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Sismo de 6.6 al este de Indonesia; descartan alerta de tsunami

TOKIO, 21 de abril.- Un fuerte sismo de magnitud 6.6 grados en la escala de Richter sacudió la región de Papúa Occidental, en el este de Indonesia, que provocó escenas de pánico en las localidades afectadas, pero no se emitió alerta de tsunami.

Las autoridades señalaron este sábado que no había amenaza de un tsunami, y que el área más afectada fue la ciudad de Ransiki en el oeste de Papúa, donde estudiantes que asistían a clases salieron corriendo de sus respectivas escuelas.

El epicentro del temblor se ubicó a 29.8 kilómetros de profundidad y a 83 kilómetros al sureste de Manokwari, la capital provincia, señaló la agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica de Indonesia (BMKG).

Por su parte, el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió en su página de internet una alerta verde de Tsunami, en la que descartó una amenaza destructiva de las olas emitidas como resultado del sismo.

A lo largo del día se habían producido en la región cuatro temblores, cuya la magnitud varió entre los 5.2 y los 6.1 grados de magnitud en la escala de Richter.

Uno de ellos, de 6.1 grados, ocurrió a 427 kilometros al suroeste de Banda Aceh en el extremo norte de Sumatra, reportó en su página web Channel NewsAsia.

La provincia de Aceh fue sacudida a principios de este mes por dos grandes terremotos, lo que provocó una alerta de tsunami para 28 países a lo largo del océano Índico.

El pasado miércoles, Un fuerte sismo que alcanzó 7 grados de magnitud sacudió el este de Papúa Nueva Guinea, sin que se desencadenara una alerta de tsunami.

La isla de Nueva Guinea, cuya mitad occidental pertenece a Indonesia, se asienta sobre el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica en cuyo borde oriental también se asienta Chile.

Fg

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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