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Opinión

La niña que logró lo impensable. Por Caleb Ordóñez T.

Como candidata electa -oficialmente- el pasado jueves, Sheinbaum pronunció un discurso que ha resonado ampliamente en el panorama nacional. A lo largo de sus intervenciones, Sheinbaum utilizó frases cargadas de simbolismo y de una retórica que busca marcar un punto de inflexión en la política, en lo que será su política como representante del Poder Ejecutivo.

Caleb Ordóñez T.

¿Qué nos quiso decir? A continuación, analicemos algunas de sus declaraciones más impactantes, en su primer mensaje oficial. En 10 frases, Claudia nos deja en claro cómo quiere gobernar.

1. «Hoy estamos aquí para decir que no solo hemos llegado, sino que lo hemos hecho de la mano de la historia»

Esta frase refleja el sentido de continuidad que Sheinbaum quiere imprimir a su proyecto político. No se trata solo de ocupar un cargo, sino de ser parte de un movimiento histórico que comenzó con la autollamada Cuarta Transformación bajo el liderazgo de su líder moral Andrés Manuel López Obrador.

Sheinbaum se posiciona a sí misma como la heredera legítima de ese movimiento, subrayando que su llegada a la presidencia no es un accidente, sino el resultado de un proceso histórico.

2. «Me siento orgullosa de ser la primera mujer en la historia que aspira a la presidencia con la fuerza del pueblo»

Claudia destaca su condición de mujer en un contexto político que ha sido históricamente dominado por los varones. Este orgullo no solo subraya su identidad de género, sino que también vincula su candidatura a un movimiento popular. Al hablar de «la fuerza del pueblo», Sheinbaum se alinea con la narrativa de la autollamada Cuarta Transformación, que presume promover un gobierno para y por el pueblo, con un fuerte énfasis en la inclusión y la equidad.

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Opinión

Día de Muertos, un abrazo eterno al recuerdo. Por: Sigrid Moctezuma

El Día de Muertos es más que una tradición en México; es una celebración profundamente arraigada en la identidad cultural del país. En esta fecha, el 1 y 2 de noviembre, las familias se reúnen para honrar y recordar a sus seres queridos que han partido. A través de altares decorados, ofrendas con alimentos y bebidas, y la presencia de flores de cempasúchil, la sociedad mexicana ha idealizado esta celebración como una forma de mantener viva la memoria de aquellos que ya no están, convirtiendo el luto en una manifestación de amor y respeto.

En un mundo que a menudo se siente apresurado y desconectado, el Día de Muertos actúa como un ancla emocional, recordándonos la fragilidad de la vida y la importancia de las relaciones humanas. Los mexicanos hemos transformado el duelo en un acto de celebración. Pasamos de temer a la muerte, a recibirla con los brazos abiertos, como a un amigo que regresa por un breve instante; haciéndonos reflexionar y valorar lo efímera que es la vida.

Las celebraciones cobran vida con especial intensidad en lugares emblemáticos como la Ciudad de México, Oaxaca, Pátzcuaro, San Andrés Mixquic y Guadalajara. En la capital, el Zócalo se convierte en un punto focal de festividades con su famoso Desfile de Día de Muertos, mientras que en Oaxaca las tradiciones se manifiestan a través de mercados llenos de productos típicos y altares en los panteones. Pátzcuaro destaca por sus rituales ancestrales en el Lago, y San Andrés Mixquic es conocido por su auténtica celebración llena de velas y misticismo.

El 82% de los mexicanos considera que esta festividad es una tradición que debe preservarse, y más de 5 millones de turistas visitan diferentes destinos en México para participar en las celebraciones cada año. Lo anterior refleja la conexión emocional que se tiene con la fecha y el creciente interés internacional.

La idealización de esta fecha también refleja un profundo sentido de comunidad. Las calles se llenan de vida, música y color, mientras las familias se reúnen en los panteones y en sus hogares. La elaboración de altares se convierte en un acto de amor colectivo, donde cada elemento tiene un significado especial. Las fotografías de los difuntos, las comidas favoritas y los objetos personales cuentan historias y reviven memorias, reforzando la idea de que quienes han partido siguen siendo parte integral de nuestras vidas.

Además, la difusión internacional ha permitido que otros países reconozcan y celebren esta tradición, lo que ha fortalecido el sentido de orgullo nacional. La UNESCO declaró esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008, un reconocimiento que nos recuerda la riqueza de nuestras tradiciones y la importancia de preservarlas.

Sin embargo, también es fundamental reflexionar sobre cómo puede ser una oportunidad para abordar temas más profundos como el duelo y la pérdida. En un contexto global en el que la muerte a menudo se evita, el Día de Muertos se erige como un espacio para dialogar sobre el sufrimiento, la memoria y la esperanza. Nos invita a ser más empáticos y comprensivos con el dolor ajeno, al reconocer que todos llevamos consigo la carga de la pérdida.

En conclusión, el Día de Muertos en México es una celebración que trasciende el tiempo y el espacio, creando un puente entre lo terrenal y lo espiritual; y nos enseña que la muerte no es un final, sino una continuidad del amor y el legado que dejamos en aquellos que nos rodean. Cada altar, cada ofrenda y cada recuerdo compartido se convierten en un abrazo eterno que trasciende las barreras de la vida y la muerte. Es un momento sagrado donde, por un instante, las almas regresan a casa, y nos recordamos mutuamente que el amor es el hilo que nunca se rompe, y que en cada celebración, los muertos nunca están realmente ausentes; siempre vivirán en nuestras memorias y en la esencia misma de nuestra cultura.

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