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Asegura Kate Winslet que necesita sentir miedo para actuar

Tras meterse en la piel de rebeldes aristócratas, carceleras nazis y amas de casa insatisfechas, la actriz Kate Winslet asegura que huye de los proyectos fáciles que no le resulten un reto, pues necesita «sentir miedo para actuar».

La actriz británica, que con 36 años ya acumula seis candidaturas y un Oscar de Hollywood, quiere que sus decisiones profesionales le sitúen siempre en una estado de tensión.

«Mientras mantenga la sensación de miedo, seré capaz de retarme a mí misma», reveló a Efe durante una entrevista en Londres en la que insistió en que para ella actuar es «algo realmente duro».

«No quiero que llegue el momento en el que diga, voy a hacer esto porque es fácil», explicó Winslet, que se encuentra en plena promoción de la versión en 3D del gran éxito de su carrera, «Titanic», que se reestrena el 6 de abril, quince años después y coincidiendo con el centenario del hundimiento del célebre transatlántico.

Casada tres veces y madre de dos hijos, asegura que nunca ha tenido una idea clara de dónde quería llegar como actriz.

«Intento seguir siempre las mismas normas en todos los aspectos de mi vida y hacer algo porque tengo el convencimiento de que es lo correcto», comenta la que fuera esposa del director Sam Mendes, mientras da pequeños sorbos a un té con leche.

En este sentido, la protagonista de «Revolucionary Road» y «Sense and Sensibility» enumera que, a la hora de embarcarse en una película necesita creer en la historia, que haya algo en el personaje que le resulte interesante y que suponga un reto para ella.

Criada en una familia dedicada al teatro, siempre ha parecido seguir esa máxima y los rumores de Hollywood sostienen que, tras el éxito de «Titanic», rechazó protagonizar «Shakesperare in Love» y «The King and I» para implicarse en proyectos más arriesgados y minoritarios como «Hideous Kinky» y «Holy Smoke».

«Tengo la suerte de estar en la posición de poder elegir, un privilegio del que disfruto gracias a ‘Titanic’. Y por eso tengo una carrera tan diversa y variopinta, porque he tenido oportunidades y he podido asumir riesgos. Me siento muy afortunada», se jacta durante una entrevista en un lujoso hotel de Londres.

Gracias a «Titanic», en su día la película más taquillera de la historia, Winslet, que era una prometedora joven actriz con dos trabajos a sus espaldas, de la noche a la mañana, se convirtió en una estrella internacional.

«Desde hace quince años la gente no ha dejado de preguntarme por ella en cada una de las entrevistas que he hecho. Es como si formara parte de mi ADN. Para mí es genial, es muy bonito todo lo que rodea a esa película», cometa sonriente.

A la inglesa, que ganó un Oscar por su papel en «The Reader» en 2009, le resulta sin embargo «extraño» verse de nuevo en la gran pantalla interpretando a la rebelde Rose DeWitt Bukater, y en tres dimensiones.

«Es una experiencia diferente, pero sigue siendo especial. Es una historia muy poderosa que tuvo un impacto importante en la gente», comenta con entusiasmo.

En la cinta, que recaudó 1.800 millones de dólares en todo el mundo, Winslet interpretaba a una joven aristócrata de mejillas rosadas y formas redondeadas, un físico de actriz que ahora no es fácil encontrar en la gran pantalla.

«A lo mejor fui una excepción, no lo sé, quizá la industria ha cambiado. Soy una chica con curvas y me siento muy afortunada de ser así», explica mientras se recoloca su minifalda.

La protagonista de «Finding Neverland» levantó un gran revuelo cuando en 2003 se quejó públicamente de que la revista británica GQ manipuló unas fotos suyas, incluida la de la portada, para que pareciera más delgada.

«Creo que los medios están poniendo mucha presión en las chicas jóvenes, en las mujeres en general, porque se le da demasiada importancia al aspecto físico. Y eso es lo que hace a las mujeres inseguras, hay que ser muy fuerte para aguantar eso, para no escucharlo», afirma.

En ese sentido, la actriz, considerada una de las más atractivas de Hollywood, tiene un consejo que dar: «la vida es demasiado corta, el aspecto físico no es tan importante, no hay que hacer caso de esas cosas».

En sus más de veinte películas, Winslet ha trabajado con directores como Roman Polanski, Peter Jackson o James Cameron, y en 2013 repetirá con el británico Kenneth Branagh en el drama histórico «The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society».

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México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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