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Exigen “ciclonudistas” normar y respetar sus derechos en Lima

Lima • Unos doscientos ciclistas, algunos desnudos y otros con el cuerpo pintado, recorrieron varias calles de Lima para protestar contra el abuso de los choferes de vehículos y pedir al gobierno normas a favor del uso de bicicletas en el país.

«La finalidad es sensibilizar a los conductores de los abusos que cometen a diario contra los ciclistas y al gobierno para que dicte normas a favor de los que practicamos este deporte», dijo a la prensa Octavio Zegarra, presidente del colectivo de ciclistas urbanos «Cicloaxion», uno de los organizadores de la protesta.

Indicó que la marcha de ciclistas, que recorrió 11 kilómetros de calles limeñas, es también para mostrar la fragilidad del cuerpo humano al estar en una bicicleta y la importancia que tiene ese medio de transporte en la ciudad.

«Algunos choferes de vehículos creen que somos una carrocería, creen que la ropa es de acero, y nos lanzan sus carros causando accidentes y ni siquiera nos prestan auxilio», dijo.

La manifestación, que se realiza por séptimo año consecutivo, llamó la atención de los transeúntes porque muchos de los participantes desfilaron desnudos subidos en bicicletas, otros lo hicieron con el cuerpo pintado con lemas como «Amo la vida», «Respeta nuestra vida», «Respeta mi bicicleta», y también hubo ciclistas disfrazados del hombre araña, Batman, con globos multicolores, acompañados de sus perros.

«Desfilamos desnudos porque es una manera llamativa de mostrar lo frágil que es el cuerpo humano ante la carrocería de un vehículo motorizado, fragilidad que parece ser olvidada por muchos, ya que frecuentemente los ciclistas son víctimas de atropellos por parte de conductores imprudentes», señaló.

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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