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Opinión: El ego más grande del país, por Diana Avitia

Un proyecto de vida por lo regular es planeado por el individuo metódicamente, desde jóvenes nos visualizamos; que queremos ser y a hasta donde nos gustaría llegar, pero al igual que en un periodo de gobierno, las intenciones no son suficientes; y no solo basta nuestra voluntad, sino un cúmulo de factores externos; económicos, sociales, familiares, etc. Las circunstancias de vida cambian repentinamente y colapsa nuestra idea del futuro perfecto, no es que no se puedan alcanzar los objetivos, simplemente tardaran más, se modificaran, algunos no se realizarán y otros que no estaban en el panorama repentinamente los incluiremos, incluso como prioridades, nuestra atención tiene que centrarse en el problema en turno.

Esta analogía es clara, como coloquialmente se dice; “uno pone y dios dispone”. Pero cuando el ego rebasa nuestro entendimiento tenemos resultados fatídicos. La cabeza de nuestra nación, hoy es un presidente que ignora las circunstancias actuales y en lugar de enfocarse en lo presente, el ego lo sobrepasa y centra su atención en su idea de lo que él piensa debería de ser, un proyecto de nación que pasó años formando y que hoy a pesar de que todo le indica cambiar el rumbo, se rehúsa al verla caer, ningún presidente elige las circunstancias bajo las que tendrá que gobernar, por ello forza a media pandemia el posicionar noticias tan bizarras como su desgastada rifa, mientras las boleteras permanecen cerradas por el peligro de contagio y con ello de muerte, el sigue incitando a su compra, pero eso es peccata minuta para él, quien desde su soledad el domingo pasado, en un acto absurdo y faraónico anunció la continuación de sus proyectos, así que; ni Dos Bocas, ni el Tren Maya y mucho menos Santa Lucía paran señores. ¿Recuerdan cómo no hace mucho criticaban los informes presidenciales y los tachaban de actos faraónicos?, un monumento al ego y al hiperpresidencialismo, pues la realidad supera a la ficción, hoy esos actos han sido reducidos a nada, frente a los informes trimestrales, el del domingo fue patético, demente. Un solitario AMLO cerraba su discurso de 54 minutos con grito al vacío: ¡viva México!

Prometió también la creación de dos millones de empleos en los próximos nueve meses, no se ha dado cuenta en la recesión en la que caeremos inminentemente, pero, así como olvidamos su prometido crecimiento del 4 por ciento el año pasado, cree que haremos lo mismo con esta promesa, por cierto, “crecimos” si a esto se le puede llamar crecimiento, solo 0.1 por ciento. El lunes en entrevista con Mario Delgado líder de la bancada morenista, el conductor le cuestionaba el cómo se crearían esa cantidad de empleos, a lo que Delgado contesto que muy probablemente con su desgastado programa “jóvenes construyendo el futuro” tendrían por lo menos casi un millón.

Seguimos en la línea de lo irrisorio, mientras tanto más de 348 mil empleos, prácticamente todos los creados en 2019, se perdieron entre el 15 de marzo y el 6 de abril, esto solo refiriéndonos a los afiliados al IMSS. Las estimaciones más conservadoras creen que por lo menos un millón de empleos se perderán en los dos próximos meses.

El hombre más paciente en México en estos momentos y no, no es López Gatell conteniéndose en contravenir al presidente, sino Carlos Salazar Lomelí, líder del Consejo Coordinador Empresarial, quien todo este tiempo y antes de la pandemia se esforzaba sin resultado, buscando tender un puente entre empresarios y gobierno, mas bien entre los primeros y la única voz que vale en la federación, López Obrador, nada ha dado resultado y hoy por la mañana otra vez buscando enfrentar a los empresarios, de forma retadora decía a los reporteros de la fuente al ser cuestionado si escucharía o no a los empresarios y su programa de acción, que mejor le enviaría al presidente del CCE un listado de empresarios deudores de impuestos, en ese listado suponemos no se encuentra Belinda o Yeidckol Polevnsky, porque ¡aquí hay niveles! y quien se acerca a la luz, es perdonado, es mas, se le promete una vida futura, si no pregúntele a muchos ex; priistas, panistas, perredistas que gracias al cuarta, hoy se han redimido, sus pecados se han sido absueltos, claro ejemplo de ello, dos ángeles de la transformación a pesar de sus pasados controversiales Miguel Barbosa y Manuel Bartlett, este último desde la oficina principal de la CFE nos podrá confirmar lo antes dicho. Todas estas incoherencias son parte del colapso ético de la 4t.

¿Por qué era fácil reírnos de los presidentes pasados, ridiculizarlos y hoy es un pecado hacerlo?, es sencillo, porque la burla se siente propia al haber contribuido a encumbrar al hoy presidente, los errores de la administración día a día son palpables y no es fácil reconocerlos, aun sabiendo que se han cometido, como un pequeño niño buscamos salidas alternas para justificar las malas decisiones. Siempre he pensado que más que con el cerebro, los humanos somos seres pasionales, que votamos con el corazón o con el estómago, la visceralidad le gana a la racionalidad, esto fue lo que movió a muchos a buscar un cambio, el motor incorrecto si me preguntan, la rabia nubla el sentido.

Este domingo muchos esperábamos el mensaje del presidente, esperábamos la conciliación con los empresarios y un programa de beneficios fiscales para sostener los empleos, no fue nada de eso, él al igual que muchos es dominado por las pasiones, hoy un ego más grande que el país lo terminara hundiendo, afortunadamente el poder es efímero.

Opinión

Fotografías. Por Raúl Saucedo

Las Políticas por hacer

El quehacer político moderno, a menudo toma en cuenta a los sectores de la sociedad que ostentan poder o influencia visible dentro de la comunidad:  Los adultos votan, las empresas influyen y los medios de comunicación amplifican sus voces. Sin embargo, en el complicado juego de poder, la niñez, un grupo vital pero silencioso, suelen quedarse en el margen.

La Niñez representa el futuro; es el cimiento sobre el que se construirán las próximas generaciones. Su bienestar, educación y salud son indicadores clave no solo de su calidad de vida individual, sino también del progreso y la salud de una sociedad en su conjunto. A pesar de esto, los gobiernos frecuentemente pasan por alto  la creación de políticas públicas enfocadas en este sector, principalmente porque esta parte de la sociedad no votan ni tienen voz directa en los procesos políticos.

Este “descuido” puede atribuirse a varios factores. Primero, la falta de representación política directa. La niñez depende completamente de los adultos para que sus intereses sean representados en el gobierno. Sin embargo, las agendas políticas suelen estar más influenciadas por las preocupaciones inmediatas de los votantes adultos —empleo, economía, seguridad— relegando a un segundo plano temas como la educación de calidad o la protección contra el abuso y la negligencia.

Además, la falta de datos específicos sobre los problemas que afectan a la niñez impide formular políticas bien informadas. A menudo, las estadísticas y estudios disponibles no desglosan la información por edad de manera que refleje las realidades específicas de este grupo. Esto conduce a un entendimiento incompleto de sus verdaderas necesidades y desafíos.

Es más, los problemas que afectan a la niñez suelen ser transversales y requieren una política integrada. Por ejemplo, la pobreza infantil no solo afecta la nutrición; impacta también en el acceso a la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo social y emocional. Sin un enfoque especifico que contemple la complejidad de estos asuntos, las políticas resultantes pueden ser ineficaces o incluso contraproducentes.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989 por las Naciones Unidas (ONU), establece en teoría un marco internacional para la protección de los derechos de la niñez, incluyendo el derecho a la educación, la salud y la protección contra la explotación infantil. Sin embargo, la aplicación de estos derechos en políticas concretas sigue siendo un desafío global.

Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos reconozcan la importancia de la niñez en el desarrollo social y económico de un país. Invertir en este sector no es solo una cuestión de cumplir con obligaciones morales o internacionales, sino una estrategia prudente para fomentar sociedades más educadas, saludables y equitativas. Los niños y niñas de hoy son los adultos del mañana; sus problemas y necesidades deben ser una prioridad, no una reflexión tardía.

Para abordar esta cuestión sistémica, es necesario promover una mayor participación de los expertos en infancia en los procesos de toma de decisiones y asegurar que las políticas públicas sean evaluadas también en función de su impacto en la población infantil. Las voces de los infantes, aunque no se expresen en las urnas, deben resonar en los corredores del poder a través de quienes aboguen por su bienestar y futuro.

Ignorar las necesidades de este sector en la formulación de políticas públicas no solo es un fracaso en proteger a los más vulnerables, sino también una miopía estratégica que compromete el desarrollo sostenible y la justicia social a largo plazo. Es hora de que los gobiernos ajusten sus lentes y enfoquen claramente en el bienestar y los derechos de los niños, garantizando así un futuro mejor para todos.

Este planteamiento personal y profesional surge en reflexión del pasado 30 de abril, donde la mayoría de mis amigos publicaron historias sobre festivales infantiles en compañía de sus hijos, mientras yo daba un clavado al baúl de los recuerdos encontrando fotografías olvidadas de una etapa fundamental de mi vida, todo esto con aquella canción de fondo del Maestro Sabina donde protestamos contra el misterio del mes de abril.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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