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No existe la “tremofobia”, afirman expertos de la UNAM

Los movimientos telúricos pueden provocar miedo, pero esta emoción no significa algo negativo, sino un sentimiento de supervivencia

La llegada de septiembre provocó que despertara entre la población mexicana el temor a los sismos, por el antecedente de los movimientos telúricosocurridos en este mes, sobre todo el día 19, que marcaron al país y provocaron severos daños en la salud mental de las personas, lo que ahora se conoce como “tremofobia”

En tal contexto, en diferentes círculos de la opinión pública, así como redes sociales, se ha comenzado a poner en discusión si existe una fobia a los movimientos telúricos que se registran por el choque de las placas tectónicas, aunque los especialistas en Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Hugo Sánchez Castillo y Ricardo Trujillo Correa, aseguraron que el término con el que se bautizó este problema es incorrecto.

Sobre cuál es la verdadera situación a la que se enfrentan las personas que tienen miedo a los sismos en el país, el psicólogo Sánchez Castillo indicó que los padecimientos de salud que causaría este fenómeno son estrés postraumático, fobia o ansiedad; además, la “tremofobia” aún no se ha colocado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales que contiene la actualización de los problemas de salud mental.

Por su parte, Trujillo Correa descartó la existencia de trabajos de investigación o argumentos científicos que fundamenten la existencia de la, por lo que aseguró que ahora la sociedad busca “patologizar” cualquier evento o situación de la vida diaria.

Me parece que estamos nutriendo esto de patologizar la vida cotidiana. A todo lo que nos sucede, ya le queremos dar un significado distinto. Si se muere mi perro, es válido que esté triste, pero si ese sentimiento dura una semana, ya muchos señalan que tengo depresión y lo mismo pasa al usar este término”.

Ambos agregaron que los sismos se deben tomar desde una posición “adaptativa”, es decir, afrontar con normalidad el sentimiento de miedo o pánico por los sismos que continuarán.

Sin embargo, el temor puede ameritar atención psicológica, para lo que están disponibles profesionales, aunque resaltaron que es una emoción de supervivencia.

Fuente:publimetro.com

 

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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