una mayor participación de los expertos en infancia en los procesos de toma de decisiones y asegurar que las políticas públicas sean evaluadas también en función de su impacto en la población infantil. Las voces de los infantes, aunque no se expresen en las urnas, deben resonar en los corredores del poder a través de quienes aboguen por su bienestar y futuro.

Ignorar las necesidades de este sector en la formulación de políticas públicas no solo es un fracaso en proteger a los más vulnerables, sino también una miopía estratégica que compromete el desarrollo sostenible y la justicia social a largo plazo. Es hora de que los gobiernos ajusten sus lentes y enfoquen claramente en el bienestar y los derechos de los niños, garantizando así un futuro mejor para todos.

Este planteamiento personal y profesional surge en reflexión del pasado 30 de abril, donde la mayoría de mis amigos publicaron historias sobre festivales infantiles en compañía de sus hijos, mientras yo daba un clavado al baúl de los recuerdos encontrando fotografías olvidadas de una etapa fundamental de mi vida, todo esto con aquella canción de fondo del Maestro Sabina donde protestamos contra el misterio del mes de abril.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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