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Opinión

Serrano, candidato ¿El continuismo sin continuidad? Por Luis Javier Valero Flores

Compañero del actual gobernador César Duarte durante muchos años, de épocas en las que no todo era coser y cantar, el ahora precandidato único del PRI a la gubernatura de Chihuahua, Enrique Serrano Escobar, representa vívidamente la hegemonía ejercida por el grupo gobernante; las viejas formas del aparato de poder del priismo y significa el demoledor triunfo del gobernador César Duarte en la lucha por el poder al interior del PRI.Compañero de Duarte en la diputación federal del 2006 al 2009, a la llegada de aquel a la gubernatura se convirtió en diputado local y líder de la bancada priista; luego, en 2012, al impulso de Duarte fue nombrado coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto en Chihuahua, sin abandonar sus responsabilidades en la legislatura local, y luego del intento por designarlo candidato al senado -debió ceder su lugar a Lilia Merodio, debido al porcentaje de candidaturas de género- finalmente se convirtió en candidato a senador suplente de la fórmula de representación proporcional, encabezada por el líder petrolero, Eduardo Romero Deschamps.Con esos antecedentes inmediatos, su candidatura a la alcaldía de Juárez era inevitable. El desfondamiento del PAN en el antiguo Paso del Norte le permitió ganar sin problemas la presidencia municipal.

Se abría, así, el camino de ensueño que hoy se ha concretado, es el candidato del PRI al Gobierno de Chihuahua para el período acortado de 5 años para que en adelante las elecciones de gobernador se realicen al mismo tiempo que las elecciones de mitad de sexenio federal.
Un episodio anecdótico

Serrano fue impulsado fuertemente por el gobernador Duarte, contra viento y marea, por una razón, la de su extrema lealtad, no obstante los momentos en que aparentemente Javier Garfio o Héctor Murguía estaban más cercanos al gobernante.

Del talante de esa relación da cuenta un episodio, protagonizado por ambos en la presentación del I Informe de César Duarte en el Congreso del Estado.

Al término de la intervención del gobernante, los diputados del PAN se reunieron en el fondo del salón de sesiones. Duarte los vio, bajó del atril y recibió las felicitaciones de los diputados del PRI y de los otros partidos, luego caminó, por el pasillo central, al fondo del salón a buscar a los panistas, acompañado, apenas medio paso atrás, por Enrique Serrano, quien había recibido, en su calidad de Presidente de la Mesa Directiva, el informe gubernamental.

Mientras caminaban, un asistente le entregó a Serrano un ejemplar de El Heraldo de Chihuahua de ese día.

Al llegar con los legisladores del PAN, Duarte los saludó y uno a uno, después de saludarse, aquellos se fueron retirando. Al final, otra vez, quedaron Duarte y Serrano solos; el gobernador empezó a caminar por el pasillo lateral y en ese trayecto, Serrano le mostró la última página de la primera sección del periódico; Duarte la vió, displicente, con un gesto y un ligero asentimiento de cabeza, la hizo a un lado.

En esa página, el Congreso del Estado felicitaba al gobernador César Duarte por la presentación del I Informe de Gobierno.

La designación de Serrano representa, además, por el modo en que las distintas fuerzas internas del partido en el poder se repartieron las responsabilidades (y las posiciones políticas en caso de ganarlas) en la campaña electoral, un enorme espaldarazo del gobierno de Peña Nieto a la administración de Duarte, al que le reconoció que su obra de gobierno le da grandes posibilidades de garantizar la continuidad del PRI en Chihuahua, basados en que, de acuerdo con todas las versiones sobre las encuestas efectuadas por el gobierno federal, en cualquier panorama político-electoral, le favorecen al partido gobernante en Chihuahua y el país, de ahí el “atrevimiento” de la dirigencia nacional de postular a quien ocupaba entre el 3o. y 4o. lugar de los aspirantes priistas en las preferencias electoral de los chihuahuenses.

La forma en que realizaron las designaciones, pues incluyeron las de las alcaldías de Juárez y Chihuahua, (Héctor “Teto” Murguía para Juárez y Lucía Chavira para Chihuahua) en un franco agravio al priismo de ambas ciudades es la representación del PRI de todas las épocas, en las que lo importante, al final, es el mantenimiento de posiciones, quedarse en alguno de los equipos de gobernantes, no quedar fuera del presupuesto, pues, que se evidenció con el inescrupuloso reparto de posiciones, al que rechazaran las senadoras Lilia Merodio y Graciela Ortiz, sobre todo ésta, cuando declaró que “soy senadora, he sido dirigente nacional y estatal del partido. Jamás he condicionado al partido. No pedí nada y vuelvo al Senado” y el ex funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal, Víctor Valencia de los Santos.

Es de tal manera asumida la participación en el partido gobernante que sólo tímidamente y con algunas declaraciones, los aspirantes a la candidatura de la alcaldía de Chihuahua expresaron su inconformidad, luego, todos aceptaron la determinación de su dirigencia nacional.

Puede ser que el PRI tenga ventaja sobre el resto de los partidos en el estado, pero la decisión de postular a Murguía en Juárez y Chavira en Chihuahua es la aceptación de la necesidad de contar con las candidaturas que más votos le genere al PRI, a pesar de la “molestia” política de que ninguno de los dos pertenece al grupo gobernante y que, en el caso de Chavira, es integrante de un grupo claramente opositor al del Gobernador Duarte.

Y el equipo de Murguía no es el del gobernador Duarte, ni el del candidato Serrano; se mueve con sus propias dinámicas y en aras de pretender la candidatura para el 2021, invertirá absolutamente todo.

Lo mismo sucederá en la capital del estado -de ganar Lucy Chavira- pues entonces los bonos políticos de este grupo se elevarán sustancialmente y le aportará suficiente “sangre” nueva al más consolidado de los grupos políticos internos del PRI en la entidad, el de los Baeza de Delicias.

La designación de Serrano sacó de la escena política directa al aspirante que probablemente tuviera más simpatías, no sólo en el priismo, sino en el electorado en general, al ex alcalde capitalino, Marco Adán Quezada, al que le ocurrió (por lo menos en los actos previos a las designaciones) lo mismo que a José Reyes Baeza un sexenio atrás, pues es el priista que más simpatías despierta en la base de su partido, cosa refrendada en el mismísimo acto de registro de la precandidatura de Serrano en el que le prodigaron una ovación mayor que al precandidato.

Sin embargo, a ese grupo le endilgaron la peor y más cruel de las tareas. No obstante haber sido severamente golpeado, le han responsabilizado de obtener el triunfo en la capital y con ello posibilitar la victoria, también, en la candidatura al gobierno estatal.

Se trata de la más difícil de las tareas electorales para el priismo; no es una novedad asentar que en la ciudad de Chihuahua el PRI y el gobernador Duarte arrastran las peores calificaciones de la ciudadanía.

Por supuesto que proponer a Chavira -ahora, como en el pasado, tenía la intención de evitar, como fue a lo largo de la gestión de Quezada, el crecimiento político de éste- el fatal accidente del Aeroshow le ofreció a Duarte una oportunidad de oro para concretar sus decisiones futuristas. Lo intentaría a lo largo de los más de los dos años transcurridos desde la tragedia.

Ahora, el duartismo arrostra la posibilidad de que los Quezada-Chavira ganen la alcaldía de la capital y busquen -quizá con mayores posibilidades que ahora- la reelección inmediata.

¡Gobernarían 5 años y estarían “a punto” de buscar la candidatura del PRI al gobierno de Chihuahua. Lo mismo podría acontecerle a Héctor Murguía!

No es el único escenario adverso para el precandidato Serrano y su equipo. Uno de ellos deriva de la decisión de nombrar al ex alcalde chihuahuense, Javier Garfio, como coordinador de su campaña, quien deberá tender los puentes con el grupo más consolidado en la capital, el de Marco Adán Quezada, luego de haber sostenido una soterrada confrontación.

Algo semejante realizaron en Juárez con la también adelantada designación de Teto Murguía por tercera ocasión, lo que abre la posibilidad, si ganara, de una cuarta, en virtud de que podría reelegirse y aparecer, con toda la fuerza del gobierno municipal juarense, como un muy serio aspirante en el aparentemente lejano 2021.

Por si fuera poco, al resolver la candidatura de Murguía, la dirigencia nacional ratifica su predilección por el populismo para mantener su hegemonía; “apapachar” a las masas más depauperadas, con menores niveles de cultura democrática, con bajos niveles socioculturales, es la base fundamental del voto del PRI en Juárez.
Además, el PRI afronta una situación semejante a la de la capital. Durante meses, los primeros de la administración municipal, el equipo de Serrano se enfrentó al de Murguía. Hoy están obligados a actuar acompasadamente para ganar la alcaldía y asegurar la mayoría en el Congreso del Estado ya que, con la nueva distritación, Juárez tiene ahora 8 distritos locales.

Así, el «piso parejo» solicitado, sobre todo por Marco Adán Quezada, se convirtió en un encementado camino para Enrique Serrano.

Quien, además, será el primer aspirante priista, integrante del círculo más estrecho del gobernante en funciones, que se convierte en candidato. Lo prevaleciente es lo contrario, que el candidato no sea integrante del grupo gobernante.

De este modo, quienes se encuentran en los primeros lugares de las simpatías electorales (y sus equipos), en las ciudades que representan el 62% del padrón electoral, recibieron la responsabilidad de ganar la elección.

Valiente acuerdo, a Murguía y Quezada les dan la responsabilidad de ganar en Juárez y Chihuahua, enfrentar el rechazo de una parte importante del electorado a la actual administración estatal y arrostrar las críticas a los aspectos más controversiales de la obra de gobierno de César Duarte, el del monto y características de la deuda pública del gobierno estatal y la del municipio de Juárez, además de los señalamientos por la presunción de las corruptelas cometidas en la actual gestión estatal.

Y con el objetivo de impedir cualquier ánimo insubordinado de los aspirantes derrotados, la dirigencia nacional del PRI, al resolver las candidaturas a las alcaldías de Juárez y Chihuahua, le quitó al candidato Serrano y al Gobernador Duarte una de las canonjías que tradicionalmente se otorgaban mutuamente, candidato y gobernante saliente, -en una especie de pesos y contrapesos- de designar, cada uno, al candidato de uno de los municipios, por una parte, el de la capital económica y por la otra, el de la capital política.

Pero si por sus propias dinámicas al priismo le permite avizorar con optimismo las elecciones de junio próximo, la decisión de una parte del empresariado, el ligado al panismo (o por lo menos de una parte), de buscar diversas candidaturas independientes le abre la posibilidad cierta de ganar pues el voto que se disputan será el del blanquiazul.

A menos, claro está, que José Luis Barraza, ex director de AeroMéxico (hace algún tiempo dejó de serlo y nunca figuró como el principal accionista, hoy lo es el dueño de la poderosa empresa lechera, Lala, Eduardo Tricio, y el Presidente del Consejo de Administración es el ex director del Fobaproa, Javier Arrigunagua) ya declarado oficialmente candidato independiente al gobierno estatal, se constituya en la sorpresa electoral del presente año.

Sus filias y servicios fueron claramente al panismo, que muy bien le retribuyó sus servicios en la campaña sucia contra Andrés Manuel López Obrador, en las elecciones del 2006 al nombrarlo, primero, director general de Aeroméxico, luego privatizar esta empresa y, enseguida, quitarle a la competencia en el mercado aéreo nacional, Mexicana de Aviación.

De no llegar a acuerdo alguno con el PAN, se convertirá en receptor de una porción del descontento popular, especialmente el del votante panista, el que podrá fragmentarse si se mantienen esas candidaturas, las del Frente Democrático impulsado por Gustavo Madero, Javier Corral, Jaime García Chávez y Víctor Quintana, las de Morena y la del PAN.

Frente a ellas, la del PRI podría alzarse, fácilmente, con el triunfo.

A pesar de todo, Serrano no tendrá un camino fácil, arrastrará, por ejemplo, el desprestigio de llevar como aliado al PT, cuyo dirigente, Rubén Aguilar, le alzó el brazo a Serrano en el acto de registro y de ser señalado como la plena continuidad del gobierno de César Duarte, el que dijo cerrará su administración “a tambor batiente», además de declararlo “el mejor gobernador de la Historia de Chihuahua” (en una enorme torpeza política pues en el acto se encontraban los 3 últimos ex gobernadores priistas, Fernando Baeza, Patricio Martínez y José Reyes Baeza), el que, dijo, dejó «una vara muy alta, difícil de saltar», tan alta que “deja el lugar para escribir una nueva historia de los chihuahuenses”.

Finalmente, a pesar de las declaraciones de unidad a toda costa y de la aparición de los 9 aspirantes en el acto de registro, van a necesitar operar con eficiencia la cicatrización.

Por supuesto que la necesitan, a pesar de los dichos de Serrano cuando afirmó, en el mismo discurso, que «no hay heridas”.

Pues esa es una de sus aspiraciones, sin duda, porque de las primeras declaraciones de Quezada se puede inferir que deberá trabajar en ese sentido, pues el ex alcalde afirmó que sus simpatizantes lo fueron, “a pesar de las amenazas y despidos”.

Y si el PAN logra un acuerdo con José Luis Barraza y éste se convierte en su candidato ¿Se sentirá seguro el PRI, de su triunfo al gobierno de Chihuahua?

Luis Javier Valero Flores

Opinión

León XIV: Entre Herencia y Esperanza. Por Caleb Ordoñez Talavera

El pasado 8 de mayo de 2025, la Plaza de San Pedro volvió a rugir con fuerza: un nuevo Papa, un nuevo nombre, y un nuevo horizonte para la Iglesia Católica. Robert Francis Prevost, estadounidense con alma latinoamericana, elegido como León XIV, asumió el timón de una institución milenaria que vive uno de sus momentos más complejos y decisivos.

Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordoñez T.

Con 69 años y una historia de servicio en Perú y otros países del continente, León XIV hereda tanto la fuerza reformadora de su antecesor como las tensiones no resueltas que convulsionan los cimientos del Vaticano. Los desafíos son múltiples y profundos, pero también ofrecen la oportunidad de renovar la confianza y el sentido de pertenencia en millones de fieles en el mundo. Apuntémoslos, uno por uno.

Una Iglesia católica dividida.

El pontificado de Francisco dejó importantes avances, pero también sembró tensiones internas entre sectores progresistas y conservadores. La polarización no es nueva, pero ha ganado intensidad, especialmente en temas como el celibato, la diversidad sexual, y el papel de las mujeres. León XIV deberá actuar como un gran equilibrista: firme en convicciones, pero abierto al diálogo; pastor cercano, pero líder con autoridad.

Mantener la unidad sin sofocar el debate interno será clave. La religión católica no puede permitirse un cisma silencioso. León XIV debe tender puentes entre tradiciones y modernidad, entre las voces que claman por apertura y las que defienden la ortodoxia. Su perfil pastoral y su cercanía con América Latina podrían ser su mejor carta para lograrlo.

Crisis económica: Finanzas al Límite.

Uno de los retos más urgentes es la crisis económica que atraviesa el Vaticano. La caída estrepitosa de donativos, el déficit presupuestal que ronda los 30 millones de euros anuales y la pesada carga de sueldos y pensiones para miles de empleados son señales de alarma. León XIV no solo necesita recortar gastos con sensatez, sino también encontrar nuevas formas de financiamiento ético, sin comprometer la esencia espiritual del Vaticano.

La transparencia financiera y la gestión eficiente no son asuntos secundarios: son condiciones necesarias para recuperar la credibilidad y garantizar la sostenibilidad de las obras sociales, misiones y proyectos educativos que sostienen millones de vidas.

El Papel de la Mujer

Aunque se han dado pasos hacia una mayor participación de la mujer en la Iglesia, la brecha sigue siendo enorme. Las mujeres sostienen gran parte del trabajo pastoral, educativo y social del catolicismo, pero siguen excluidas de la toma de decisiones de mayor nivel.

León XIV tiene la oportunidad —y la obligación moral— de abrir un diálogo sincero y concreto sobre el acceso de las mujeres a ministerios más amplios, incluidos aquellos roles que hoy están reservados solo para varones. No se trata solo de equidad, sino de reconocer con justicia el rostro femenino de la fe.

Abusos Sexuales: Justicia Sin Excusas.

La herida de los abusos sexuales sigue abierta. Aunque se han adoptado protocolos y se han hecho avances, aún hay diócesis que actúan con opacidad o lentitud. León XIV deberá liderar con determinación un proceso de limpieza profunda: no más encubrimientos, no más silencios.

El mundo espera una Iglesia sin miedo a la verdad, que escuche a las víctimas, que repare con justicia y que garantice que nunca más el poder religioso sirva como escudo para la impunidad.

Una Voz de Paz en un Mundo en Guerra.

El nuevo Papa también enfrenta un mundo convulso: conflictos armados, crisis migratorias, cambio climático y una creciente indiferencia espiritual. León XIV ha empezado su pontificado con un llamado a la paz y al encuentro entre pueblos. No es casual: su experiencia misionera, su contacto con comunidades marginadas y su carácter conciliador le dan autoridad moral para convertirse en una voz de paz con peso geopolítico.

Frente al avance del individualismo, el cinismo y el fanatismo, León XIV puede volver a hacer de la Iglesia una plataforma de escucha, mediación y servicio.

Un Papa con el Reto de Conectar

En un mundo que ya no cree fácilmente en las instituciones, León XIV tendrá que hacer lo que Francisco inició: bajar del trono, caminar entre la gente, hablar su idioma, y ofrecer respuestas reales. La Iglesia no puede ser solo una voz moral; debe ser un testimonio de esperanza concreta.

Su pontificado apenas comienza, pero los pasos que dé en estos primeros meses marcarán el tono de su legado.  (Y una caída cada vez más aguda de católicos) ¿Será León XIV el Papa que reconstruya los puentes rotos entre la fe católica y el mundo? Hay razones para creer que sí. Pero también muchas heridas que sanar, y estructuras que transformar.

La historia lo espera. Y millones de creyentes católicos también.

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