Los lunares por lo general son benignos, pero si duelen o son mayores a cuatro centímetros se requiere extirparlos para su análisis patológico, informó el Instituto Mexicano del Seguro Social en Chihuahua.
Estos son “manchas” de la piel producida por células llamadas melanocitos que dan el pigmento a la piel. Pueden tener diferentes formas, texturas, colores y tamaños.
El doctor Antonio Baños, del Seguro Social, mencionó que algunos de los lunares que pueden ser malignos presentan inflamación, picor, sangrado, crecimiento con bordes irregulares y pueden cambiar de color, por lo que es importante prestar atención a
los pacientes que presentan los datos señalados. Los lunares malignos no se heredan. Lo que se transmite es el tinte de la piel. Sin embargo, las estadísticas demuestran que la piel blanca tiene más susceptibilidad a presentar estas lesiones.
Si crece bello en un lunar o es abultado, no significa que sea cáncer, aunque pueden ser motivo de consulta con el médico por su aspecto antiestético o molesto dependiendo del sitio donde se encuentre este.
El especialista del Instituto aseguró que la mayoría de las personas pueden tener entre 15 y 40 lunares al nacer, y aunque algunos están presentes desde el nacimiento, la mayoría salen durante los primeros 20 años de vida en la edad de la pubertad debido a una superproducción de melanina en el cuerpo.
Pueden encontrase en cualquier parte del cuerpo. Generalmente son de color café oscuro o marrón pero pueden ser un engrosamiento del color de la piel de la persona.
Para evitar problemas mayores, lo recomendable es revisarse los lunares del cuerpo por lo menos cada seis meses.
Los lunares congénitos son mayores de 1.5 centímetros y su pigmento es uniforme y pueden llegar a elevarse sobre la piel. Los lunares adquiridos son pequeños, lisos y de un solo tono de color de forma oval y su pigmento bien definido.
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