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¿Un ‘dragón’ de dos cabezas? Cómo el avión más avanzado de China puede convertirse en una pesadilla para los enemigos

Una versión biplaza del avión de combate más avanzado de China, el J-20, podría interferir los equipos electrónicos enemigos y desplegar enjambres de drones, según la revista militar china Ordnance Industry Science Technology.

El artículo explica que la aparición de una versión del caza con dos asientos se debe a que la misión del J-20 se ha diversificado y Pekín «necesita un avión de combate más capaz».

«Una pesadilla para los equipos electrónicos enemigos»

La publicación pronostica que la versión biplaza estaría equipada con equipos electrónicos más avanzados que los que se encuentran en otras aeronaves chinas similares.

Además, predice que el piloto delantero estaría a los mandos de la aeronave, mientras que el piloto de detrás controlaría la plataforma de inferencia electrónica, «convirtiendo al J-20 en una pesadilla para los equipos electrónicos enemigos», recoge South China Morning Post.

El segundo miembro de la tripulación también podría controlar una flota de apoyo de drones que podrían actuar a modo de «cebo» para atraer aviones enemigos o aeronaves furtivas. Además, pueden recopilar inteligencia, llevar a cabo ataques contra sistemas de defensa aérea y ganar «superioridad aérea», enfatiza el artículo.

El J-20, también conocido como ‘Dragón Poderoso’, es un caza de quinta generación con capacidades de sigilo y de ataque de precisión. Los primeros aviones entraron en servicio en marzo de 2017. Durante mucho tiempo se ha especulado sobre si China podría desarrollar una variante de dos asientos de la aeronave, el primer caza de quinta generación con esta configuración.

A principios de este año, la Corporación de la Industria de la Aviación de China (AVIC), de propiedad estatal, publicó por primera vez una imagen generada por computadora de la versión biplaza del J-20.

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Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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