Las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos siempre comienzan en un clima de escepticismo y desconfianza, pero el nuevo diálogo preliminar que tiene previsto despegar en breve en Washington invita aún menos al optimismo que de costumbre, dada la fragilidad de su punto de partida.
La sensación general en Tel Aviv, Nablus o Jerusalén es que la única persona que ve futuro a esta ronda de diálogo es John Kerry, el entusiasta secretario de Estado de EEUU que el pasado viernes anunció en Ammán un primer contacto directo que en principio iba a celebrarse esta semana, pero todavía sigue sin fecha.
El problema esta vez es que la base del diálogo es tan endeble que parece casi abocado a convertirse en la enésima decepción, reforzar la extendida noción de que la paz en Oriente Medio es una quimera e incluso provocar un estallido de violencia, como en parte sucedió con la Segunda Intifada, tras el fracaso de Camp David (2000).
“¿Qué ocurre cuando las partes van a la mesa y se topan contra lo que parece un inevitable muro? ¿Qué ocurre si el Estado palestino que Netanyahu está dispuesto a dar (…) no es el que (el presidente palestino, Mahmud) Abás puede aceptar?”, se pregunta el analista político de “The Jerusalem Post”, Herb Keinon.
FRONTERAS POLÉMICAS
Pasaría algo similar a lo que sucedió en el anterior intento negociador, en 2010: duró tres semanas.
Netanyahu rechaza que el marco negociador sean las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, es decir, las que todos los países del mundo, salvo Israel, reconocen como la divisoria con Palestina.
Éste ha sido en anteriores rondas el mapa sobre el que diseñar el futuro Estado palestino, pero el ímpetu de Kerry por apuntarse el tanto ha llevado a que sea ahora la base para el mediador y para una de las partes, Palestina, pero por el momento no para la otra, Israel.
Puede haber un acuerdo secreto al respecto, pero el hecho de que los principales líderes palestinos hayan salido raudos tras el anuncio de Kerry a matizar que aún faltan garantías antes de entrar en materia sugiere precipitación y mucho fórceps.
Desde hace meses, en cada declaración, Abás repetía como un mantra grandilocuente que sólo negociaría en base a las fronteras de 1967, tras la liberación de los presos encarcelados desde antes de los Acuerdos de Oslo (1993) y con un cese de la ampliación de los asentamientos judíos en Jerusalén Este y Cisjordania.
Todo se ha quedado en una ralentización informal de la edificación en las colonias y un vago anuncio de liberación de presos, que -según la radio pública israelí- se efectuará en cuatro fases, la primera de ellas sólo en el segundo mes de negociación.
“He bajado a los palestinos del árbol de las condiciones previas. No acepté una nueva moratoria de construcción en los asentamientos, rechacé liberar 120 presos antes del inicio de las conversaciones y las fronteras de 1967 no aparecen mencionadas”, se jactaba Netanyahu el pasado sábado ante sus ministros, según el diario “Haaretz”.
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