Aquellas tres grandes cumbres que visualizábamos blancas, imponentes, símbolos de la belleza geográfica mexicana, están desapareciendo. Los glaciares del volcán Popocatépetl han sido declarados extintos a finales del año 2000 y no sólo eso, no se vislumbra el escenario adecuado para que vuelvan a formarse.
La confusión puede surgir pues todavía existen nevadas en ese lugar que hacen que lo veamos de blanco, sin embargo, el proceso de formación de un glaciar no sólo implica que nieve, sino que la nieve permanezca por más de un año y se acumule en la superficie, situación que ya no ocurre.
Las razones son diversas entre las cuales se encuentran: la variación de las condiciones climáticas a nivel local y global, la influencia de las zonas urbanas y la actividad volcánica.
Un glaciar es una masa de hielo que tiene movimiento, un régimen de alimentación y de pérdida, así lo explicó el doctor Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Esas tres características se cumplían en el volcán Popocatépetl, sin embargo, el aumento de la actividad eruptiva impidió que permaneciera el balance entre estos factores, de modo que sólo quedaron bloques aislados de hielo, perdiendo alimentación y movimiento. Entonces, dejaron de tener las particularidades de un glaciar como tal y su regeneración no es posible mientras el volcán se encuentre en las mismas circunstancias.
Por otro lado, el científico también aseguró que el régimen climático de la zona ya no lo permite, ya que la línea de congelamiento del agua está subiendo al grado de que no es fácil que el
hielo se conserve.
Los glaciares sobrevivientes, el del Iztaccíhuatl y del Pico de Orizaba, las otras dos montañas más altas del país, no tienen mejor suerte. La situación actual del primero es más que crítica, porque es posible que a lo sumo le queden cinco años de existencia. En cuanto al segundo, a pesar de que su ubicación podría ser favorable en el sentido de que no hay una zona industrial o densamente poblada a su alrededor; también tiene un retroceso importante, ya que respecto a 1958, ha perdido más del 50% de glaciar.
Importancia. Útiles para estudiar el cambio climático global
Los glaciares actuales son remanentes de la última glaciación, que terminó en México hace unos nueve mil años. Su retroceso es natural, parte de un cambio climático, pero en la última década el ritmo de este proceso aceleró, atribuido al calentamiento global. Estas masas de hielo son elementos indirectos para saber cómo está variando el del clima, pues si crecen, se deduce que la temperatura baja, y si retroceden, se infiere que la temperatura aumenta.
Pero los glaciares de México tienen una particularidad muy especial: su existencia se debe a que las montañas son muy altas y de hecho, son los únicos que existen alrededor del mundo a esa latitud (localización de un lugar en dirección norte o sur desde la línea ecuatorial). Por lo tanto, sólo ellos pueden servir como referencia para medir de forma indirecta las fluctuaciones del clima en esa zona.
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