El Real Madrid accedió a la final del torneo Guinness International Champions Cup al derrotar por 2-1 al Everton, una victoria cimentada en la destacada labor de Cristiano Ronaldo en la primera mitad, con un gol y una asistencia.
Fue el primer encuentro de fútbol disputado en la historia del Dodger Stadium (Los Ángeles, California).
Los de Carlo Ancelotti siguen sin conocer la derrota en la pretemporada, donde han cosechado victorias contra el Bournemouth (0-6), el París Saint-Germain (1-0) y Los Ángeles Galaxy (3-1), así como un empate contra el Olympique de Lyon (2-2).
El Madrid se demoró un cuarto de hora en carburar. Tal vez despistados por el infrecuente escenario del partido -un campo de béisbol habilitado para la práctica del fútbol- o por el calor reinante en la tarde angelina, sus jugadores permitieron que los ingleses tuvieran el dominio del balón.
Coleman y Mirallas llevaron cierto peligro por la banda derecha frente a un Marcelo desbordado al comienzo, aunque el brasileño no tardó en entonarse con el paso de los minutos y contribuir en ataque para facilitar la creación de Modric, Ozil e Isco, una conexión que empieza a consolidarse y a rayar a gran altura.
Con el Madrid más cómodo al contraataque, Cristiano Ronaldo entró en acción y protagonizó la primera ocasión de su equipo al empalmar de primeras en el área un preciso pase de Sergio Ramos que se fue por encima del larguero.
Sin embargo, no tardó en resarcirse. Siete minutos después Ozil le volvió a encontrar y el portugués regateó con inteligencia al guardameta Howard para enviar el balón al fondo de la red con precisión.
El equipo del español Roberto Martínez no se arredró y contestó con garra al encadenar un tiro al palo obra de Fellaini y un gol de cabeza anulado a Distin tras un córner por empujar a su defensor, evidenciando alguna laguna defensiva en el juego aéreo por parte de los de Ancelotti.
Se crecía el conjunto de Liverpool y cuando mejor jugaba se encontró con un mazazo en forma de pase fantástico de Modric, recogido por Ronaldo para asistir sin egoísmo a Ozil, quien anotó prácticamente a puerta vacía.
El de Funchal fue la gran estrella de la primera mitad, marcada por la irregularidad de ambos conjuntos, la falta de ritmo y un Everton cuya agresividad fue en picado.
Los seis cambios realizados por Ancelotti imprimieron mayor velocidad al juego de los españoles, principalmente a través de las internadas de Di María, aunque también les hizo más vulnerables en defensa y previsibles en la creación.
El argentino, con un lanzamiento desde fuera del área con la zurda, provocó que Howard se luciera en una gran estirada a mano cambiada, pero instantes después llegó la reacción del Everton con un gol de Jelavic tras aprovechar un balón suelto al que no pudo llegar Diego López.
Los merengues, lejos de desconcentrarse, respondieron con ráfagas de calidad que nacían de las botas de Carvajal y Jesé, cuya movilidad hacía añicos la defensa rival y abría huecos que trataron de aprovechar Di María y, posteriormente, Kaká, aunque sin suerte.
El tramo final no estuvo a la altura. El juego se volvió ramplón, lento e impreciso, y lo único atractivo fue el debut de Gerard Deulofeu, al que no le dio tiempo a demostrar sus habilidades.
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