El mundo debe dejar de perforar pozos en busca de petróleo y gas para prevenir la catástrofe climática, sugieren desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ente subordinado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Se deben parar las inversiones en nuevos proyectos de extracción de hidrocarburos y dejar de construir nuevas plantas que consuman carbón, si se plantea llegar al cero neto en las emisiones de carbono hacia el año 2050.
Estas y otras recomendaciones forman parte de la primera hoja de ruta detallada que busca cumplir con los niveles meta de emisiones dañinas previstos por el Acuerdo de París de 2015 y detener el calentamiento global en 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales.
«El mayor desafío al que se haya enfrentado la humanidad»
Según explicó el 18 de mayo Fatih Birol, director ejecutivo de la agencia, este plan enumera «las acciones prioritarias que se necesitan hoy para garantizar que no se pierda la oportunidad de conseguir el cero neto para el 2050». Afirmó que se trata de «nuestra mejor oportunidad de abordar el cambio climático y limitar el calentamiento global» y también de un «objetivo crítico y formidable», que tal vez sea «el mayor desafío al que se haya enfrentado la humanidad».
Los autores admiten que no se podrá lograr una transición tan rápida y profunda sin el apoyo sostenido y la participación de los ciudadanos, cuyas vidas se verán afectadas de múltiples maneras.
«Llevar al mundo por ese camino requiere acciones políticas sólidas y creíbles por parte de los gobiernos, respaldadas por una cooperación internacional mucho mayor», afirmó Birol. Y el tránsito que implica debería ser «inclusivo y no dejar a nadie atrás», algo que requerirá que las economías en desarrollo reciban los conocimientos financieros y tecnológicos imprescindibles.
Las drásticas restricciones, según los expertos de esta agencia, no implican una pérdida económica inevitable y aún se pueden obtener importantes beneficios de su imposición. Así, de seguir esta hoja de ruta, la inversión anual en el sector de energía aumentaría a 5 billones de dólares hacia el 2030 desde los 2,3 billones invertidos en los últimos años y añadiría un 0,4 % al crecimiento del PIB mundial.