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Policiaca

Detienen a dos, uno por robar una moto y otro por asaltar un ciber café

Agentes de la Policía Ministerial, adscritos a la Unidad de Órdenes de Aprehensión, ejecutaron el día de hoy un mandato de arresto en contra de Santiago García Ramírez y Erick Raúl González Barrón por el delito de robo con penalidad agravada. A ellos se les imputa haber cometido el ilícito en hechos distintos.

Agentes de la Policía Ministerial, adscritos a la Unidad de Órdenes de Aprehensión, ejecutaron el día de hoy moto y ciberun mandato de arresto en contra de Santiago García Ramírez y Erick Raúl González Barrón por el delito de robo con penalidad agravada. A ellos se les imputa haber cometido el ilícito en hechos distintos.

Santiago García Ramírez se desempeñaba como cobrador de la moral ofendida, cuando el día 15 de marzo del 2010, el gerente le solicitó que entregara la motocicleta que tenía asignada como herramienta de trabajo; sin embargo, éste se negó y desde entonces ya no se presentó a laborar.

Ante ello, la empresa interpuso la denuncia en la Fiscalía Zona Centro, donde se documentó que la motocicleta tiene un valor de 14 mil 300 pesos.

Por su parte, Erick Raúl González Barrón, ingresó a un Ciber Café y con arma de fuego, les gritó a los clientes que era un asalto, por lo que les exigió que se tiraran al piso, despojándolos de dos lap tops, un teléfono celular y una cartera con 200 pesos, para posteriormente huir del lugar.

González Barrón de 21 años de edad, fue interceptado por los elementos policíacos, cuando transitaba por la colonia Industrial, lugar en donde se le ejecutó la orden de aprehensión.

Ambos sujetos, Santiago García Ramírez y Erick Raúl González Barrón, serán presentados ante un Juez de Garantías para llevar a cabo el proceso por el delito que se les imputa a cada uno.

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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