En lo que va del sexenio del presidente Felipe Calderón, la gasolina se ha incrementado 86 por ciento; las tortillas, 270 por ciento; el frijol, 167 por ciento; el arroz, 140.0; el jitomate 115.0; la leche, 73.0, y en general toda la canasta básica se ha elevado varias veces su valor, así como los energéticos han sufrido incrementos sustanciales.
En este periodo, en México ha caído 32 por ciento el poder adquisito de los salarios, señala un informe a junio del Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana Puebla
El documento detalla que, de acuerdo con su nivel de desarrollo, nuestro país se encuentra en el cuarto lugar en América Latina; «sin embargo, de acuerdo con los salarios mínimos que paga, México se encuentra en el penúltimo lugar de la región, por debajo de países como Guatemala, Honduras, El Salvador, Perú, Venezuela y Bolivia, entre otros».
En cuanto a los aumentos que han tenido los productos básicos, y en especial los energéticos, indica que se deben en gran parte a la reducción de los subsidios a las gasolinas. Los mexicanos ahora pagan las gasolinas 86 por ciento más caras que al inicio del régimen.
Este incremento ha repercutido en los bolsillos de los trabajadores de tres formas: en el aumento de los principales bienes de consumo por el costo del traslado; en el encarecimiento de 14 por ciento en promedio del transporte público para la población más pobre del país, y en un «efecto regresivo en la distribución del ingreso nacional».
El análisis expone que, «de acuerdo con el pensamiento conservador, se requiere eliminar el subsidio a la gasolina por considerar que beneficia a los más ricos», por lo que el gobierno de Felipe Calderón consideró necesario ir disminuyendo de manera paulatina este subsidio. No obstante, esta decisión ha impactado a toda la economía, en particular a los más pobres, porque no se tomó en cuenta el impacto que ha tenido en el aumento a los precios del transporte público, principal medio de movilidad de la población de menores recursos; así como el efecto encarecedor en el traslado de los bienes de consumo de la población.
A manera de ejemplo, el Observatorio de salario de la Ibero- Puebla encontró que sólo 2.5 de cada 10 mexicanos tienen auto y, por tanto, la mayoría de la población se mueve en transporte público. Así, el 10 por ciento más pobre de la población gasta en promedio 14 por ciento de su ingreso en transporte. Por tanto, ir quitando el subsidio a la gasolina, como ha hecho este gobierno, sin aumentos en los ingresos de los sectores más bajos, implica empeorar el nivel de vida de los que tienen los peores sueldos en el país.
Tampoco por razones de competitividad en precios es justificable el aumento en el precio de la gasolina. Si en México el precio de mercado de la gasolina es mayor al de muchos otros países que no son productores de petróleo, es porque la mayor parte de la gasolina se importa del exterior y la que se produce en el país al parecer no se realiza en las mejores condiciones productivas, dado el abandono en el que se encuentran las refinerías del país, detalla este informe.
Expone que, además, el salario mínimo es sumamente bajo. Comparado en términos de paridad de compra en todo el mundo, –esto es, que un dólar tiene el mismo poder de compra en cualquier país–, el mínimo en México se encuentra por debajo de países como China, Haití, República Dominicana o Trinidad y Tobago.
La explicación se encuentra en un problema de distribución de la riqueza, en su excesiva concentración, porque nuestro país es la economía 13 en generación de riqueza y la 153 en términos de desigualdad social, plantea este Observatorio del Salario.
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