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Opinión

ANATOMIA DE UNA TRAICIÓN (CASI) PERFECTA POR VICTOR QUINTANA SILVEIRA

 Domingo 15, Dic, 2013

Anatomía de una traición (casi) perfecta

Por: Víctor M. Quintana S. | 2013-12-15 | 00:54

De que es traición, la es. Por más que la quieran vestir de seda, la entrega de la exploración, explotación, transformación y transportación de los hidrocarburos de la Nación a empresas privadas nacionales o extranjeras no tiene nada de gesto patriótico. Los artículos 27 y 28 constitucionales, ahora reformados por el PRI, el PAN y sus aliados, fueron de los máximos logros de la Revolución y aún no se cumplen las metas para las que fueron instituidos: una reserva soberana para el desarrollo y la justicia social para todas y todos los mexicanos. Ahora dependerá de la dudosa eficacia de una Comisión Nacional de Hidrocarburos donde la partidocracia se servirá con la cuchara grande. Dependerá también de una muy corruptible y deficiente labor de fiscalización de lo que las trasnacionales extraigan de nuestro suelo. Ni Santa Ana ni don Porfirio se hubieran imaginado tanto entreguismo. ¿Cómo le hicieron EPN y sus ahora aliados blanquiazules para perpetrarlo?

1.    Escondieron varios ases bajo la manga: En ningún acto, debate o programa de campaña propusieron los candidatos del PRIAN una Reforma Energética como la que acaban de llevar a cabo. Les hubiera restado votos que ni las tarjetas de MONEX hubieran podido recomprar. Muchos priistas y panistas de convicción les hubieran volteado la espalda.

2.    Propusieron un pacto en el que no tenían nada que perder: A EPN le urgía legitimarse y pronto y no lo podía hacer llenando de sangre y muerte el país como Calderón. Así que invitó a un pacto para sacar las reformas que el gran poder económico y la OCDE le habían prescrito, con algunos ralos beneficios para el pueblo. El PAN los iba a aceptar, dada su cercanía con la clase acomodada y si el PRD los aceptaba, como de hecho aceptó la mayoría, tanto mejor. Si pegaba con la izquierda, excelente, si no, despegado estaba. ¿Las concesiones para las mayorías? Una reforma de telecomunicaciones que ahora no ve el día que pueda aplicarse, pero nada de mejores salarios, de mejores condiciones de vida.

3.    Le aflojaron la rienda al PAN. Es decir, plantearon una Reforma Energética tímida, para dar oportunidad a que el PAN la llevara más adelante y tuviera la ilusión de que se salió con la de él. Si Peña Nieto y los suyos hubieran presentado una iniciativa que no admitiera adendas ni modificaciones, el PAN no se hubiera sentido incluido y no la hubiera apoyado. Si los priistas tuvieran la firme convicción de no llegar más que a los “contratos de utilidad compartida”, ahí se hubieran quedado; pero sabían que habría que darle al PAN la impresión de que se llegó hasta donde éste quería: las concesiones disfrazadas de licencias. Ahora se van a disputar el título de quién fue el más entreguista.

4.    Cocinaron los acuerdos en las cúpulas de Washington y de Los Pinos. La decisión última no se tomó ni en el Senado ni en San Lázaro. Ya estaba pactada por el PRI y por el PAN con Washington desde el 2012, más en concreto en el Senado norteamericano, y con las trasnacionales petroleras, como hace varias semanas lo dieron a conocer el Wall Street Journal y la agencia de noticias económicas Bloomberg. Luego se vistió de china poblana en el espacio del pacto, entre el PRI y el PAN, con el PRD ya fuera, emberrinchado como las novias que sientan después de la primera tanda.

5.    Rechazaron toda forma de consulta a la ciudadanía: El PRI nunca ha sido partidario de este tipo de consultas, y el PAN, sólo cuando le benefician, así que, ¿para qué tomarse la molestia de acudir a la democracia directa si la representativa les representa tantos dividendos de poder y de dinero? Una consulta hubiera significado retrasar el proyecto urgido por las trasnacionales y, de acuerdo a los sondeos de opinión, arriesgarse a que el proyecto de reforma fuera rechazado. Por eso lo desdeñaron con toda la arrogancia de una clase política que siempre quiere manejar a la ciudadanía como menor de edad. Exactamente como hacían los blancos con la mayoría negra en Sudáfrica en tiempos del apartheid. (Para no dejar de recordar la lucha de Mandela).

6.    Emplearon todo el poder de los medios y de la propaganda de Estado para justificar su proyecto. Con el duopolio televisivo a modo para que no se le afecte con las leyes secundarias en telecomunicaciones. Y con el enorme y opaco presupuesto de comunicación social como palanca, tuvieron EPN y sus aliados varios meses para desinformar, contar medias verdades, hacer comparaciones sofistas, manejar tramposamente las estadísticas para defender su proyecto privatizador. Contaron con la ayuda incondicional de conductores oficiosos y oficialistas como Fernández Meléndez, Ferriz de Con, Hiriart, Beteta y compañía. Los capitales detrás de eso: Azcárraga, Salinas Pliego, Vázquez Raña, etc.

7.    Emplearon todo el poder de los medios electrónicos para satanizar y desprestigiar a los críticos y opositores a su reforma: De pronto, nuestra democracia balbuceante se llenó de denuestos a quienes pensaban diferente. Como no podían contra argumentar a quienes muestran lo endeble de la racionalidad privatizadora, los atacan como “atrasados”, “cerrados”, “radicales”. Todo aquél que no concuerde con esta forma de pensar está loco, con López Obrador a la cabeza. En este país hay que pensar como Videgaray, Coldwell, Cordero, o Madero para ser cuerdo y razonable. Pocas veces se ha visto una campaña tan amplia y tan irracional de ataques mediáticos a quienes se oponen al pensamiento único definido como lo definen los grandes del poder y del dinero.

8.    Impusieron el tiempo y el ritmo: Había que hacer la Reforma Energética ahora, para que en un año Peña Nieto tuviera la joya de la corona y para que el gasto público que manejó de manera recesiva en el 2013, provoque el rebote y la ilusión de crecimiento y beneficio del reformismo en 2014. Había que hacerla ahora, en diciembre, cuando abundan los distractores del populacho: posadas, final del futbol, sorteo de la Copa del Mundo, miedo a los asaltos, etc. etc. Y había que hacerla rápido, antes que la cuesta de enero, la pertinacia de las ejecuciones y la delincuencia, y el deterioro del salario, irriten a este fatigado país. Así lo hicieron, y, el PAN aceptó bailar a ese ritmo con ellos.

Las recompensas visibles, inmediatas no se hicieron esperar: las y los diputados tendrán un fondo especial de 50 mil millones de pesos para utilizarlo y repartirlo a discreción, es decir, 100 millones de pesos por legislador, para comprar clientelas, a realizar obras donde más les convenga a ellos, gastar para preparar su reelección cuando ya se pueda, etc. Pero las recompensas no inmediatas, algún día se harán visibles: acciones en las petroleras extranjeras, contratos con ellas, puestos en sus consejos de administración, inmuebles en el extranjero, cuentas en los paraísos fiscales… En fin, habría que transpolar a Churchill para concluir: “Nunca tantos habían sido traicionados por tan pocos”.

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Opinión

Inflexión. Por Raúl Saucedo

LO QUE SE VIENE EL DOMINGO

En entregas anteriores como LA URNA (1) y LA CLAVE (2) abordamos puntos del próximo ejercicio democratico en méxico considerando que la próxima jornada electoral del 1 de junio emerge no sólo como un evento democrático más, sino como un auténtico punto de inflexión para el gobierno federal. Más allá de la renovación de Congresos y gobiernos locales en un par de estados, la inminente elección directa de jueces, magistrados y ministros representa un desafío sin precedentes y una oportunidad estratégica que definirá el rumbo y la legitimidad del país.

La propuesta de reformar el Poder Judicial y someterlo a la voluntad popular fue una bandera clave de la administración anterior y ha sido refrendada por la actual. La promesa es clara: construir una justicia más cercana al pueblo, transparente y libre de vicios. Sin embargo, la materialización de esta visión a través de las urnas el 1 de junio no es un camino exento de riesgos. Para la administración federal, el resultado de esta elección judicial no sólo medirá el respaldo ciudadano a una de sus principales apuestas, sino que también sentará las bases sobre las cuales operará el poder judicial durante su sexenio.

Si la elección del 1 de junio deriva en la llegada de juzgadores alineados con la visión del gobierno, la política ejecutiva se podría ver fortalecida su capacidad para impulsar la agenda sin los contrapesos que un Poder Judicial tradicionalmente independiente suele ejercer. Esto, desde la óptica de sus simpatizantes, sería un avance para desatorar reformas y proyectos que, en ocasiones, fueron frenados por resoluciones judiciales. Sin embargo, para los críticos y la oposición, significa una concentración de poder sin precedentes y una erosión de la independencia judicial, pilar fundamental de cualquier democracia.

Por otro lado, si los resultados de la elección arrojan un panorama judicial más plural, con la llegada de juzgadores que no necesariamente comparten la misma visión política, el gobierno federal se enfrentaría a un Poder Judicial que podría actuar como un contrapeso más vigoroso. Esto, aunque potencialmente generador de fricciones y debates necesarios, sería visto por muchos como un fortalecimiento del sistema democrático de pesos y contrapesos, garantizando que el ejercicio del poder se mantenga dentro de los límites constitucionales.

La forma en que se desarrolló la campaña electoral para los puestos judiciales, la participación ciudadana y, sobre todo, la legitimidad percibida de los resultados, serán cruciales. Una elección pulcra y transparente podría otorgarle un capital político inmenso para legitimar su proyecto de nación. Sin embargo, cualquier indicio de irregularidad o polarización exacerbada durante el proceso podría enturbiar la imagen del gobierno y sembrar dudas sobre la verdadera independencia del Poder Judicial desde su génesis electoral.

Desde este teclado en la Ciudad de México, dónde estamos convencidos que la certeza jurídica es clave para el futuro de una nación, la configuración del Poder Judicial será observada con lupa. Un sistema judicial que genere confianza es vital para la atracción de capitales y el mantenimiento del estado de derecho. La elección del 1 de junio no es solo una votación de nombres; es la definición de las reglas del juego judicial para la próxima década, y con ello, de la gobernabilidad y la estabilidad democrática.

Esta reflexión viene a causa de que hoy es el último día de proselitismo para aquellos contendientes que el domingo mas haya de buenas voluntades vivirán el sistema político mexicano.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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