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Moda de símbolos del nazismo en Bangkok, molesta a turistas

Caricaturas de pandas, Teletubbies, Ronald McDonald. A primera vista estos personajes no parecen tener mucho en común más allá de ciertas características infantiles. Pero durante una visita a Bangkok podrías descubrir otra característica que comparten estos populares íconos culturales: su parecido con Adolfo Hitler.

En el último estallido de la moda nazi en la capital tailandesa, los pandas, Teletubbies y Ronald McDonald se transforman en alter egos del Fürher, quien parece ejercer una fascinación infantil sobre algunos jóvenes tailandeses.

Con un poco de suerte podrás ver a algunos jóvenes a la moda presumiendo sus playeras con imágenes de caricatura del dictador nazi.

En un diseño particularmente popular, el rostro de Hitler fue transformado en una caricatura de Ronald McDonald, la imagen del payaso de la popular cadena de comida rápida, con un abultado cabello color rojo cereza y una mirada severa.

En otra camiseta, se muestra al Führer con un adorable disfraz de oso panda y un brazalete nazi. Y en otro aparece como un Teletubbie rosa con ojos de ciervo, orejas de jarro y una svástica rosa como antena. Hace pucheros de manera petulante como un niño malcriado mientras realiza el saludo nazi.

Las playeras cuestan entre 200 y 370 bahts (entre siete y 12 dólares) por pieza, y algunas prendas incluso cuentan con camisetas que combinan. El compañero de Adolf McDonald es un travesti con cabello color fucsia, lápiz labial, pestañas grandes y una sonrisa tímida tipo Mona Lisa. El doble más varonil del panda viste un uniforme café de un soldado de asalto.

No es divertido

“Algunos extranjeros se enojan (cuando ven mis camisetas a la venta), entran a mi tienda y se quejan”, reconoce el propietario de Seven Star, una pequeña tienda de ropa en Terminal 21, un nuevo centro comercial de tiendas de ropa en el centro de Bangkok en Sukhumvit Road, un centro turístico muy popular.

El propietario es un hombre de treinta y tantos años quien se identifica con el apodo Hut. Es graduado del programa de arte de una universidad local. Hut hace un gran negocio vendiendo sus camisetas. Los artículos más populares de Seven Star son sus diseños de McHitler, el cual vende junto con sus caricaturas de Michael Jackson, el Che Guevara y Kim Jong Il.

Parado frente a su tienda está un enorme muñeco de Hitler vestido como Ronald con su brazo izquierdo motorizado que sube y baja imitando el saludo nazi. Los clientes tailandeses adoran posar alegremente con el muñeco.

“No es que me guste Hitler”, insiste Hut. “Pero se ve cómico y las camisetas son muy populares entre los jóvenes”.

Hut sabe bien que algunos extranjeros no lo encuentran divertido. El embajador de Israel en Tailandia es uno de ellos.

“No quisieras ver los recuerdos del periodo nazi trivializados de esta manera”, señala el embajador Izhak Shoham, cuya embajada está justo detrás de Terminal 21. “Lastima los sentimientos de todos los judíos y de las personas civilizadas”.

Shoham recientemente se quejó con Hut. “Le dije, ‘no me preocupa el muñeco; simplemente quítale la cara’”, dice el embajador.

La cara del muñeco de McHitler ahora está cubierta con una máscara de lucha libre.

La moda nazi

Al otro lado de la ciudad se encuentra otro centro comercial de ropa, donde una tienda pequeña tiene sus propias caricaturas de Hitler impresas en playeras. El Hitler panda se muestra orgulloso entre los Pitufos impresionistas, las celebridades pop y los personajes de manga (cómics) japonesa.

“Las camisetas de Hitler son muy populares, especialmente con los chicos adolescentes”, señala el dueño de la tienda, quien tiene 30 años y cuya familia opera una fábrica de ropa.

Mientras tanto, en el refugio de los mochileros en Bangkok, Khao San Road, otros diseños de camisetas presumen impresiones hechas con Photoshop del Führer, incluyendo uno en donde lo representan mientras toma desnudo un baño de sol en una playa tropical.

Los clientes que buscan banderas nazis, reproducciones de propaganda del Tercer Reich, banderines con cruces de hierro y águilas nazis y cascos de la SS de imitación pueden encontrarlos en el mercado Chatuchak Weekend Market, en donde se venden junto a los retratos de Bob Marley y accesorios para rastafaris.

Algunos turistas extranjeros ven a esta moda nazi tan sólo como un aspecto peculiar de la cultura juvenil tailandesa.

“Creo que alguien podría decir ‘caray, es un mundo bastante ignorante el de los chicos de hoy’”, señala Mark Goldberg, de Nueva Orleans, “dudo que las personas (a) quienes (les gustan estos diseños) tan siquiera conozcan su significado”.

Eso es una apuesta segura. La mayoría de los jóvenes tailandeses al parecer conocen poco sobre los nazis y sus crímenes más allá de los atractivos diseños. Así que se sienten atraídos por la propaganda visualmente alucinógena de Hitler y su régimen.

En septiembre pasado en la ciudad de Chiang Mai, un grupo de estudiantes de preparatoria, se presentó a un desfile deportivo vestidos con uniformes nazis hechos en casa (con todo y brazaletes con svásticas y armas de juguete). Los dirigía una chica adolescente vestida con un uniforme de imitación de la SS con un bigote falso de Hitler.

Las personas locales que se encontraban en las aceras ovacionaron alegremente a los estudiantes mientras que los turistas los veían horrorizados.

En 2007, cientos de estudiantes de una escuela de Bangkok realizaron un desfile similar con disfraces con temática nazi.

Después de las protestas internacionales, los profesores de las dos escuelas ofrecieron disculpas, diciendo que no tenían idea de que los estudiantes planeaban vestirse como nazis.

En 2009, un museo de cera de Pattaya, un centro turístico a orillas del mar, hizo una una cartelera gigante en donde se presentaba al Führer con la leyenda en tailandés “¡Hitler no está muerto!”.

Como era de esperar hubo protestas. Los gerentes del museo rápidamente retiraron el cartelón, insistiendo en que no tenían la intención de ofender.

“Es una falta de exposición a la historia”, señala Harry Soicher, un rumano quien enseña en una preparatoria en Bangkok. “Si no vives en Tailandia, puede costarte trabajo creer que realmente no quieren ofender a nadie”.

La cabalgata de la moda nazi

En defensa de los tailandeses, el fenómeno de la moda nazi difícilmente se limita a su país. El mal uso de los símbolos nazis con propósitos de moda también es común en países que van desde India hasta Japón.

Hace algunos años, las tiendas 7-Eleven en Taiwán vendieron muñecos y llaveros con imágenes de Hitler. En Hong Kong, una cadena de tiendas de ropa una vez decoró el establecimiento con banderas y pancartas nazis. En Corea del Sur y en Japón, la ropa con estilo nazi a menudo es parte del cosplay, en donde los jóvenes se visten como sus personajes favoritos de los cómics japoneses.

Abraham Cooper, director asociado del Centro Simon Wiesenthal en los Ángeles, un grupo que monitorea las actividades neonazis en todo el mundo, está de acuerdo en que las manifestaciones de la moda nazi en la región comúnmente se dan por pura ignorancia. Sin embargo, insiste en que los locales deberían pensar un poco sobre Hitler y su nocivo legado ideológico.

“Si los nazis hubieran ganado la guerra, la ideología racista de Hitler eventualmente habría tenido como objetivo todas las razas a las que él consideraba inferiores, incluidos los asiáticos”, señala Cooper.

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Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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