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Opinión

¡Viva España, España viva! Por Raúl Saucedo

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Ecos dominicales

El pasado Domingo 23 de Julio un escenario político donde las expectativas no pronosticaban su victoria, Pedro Sánchez, actual presidente de España y candidato del PSOE, sorprendió al mundo al celebrar los resultados de las elecciones generales como un triunfador, a pesar de quedar en segundo lugar. A través de una hábil gestión de expectativas y emociones Sánchez superó las proyecciones de voto y escaños, aumentando su presencia de manera mínima en el Congreso de los Diputados de 120 a 122.

La estrategia de Pedro Sánchez fue una combinación de astucia y emociones. Consciente de las expectativas bajas sobre su victoria, utilizó el miedo como instrumento movilizador al advertir a sus votantes sobre la posibilidad de un gobierno de derecha liderado por el Partido Popular (PP) con el apoyo de la extrema derecha de Vox. Aprovechando el escenario político post-elecciones municipales (28 de mayo), adelantó las elecciones generales a julio, tomando el control del proceso electoral y evitando la competencia interna en su partido.

Sánchez también recurrió al componente emocional, haciendo hincapié en el riesgo de que Vox alcanzara el poder en Madrid. A través de debates y discursos, se presentó como la alternativa para evitar el avance de la ultraderecha y la pérdida de los avances de las políticas socialistas, como la reforma laboral y el salario mínimo vital. En este contexto, Sánchez estableció su papel como protector de los logros progresistas, convocando a su voto duro.

La gestión eficiente de las redes sociales también desempeñó un papel crucial en la estrategia de Sánchez. Aprovechandolas redes sociales, implementó una campaña micro segmentada que tuvo éxito en provincias, generando un impacto en la población y proyectando su mensaje de miedo a la ultraderecha.

La alianza con Sumar, un movimiento liderado por la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, añadió una dimensión adicional a la estrategia. Díaz canalizó el miedo a Vox y al mismo tiempo transmitió dosis de ilusión y esperanza con un enfoque progresista. Esta coalición no solo benefició a Díaz, sino también a Sánchez, al generar menos énfasis en el electorado socialista que la asociada a Podemos y su antiguo líder, Pablo Iglesias.

En este contexto, la estrategia de Pedro Sánchez se eleva como un ejemplo de cómo la gestión de expectativas, la combinación de miedo y emociones, y el uso eficiente de las redes sociales pueden influir en el resultado de unas elecciones. A través de su narrativa política hábilmente tejida, Sánchez logró sortear las bajas expectativas y transformar su imagen en la mente del electorado español.

En México las próximas elecciones estarán por desarrollarse muy probablemente y como acostumbradamente con asesores fieles a Sabina y la paella… ¡Olé!

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Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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