La compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) es una de las petroleras con mayores riesgos al medio ambiente, señala la organización México Evalúa. El llamado “gigante energético”, que centra gran parte de la estrategia del gobierno federal en materia energética, ha sido calificada como un riesgo severo –la mayor escala de cinco posibles– en comparación con sus pares, de acuerdo a una evaluación que toma en cuenta los indicadores ESG de sostenibilidad (medioambiental, social y gobernanza).
En una escala de 0 a 59.7 puntos de Sustainalytics (que califica la sostenibilidad de las empresas), la petrolera nacional ha recibido 56.7 puntos, lo que la sitúa en un riesgo máximo y por encima de la mayoría de las empresas pares.
Como ejemplo, la italiana ENI y la colombiana Ecopetrol se encuentran en la parte baja de la lista, con puntajes de 25.7 y 37.3 puntos. Pemex sólo es rebasada por la china Guanghui Energy y la estadounidense Parsley Energy, con de 59.7 y 57.3, respectivamente.
(Captura de pantalla: Mexico Evalua)
“Una calificación de riesgo ESG mayor a 50 puntos podría reflejar que la empresa en cuestión enfrenta obstáculos severos a nivel de gobierno corporativo para el manejo de riesgos ambientales, sociales y/o de gobernanza”, ha descrito el think thank México Evalúa.
Las emisiones de gases de efecto invernadero es uno de los factores más riesgosos de la compañía. Pemex Transformación Industrial (Pemex TRI) durante 2018 y 2019 ha aumentado sus emisiones de dióxido de carbono en 32% y las de óxidos de azufre en 69 por ciento.
La organización no encontró estrategias claves dentro de Pemex rumbo a mitigar los aumentos de emisiones de gases de efecto invernadero. Y el rumbo de la política actual no da señales de que este tema se tome como una prioridad próxima para la empresa.
(Captura de pantalla: Mexico Evalua)
El riesgo ambiental también se convertirá en un riesgo financiero para la compañía, en un momento en que su deuda supera los 113,000 millones de dólares y la califica como la petrolera más endeudada a nivel mundial.
La tendencia rumbo a la lucha contra el cambio climático, podría dejar a la petrolera en desventaja frente a otras compañías que busquen financiamiento o colocar deuda, toda vez que los indicadores de riesgo al ambiente ya se colocan como una de los principales factores en los que se fijan los inversores.
La también estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha disminuido el uso de combustóleo, a medida que las renovables han ganado terreno en el parque de generación de electricidad.
(Foto: Cortesía Cofece)
Las centrales termoeléctricas de la CFE, las mayores consumidoras del combustóleo producido por la estatal Pemex, han tenido una caída constante como productoras de electricidad, sobre todo durante el año pasado, cuando las energías renovables ganaron mayor terreno en el parque de generación. En tanto, el combustóleo es un subproducto de las seis refinerías de la petrolera nacional y su combustible más sucio, debido a su alto contenido en azufre.
La disminución se ha dado de manera rápida. En abril de 2020 las termoeléctricas inyectaron a la red casi 1.6 millones de megawatts-hora, una cifra 51% más baja a la registrada en el mismo mes de 2019, cuando la energía de estas centrales sumaron 3.2 millones megawatts-hora.
En abril de 2021, el dato más reciente reportado por el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), las termoeléctricas –que también ocupan diésel o gas, pero en su mayoría combustóleo– produjeron 1.6 megawatts-hora. Una cifra más alta a la vista en el mismo mes de 2020, pero que aún marca una tendencia que se mantiene a la baja.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido criticado por impulsar la construcción de refinerías y relegar los paneles solares y parques eólicos (Foto: Reuters)
Las termoeléctricas son propiedad de la estatal CFE y muchas de ellas estaban programadas para una salida próxima, pero los últimos cambios en el sector, como una serie de acuerdos aprobados por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), han perpetuado su uso, aunque no se ha evitado que su energía quede relegada al final de la fila y eso disminuya su utilización.
La administración federal ha buscado echar hacia atrás el criterio de despacho económico, un mecanismo mediante el cual se da prioridad en el uso de energías baratas –como la solar o eólica– y hace que se utilice cada vez menos la electricidad que tiene un mayor costo.