En contradicción con el refrán de que «el casado casa quiere», en México aumentaron en 10 años las parejas jóvenes que al unirse se quedan a vivir con papás o suegros.
Un estudio de las investigadoras de El Colegio de México, Silvia Giorguli y María Adela Angoa, refiere que 65.9 por ciento de los hombres de 19 años que ya se habían unido en 2010 permanecían en un hogar donde no eran el jefe de familia.
Esta cifra aumentó 8 puntos porcentuales respecto al año 2000, cuando 57.8 por ciento de los jóvenes unidos vivían con familiares.
En el caso de las mujeres es más factible que cuando inician su vida marital sea con alguien que sí se establece como jefe de familia, aunque también hubo una disminución de autonomía residencial: en el 2000, el 44.5 por ciento de chicas que a los 19 años se había unido vivía con familiares, mientras que en 2010 la proporción aumentó 9.5 puntos.
De acuerdo con el estudio «El tránsito a la adultez en tiempos de incertidumbre» elaborado para la Sociedad Mexicana de Demografía (Somede), la prevalencia de jóvenes varones de 24 años y unidos que seguían viviendo con padres o suegros aumentó 9.7 puntos porcentuales entre 2000 y 2010. Es decir que el porcentaje pasó de 30.1 a 39.9; respecto a las mujeres fue de 25 a 32.2 por ciento.
“Lo que destacamos en nuestro análisis es que para el 2010 estos porcentajes aumentaron en hombres y mujeres, tanto a los 19 como a los 24 años. El dato sobresale aún más si se considera el énfasis que en los dos sexenios anteriores se dio a la política de vivienda como uno de los ejes centrales de la política social”, exponen.
En México, la adquisición de autonomía respecto a la familia de origen sigue estando muy ligada a la unión conyugal, pues datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) también muestran que del grupo de jóvenes de 15 a 29 años sólo el 1.6 por ciento habita en hogares no familiares, es decir, que viven solos o en un grupo de personas sin parentesco.
“La conformación de un nuevo hogar es un evento estrechamente vinculado con la unión conyugal, o bien, con los procesos de adquisición de autonomía e independencia que necesitan los jóvenes respecto a su familia de origen.
“Un acercamiento a la primera situación tiene que ver con el hecho de que 12.2 por ciento de los jóvenes son jefes de hogar; 13.6 por ciento son esposa (o) o compañera(o) del jefe del hogar y 5.2 por ciento de los jóvenes son nueras o yernos”, expone el Inegi en un boletín que cita datos del 2010.
“Esta situación puede estar vinculada a la creciente dificultad económica de mantener constituida una familia independiente y se decide estrechar lazos de apoyo con otros parientes cuya línea consanguínea es distinta a la de cónyuge o hijos”, agrega.
Fuente- Itxaro Arteta Monteagudo/Agencia Reforma
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