En lo que se refiere a química en la pantalla, las coestrellas Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson de Los juegos del hambre son naturales.
“Somos geniales juntos”, dijo Lawrence de 23 años a CNN en una entrevista reciente. “Realmente podemos besarnos”.
Para estar seguros, los dos tuvieron mucha práctica. Como los personajes de Los juegos del hambre, Katniss Everdeen y Peeta Mellark, a Lawrence y Hutcherson les pidieron besarse a cámara en Los juegos del hambre de 2012 y su secuela del 22 de noviembre En llamas.
Si no estás familiarizado con la trilogía de libros de Suzanne Collins en la que están basadas las películas, tienes que saber que la trama central gira alrededor de la relación de Katniss y Peeta; en su mayoría es una estrategia de supervivencia cuando los dos ciudadanos empobrecidos del Distrito 12 son enviados a combatir a muerte en los sádicos Juegos del Hambre, pero también hay un trasfondo de algo más. Esta la complicación adicional de la relación de Katniss con su amigo de la infancia Gale Hawthorne (Liam Hemsworth), quien también es un potencial amante.
Al igual que Katniss, Lawrence no pide las escenas amorosas. Sin embargo, en su forma casual, la actriz ganadora del Oscar puede encogerse de hombros.
“Simplemente besas”, dijo a CNN, al admitir, “tuve un par de besos malos”.
Sin embargo, Hutcherson no está decepcionado, aunque el actor de 21 años no tiene tanta experiencia como su contraparte.
“No he tenido ninguno malo”, dijo Hutcherson, al decirle a Lawrence, “eres mi primer gran beso real en una película”.
“¿De verdad?”, respondió Lawrence. “Oh por Dios, ¿fui dulce?”.
Para ser honestos, “no”, contestó Hutcherson. “Fue un poco abrasivo, si tengo que ser honesto. Un poco impactante”.
“Fue muy baboso”, concordó Lawrence.
Ese tipo de intercambio honesto y espontáneo es lo que hace al dúo, pero especialmente a Lawrence, tan demandada. Hace solo tres años, Lawrence era mejor conocida por una película independiente llamada Winter’s Bone, que le ganó a la actriz su primera nominación al Oscar. Pero luego vino una serie de películas que permanentemente cambió la corriente, ya que Lawrence protagonizaba un proyecto de alto perfil tras otro: The Beaver de 2011 y X-Men: Primera generación, Los juegos del hambre y la aclamada Juegos del destino de 2012, que hizo ganar un Oscar a la joven estrella.
Nacida en Kentucky, Estados Unidos, con dos hermanos mayores, Lawrence se presenta con una irreverencia que Hollywood y el público se comen a cucharadas. Incluso mientras se transforma en una de las mayores estrellas en la industria, Lawrence permanece con los pies en la tierra y es abierta en sus entrevistas, aparentemente inconsciente de su estatus de celebridad.
Cuando ganó el Oscar a mejor actriz por Los juegos del destino, nada cambió en el set, dijo Hutcherson a CNN.
“Ni siquiera creo que tuviéramos una conversación al respecto”, dijo Lawrence. “Ustedes decían, ‘felicidades, eso es genial’. Y yo decía, ‘genial’. Luego comenzábamos a hablar sobre pedos”.
Aun así, al ser el rostro público de una franquicia que hasta ahora ha recaudado 691 millones de dólares en todo el mundo, Lawrence no está completamente ajena a su nuevo lugar en el mundo.
Cuando salió la primera película de Los juegos del hambre, la actriz intentó ir al súpermercado Whole Foods, y rápidamente se le recordó cuán famosa se había vuelto.
“Literalmente el día que salió la película, no tenía idea de que era famosa o que alguien había visto la película”, dijo. “En realidad no creo que supiera que la película salía ese día”.
Whole Foods “tuvo que llamar a la policía y tuve que irme por el elevador de carga y lloraba. Vi a mi exnovio ahí y me preguntó, ‘¿cómo está tu vida?’ y le dije, ‘realmente mal’. Fue lo peor”.
Su popularidad comenzó a ponerla nerviosa por aparecer en público y le daba la vuelta a planes para cenar con el fin de evitar las peticiones inevitables de una fotografía. Pero aprendió que uno tiene que enfrentar a la fama en la forma en la que enfrentarías cualquier otra cosa.
“A veces soy agradable, a veces tengo mal humor”, dijo Lawrence. “Como si estoy en una cena, como y alguien quiere que me pare y tome una fotografía; eso en realidad me ayudó con mi ansiedad, al saber que no tengo que decir que sí y puedo decir no… es difícil porque no quieres ser grosera, pero al mismo tiempo, tengo que defender mi vida y mi bienestar mental”.
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