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¿El show debe continuar? Por Caleb Ordóñez T.

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El show debe continuar. Caleb Ordoñez

Fingiríamos ser ciegos y sordos, si negáramos el éxito rotundo que tiene el programa “La casa de los famosos”, que produce Televisa.

El experimento de esta nueva versión del “Big brother VIP”, ocasiona todo tipo de expresiones. Desde aquellos que lo desprecian; así como los que están pegados a la pantalla, defendiendo a uno de los contendientes.

Así también, como aquellos que silenciosamente y en secreto, están al tanto de lo que sucede en el afamado programa, que está rompiendo récords de audiencia.

Más allá de la frivolidad que representa el juego donde el ganador se llevará cuatro millones de pesos,m. El ejercicio social muestra una serie de estrategias muy parecidas a la política del “mundo real”.

Ese show de telerrealidad, es propiedad de un holandés llamado John de Mol, quien desde 1999, a través de su empresa lo ha distribuido internacionalmente, siendo un éxito en todos y cada uno de los países (más de 60) donde han tropicalizado el concepto.

La clave de su éxito, tiene que ver con la transparencia de la exposición humana, con toda su capacidad de buscar sobrevivir socialmente, en los términos más complicados que puede tener toda persona: el encierro y la presión de ser observado por decenas de cámaras y escuchado por micrófonos, las 24 horas.

Bajo esta modalidad, los habitantes deben de mostrar su mejor personalidad, sin embargo mientras pasa el tiempo, se desgasta a tal grado de exhibirse en sus peores actitudes.

De ahí, surgen las falsedades, intrigas, engaños y otras miserias humanas de las que todos podemos ser partícipes.

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Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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