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Opinión

El ‘momentum’ de Morena. Por Caleb Ordóñez Talavera

Las aguas se van calmando, los ánimos se relajan y la poderosa maquinaria morenista se aceita hacia las elecciones más grandes de la historia.

Caleb Ordóñez T.

El ejemplo de institucionalidad que dio Omar García Harfuch, retumbó en todo el país.

El experimentado policía ganó todas y cada una de las encuestas, por paliza y aún así se disciplinó ante la decisión de que fuera Clara Brugada la candidata para el gobierno de la CDMX.

Harfuch ya sabía desde antes de llegar al hotel Camino Real de polanco, que no era el elegido. Sin embargo su talante militar lo hizo presentarse y no hacer ningún gesto que mostrara enojo o incluso tristeza, luego de tan decepcionante instrucción.

Todo pudo quedarse en un evento más. Pero la actitud de Harfuch dejó un precedente a todos los que buscan una candidatura representando al partido oficialista: No habrá espacios para lloriqueos o indisciplinas. Este Morena busca instruir mucho más la obediencia, que la que tanto presumía el priísmo de antaño.

Aquí no importa lo que digan las encuestas, la popularidad en las calles o la calidad de hojas de vida. Quienes busquen candidaturas, deberán vender su alma al proyecto de Claudia Sheinbaum. No habrá claroscuros, ni tibiezas.

Harfuch se “cuadró” ante el poderoso dedazo. Y esa situación pudo haber influido en el ánimo de unidad, incluso hasta las oficinas de un ex precandidato inconforme hasta la médula.

Ebrard: A levantar el barco.

El retorno del hijo pródigo Marcelo Ebrard, no es más que la confirmación de esta estrategia totalitaria, que busca radicalizar, aún más, a los fieles del presidente López Obrador.

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Opinión

Primera Presidenta: Nuestro tiempo ha llegado. Por Sigrid Moctezuma

Hoy, un sueño que nació en mi niñez se ha hecho realidad: México tiene a su primera presidenta. Este momento histórico no lo celebro desde una perspectiva política, sino desde lo más profundo de lo que significa ser parte del sexo femenino. Claudia Sheinbaum ha roto una barrera que, durante mucho tiempo, parecía inquebrantable. Ver a una mujer liderando nuestro país trasciende partidos e ideologías; es un símbolo poderoso de la fuerza y la capacidad del género, un triunfo que habla de nuestra lucha constante por la igualdad.

Crecí con la esperanza de que algún día llegaría el momento en el que un cambio de dirección significara mucho más. Un instante de mayor visibilidad, empoderamiento y la confirmación de que podemos estar en cualquier lugar, incluso en el más alto puesto de poder. Durante décadas, hemos demostrado ser el pilar de nuestras comunidades, trabajando incansablemente en múltiples roles. Sin embargo, esos esfuerzos rara vez se reflejaban en los lugares donde se toman las decisiones más importantes. Siempre parecía que el control estaba reservado para los hombres.

Hoy, con una mujer en la presidencia, esa narrativa ha cambiado. Lo que celebramos de este momento es su significado para las niñas y las jóvenes, y para cada persona que alguna vez se vio relegada o limitada por su género. Este instante nos recuerda que no hay fronteras que no podamos cruzar y que los sueños que alguna vez se nos negaron ahora son posibles. Hemos demostrado que nuestras voces, experiencias y capacidades son esenciales para construir un país mejor.

La importancia de nuestra representante trasciende las agendas políticas. Es un símbolo de empoderamiento y un recordatorio de que podemos aspirar a ser cualquier cosa que deseemos; podemos soñar sin límites. Es una señal de que el futuro de México estará marcado por más mujeres en los ámbitos públicos y de toma de decisiones. Estamos motivadas a seguir empujando hacia adelante, a no conformarnos y a continuar rompiendo las barreras que aún persisten.

Este momento me llena de esperanza y orgullo, ya que abre la puerta a muchas pequeñas que sueñan con convertirse en líderes y en participar activamente en la política, la ciencia, la tecnología y en todos los ámbitos. La igualdad de género no es una meta inalcanzable, sino una realidad que estamos construyendo juntas, paso a paso.

Debemos asumir la responsabilidad de luchar por los derechos que tantas valientes defendieron antes que nosotras. Me llena de emoción ver que nuestras voces y capacidades han sido finalmente reconocidas. Este logro pertenece a todas, y hoy cada mujer se siente un poco más fuerte y más visible, esto es mucho más que tener una presidenta; representa un símbolo de esperanza y un cambio en la narrativa.

Es el tiempo de las mujeres. Un momento en el que nuestras aspiraciones y sueños no solo son válidos, sino que están al alcance de nuestras manos.

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