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Opinión

La mente post-pandémica. Por Itali Heide

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Itali Heide

A medida que el país se compromete de forma lenta pero segura con la vacunación de sus ciudadanos, no sorprende el hecho de que la vida, tal y como la conocemos, no regresará a ser <normal> en los próximos años. Sin ir más lejos, es probable que pasen algunos años antes de que salga de nuestro sistema, tanto a nivel físico con las repercusiones que el virus ha dejado en quienes lograron combatirlo, como a nivel mental después de más de un año de personas viviendo en modo de supervivencia.

Para aquellos que han respetado y seguido las medidas de salud, como la cuarentena y el distanciamiento social, volverse más socialmente incómodos que antes no es inesperado. ¿Nos damos la mano? ¿Chocamos los puños? ¿Cuándo se permiten los abrazos? ¿Pensarán que soy maleducado si no les abrazo? A medida que la humanidad va aceptando todas las nuevas preguntas que surgen de su experiencia postraumática colectiva, la apariencia de volver a una forma de vida anterior a la pandemia parece desvanecerse.

Cambió a todas las personas en el mundo, sin excepciones. Para algunos, fue una curva de aprendizaje aguda que les permitió romper su rutina, probar cosas nuevas y seguir adelante. Para otros, detonó problemas de salud mental y empeoró la calidad de vida debido al aislamiento y al cambio repentino. Para muchos otros, creó miedo hasta el punto de que las teorías surrealistas se convirtieron en algo más tranquilizador que las pruebas científicas.

Sin duda, pasaremos por una etapa de trauma colectiva, en el cual es difícil sacar conclusiones claras por una simple razón: cada quien experimenta el trauma de diferente forma. Incluso cuando las comunidades luchan en contra de los mismos miedos y ansiedades, a cada individuo le impactará de manera diferente. Básicamente, todos luchan la misma batalla, pero no todos cuentan con las armas para defenderse de ella. Habrá quienes se encuentren en el ojo del huracán, sin sufrir las consecuencias mentales, y habrán otros enfrentando la tormenta psicológica y física del día a día. ¿Qué se puede hacer para cambiar el rumbo de la salud mental? Tres recomendaciones son:

1. Alejarse de las noticias negativas y de las redes sociales de vez en cuando. Es importante estar actualizados y saber qué sucede en el mundo, pero en estos tiempos, también es importante tomar el tiempo para reconocer de forma consciente los momentos positivos de la realidad inmediata.
2. Un cuerpo saludable ayuda a crear una mente saludable. Sin ninguna duda, la salud física puede impactar significativamente la salud mental. Dormir lo suficiente, hacer actividades físicas, comer bien y evitar el consumo de excesos es vital para cuidar la mente.
3. Buscar momentos de felicidad y nuevas pasiones. Cuando los momentos mágicos no aparecen de la nada, a veces es necesario buscarlos. Ya sea buscando nuevas aficiones, cambiando de trabajo, encontrando nuevos amigos o simplemente cambiando las cosas, ahora es más importante que nunca encontrar actividades y pensamientos que aporten paz.

Aspectos de la pandemia están contribuyendo activamente a un trauma individual y colectivo en México y en el mundo. En una publicación de The Lancet, investigadores encontraron que el aislamiento y la cuarentena aportaron a una serie de efectos psicológicos negativos, especialmente la confusión, la ansiedad, la depresión, la ira e incluso trastornos postraumáticos del estrés. Las interrupciones constantes y repentinas en la vida cotidiana, junto con el aislamiento y cambios sociales, son una bomba de tiempo para quienes buscan ajustarse al nuevo mundo.

El trauma colectivo está dejando su huella en todas las sociedades alrededor del mundo. Altera la comprensión de cómo funciona el mundo y el lugar que ocupan las personas en él, cambiando la visión introspectiva y de los demás. Por supuesto que el trauma puede ser perjudicial, pero también tiene un enorme potencial de transformar. Por ahora, la esperanza es que el impacto psicológico ayude a fortalecer los lazos que unen a las personas, en lugar de dividirlos más profundamente.

Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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