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Opinión

Vivir para vivir. Por Itali Heide

Itali Heide

No solemos dedicar tiempo a sentirnos agradecidos. Para ser justos, no es algo que resulte fácil. En un mundo en el que estar constantemente ocupado parece ser la norma, a menudo se nos roban los momentos que nos hacen olvidar todo el estrés y las preocupaciones.

Podemos estar paseando por un camino en el bosque y preocupándonos por un correo electrónico que tenemos que responder. Pasar tiempo con la familia queda a veces en segundo plano frente al universo de inquietudes de nuestra mente. Incluso el simple hecho de tumbarnos en el sillón a ver una película puede hacernos sentir culpables por no ser productivos.

Dice mucho de la sociedad que nos sintamos culpables por dedicarnos tiempo a nosotros mismos. No faltan los conferencistas motivacionales que dicen que cada momento debe estar lleno de productividad, que es necesario dejar pasar la vida con tal de trabajar a todas horas y que el tiempo de descanso es tiempo perdido.

Esta no es la forma en que la humanidad está destinada a disfrutar de la vida. Claro que es importante trabajar, pero es mucho más importante disfrutar de los momentos que la vida nos pide que apreciemos fuera de ella. Una conversación con un amigo tomando un café, una aventura en el campo con la familia, un día en la ciudad descubriendo cada rincón escondido. Estas cosas no son accesibles para quienes no sólo carecen de tiempo, sino también de dinero, porque su tiempo lo consuma el trabajo.

Para muchos, la realidad es que no pueden tomarse un momento para sí mismos. En el mundo moderno, tener tiempo es un privilegio que pocos pueden disfrutar. Sobran las personas que hacen todo lo posible para mantener a sus familias con horarios inhumanos y sueldos aún peores, luchando por llevar la comida a la mesa, sufrir dolores y molestias con el trabajo intensivo, y el tiempo de descanso es lo último en lo que piensan.

Trabajar no es algo malo, en teoría y en la práctica. Es importante sentirse valorado, apreciado y saber que el trabajo duro da sus frutos permitiéndonos vivir nuestra vida como queremos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿vivimos para trabajar o trabajamos para vivir? Para aquellos que tienen el privilegio de dedicar algunas horas de su día a hacer cosas que realmente les emocionan o simplemente a descansar, es imperativo que lo hagan.

Sin embargo, no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas que no tienen elección. Mientras que muchos de nosotros nos quejamos de nuestras tareas cotidianas, otros tienen uno, dos, tres o incluso cuatro trabajos sólo para salir adelante. No les queda mucho para ir al cine, para salir a comer un corte y una cerveza, para hacer una escapada de fin de semana a algún pueblo cercano.

El mundo moderno quiere hacernos creer que somos inútiles si no trabajamos a todas las horas posibles. Esto simplemente no es cierto. Estamos hechos para caminar descalzos sobre el zacate recién cortado, respirar el aire en la cima de una montaña, caminar por la calle disfrutando de la diversidad de la humanidad, parar a comernos unos tostilocos en la esquina, pasar un día sumergiendo los dedos de los pies en la arena, ver florecer lentamente las flores que nos rodean, abrazar a nuestros seres queridos en cada oportunidad, comer una pizza sin preocuparnos por las calorías, correr por un camino arbolado sin importarnos cuántas calorías estamos quemando, recoger bonitas piedras por el camino, ver a las ardillas trepar por los árboles que son su hogar, vernos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a nuestros padres crecer y envejecer.

El trabajo es un mal necesario, pero no debe ser el centro de toda nuestra existencia. Hay que permitirnos descansar, existir, jugar, admirar, ser curioso, vivir el momento que la vida le ha regalado.

Opinión

Diplomacia. Por Raúl Saucedo

Estirar la liga

En un mundo interconectado y globalizado, la diplomacia como máxima de la política entre las naciones se erige como un pilar fundamental para el mantenimiento de la paz, la estabilidad y la cooperación. La importancia de la diplomacia radica en su capacidad para resolver conflictos, fomentar el diálogo y promover el entendimiento mutuo en un escenario internacional cada vez más complejo y diverso.

La diplomacia, en su esencia, consiste en el arte de la negociación y el manejo de las relaciones internacionales entre los países. A través del diálogo y la negociación, los diplomáticos buscan alcanzar acuerdos y soluciones que beneficien a todas las partes involucradas. En un mundo marcado por la interdependencia y la multiplicidad de actores internacionales, la diplomacia se convierte en una herramienta indispensable para abordar los desafíos globales, como el cambio climático, las guerras, la migración y la inequidad de la riqueza.

Conforme a lo antes expuesto querido lector usted habrá de traer a su pensamiento lo recientes sucesos en el país de Ecuador, donde la diplomacia (si es que existió) fracaso a tal modo dejó como estela imágenes de la irrupción de las fuerzas del orden ecuatorianas en la sede diplomática de México en aquel país Sudamericano.

Pero que es lo que esconde este “asalto” y falta grave a la diplomacia internacional, permítame tratar de resumirlo, antes de ello pongo a referencia para su consulta una columna que escribí en el pasado mes de enero donde hablo precisamente del perfil del presidente de ecuador Daniel Noboa (1).

Vayamos pues. La interrupción a una sede diplomática no es una acción tomada a la ligera, sino que implica la participación de fuerzas armadas, empresarios, partidos políticos y miembros del gobierno, y se planifica cuidadosamente considerando sus repercusiones. En el caso del asalto a la embajada de México en Quito por parte de la policía ecuatoriana, se sugiere que esta acción fue plenamente planificada, lo que lleva a cuestionar la verdadera autoridad del presidente ecuatoriano sugiriendo que su padre, el empresario Álvaro Noboa (Perdedor de 5 contiendas presidenciales), ejerce el poder en la sombra. Aunque la crisis diplomática resultante pueda revertirse a corto plazo, Ecuador logra momentáneamente su objetivo de impedir la salida al exilio del ex vicepresidente Jorge Glas Espinel.

Jorge Glas Espinel quien es el epicentro de la disputa diplomática fue vicepresidente de dicho país durante 2 periodos (Rafael Correa y Lenin Moreno), durante ese periodo Glas fue condenado a 8 años de cárcel por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebretch, en un caso que abarca diferentes gobiernos de toda América Latina,  entre ellos México.

Jorge Glas Espinel. Salió del gobierno de Lenin Moreno y se entregó a las autoridades para cumplir su condena, pero por medio de los recursos jurídicos pudo obtener la libertad condicional a la mitad de su condena. Los procesos en su contra se mantuvieron y a finales de 2023, ya durante el gobierno de Daniel Noboa, lo citaron para que diera explicaciones

sobre el manejo de fondos sobre el terremoto que había ocurrido en la provincia de Manabí, (7 años antes).

Glas entonces buscó refugio diplomático en la embajada de México. Durante estos meses, las acciones judiciales para que el gobierno de México lo entregara no tuvieron éxito, acogiéndose nuestro país a la figura de “huésped” misma que no existe en el derecho internacional, no fue sino hasta las declaraciones del ejecutivo federal sobre el pasado proceso ecuatoriano donde empezó la tensión entre las naciones, declarando la no gratitud de la presencia de la embajadora de México en Ecuador y la declaración del asilo político de Glas misma que quizá fue tardía y sobre reaccionada ya con el conflicto encima.

Todo lo anterior expuesto desencadenó que la madrugada de este sábado un grupo de uniformados entró por la fuerza y en forma irregular a la sede diplomática y se llevó por la fuerza al dos veces vicepresidente Glas.

A la fecha México ha sido arropado por diferentes naciones y organizaciones internacionales referente a los sucesos, esto no puede marcar una directriz referente al futuro de las naciones, la respuesta tiene que ser enérgica y contundente.

Mientras los juristas y jugadores de padel definen como territorio mexicano la Embajada, yo apelo solamente a la condición de extraterritorialidad en el espacio de las casonas. Mientras tanto hago votos para que la situación se resarza silbando y cantando aquella del maestro Joaquín Sabina…. “De Sobra sabes que eres la primera.”

(1) https://segundoasegundo.com/el-milenial-por-raul-saucedo/

@Raul_Saucedo rsaucedo@uach.mx

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