Este viernes se presentará el Informe de Gobierno. No se sabe si será el aún gobernador César Duarte quien lo entregará, o si pronunciará discurso con el consabido riesgo que lleva. También existe la posibilidad de que ni se aparezca, y mande al secretario Mario Trevizo a hacer el mandado, para evitarse la lluvia de flechas que le tendrían preparada. Su despedida.

La forma pesa más que el fondo. A nadie le importa mucho si hubo o no avance en materias tan importantes como seguridad, empleo, combate a la pobreza, educación y salud pública. Lo que todos quieren ver es el show político en el que el gobernador sin duda saldrá algo raspado y hasta humillado, pero la apuesta es a cómo manejará el tema, si se aventará una bravuconada de la que sólo mucha habilidad y negociación lo sacaría airoso, o mejor ni se expone.

Los resultados son desastrosos. Más allá de las cifras que pretenda imponer a la realidad que viven a diario los chihuahuenses, esta última es la que vale. A nadie le sirve que se presuma un gasto en salud que lo único que dejó saludable fueron las finanzas personales de unos cuántos, o que se cacareen obras multimillonarias que no sirvieron para nada, como el ViveBús. Esto por no mencionar la quiebra y el endeudamiento. Del enriquecimiento meteórico e inexplicable mejor ni hablamos.

El año pasado no fue por su accidente. El helicópterazo —nunca aclarado— lo dejó lastimado de la espalda y por eso ya le tocó una vez a Trevizo hacer la entrega. Lo que queda en la duda, más por el morbo que por su trascendencia, es si se atreverá a salir a dar el Grito y recibir la rechifla que seguro le tendrán preparada. También está la opción de subirle a todo a las bocinas y hacer como que no escucha nada. Por lo pronto, en la Líber ya están empezando a venderse rayos láser para los malosos.

Javier Corral no fue invitado. El gobernador electo sigue recibiendo los patéticos desaires de quienes están atrapados en sus fracasos y ansiedades personales. Primero fue el presidente Peña Nieto, quien le cerró las puertas para, inexplicablemente, abrírselas de par en par a Donald Trump en el que pudo ser el error político más grave del año y hasta del sexenio, a menos que se aviente una puntada peor, no lo dude.

La crisis se agudiza. Los estragos por el salto al vacío político que hizo el presidente están apenas por calcularse. Hubo indignación y mucha. Casi 130 millones de mexicanos, sin distingo de razas, credos ni partidos, y en especial los que están fuera del país, abuchearon al presidente y le recordaron que lo cortés no quita lo valiente, y que le faltaron arrestos para decirle a Trump un mensaje homologado: los mexicanos tenemos dignidad y, aunque no parezca, nos la tomamos muy en serio cuando de nuestros símbolos se trata. No por nada somos una sociedad hipersimbolizada.

El Congreso también sacará limpias las cuentas públicas. Parece que el gobernador Javier Corral no quiere abrir más frentes de los que puede abarcar, pues bastante chamba tendrá para poder cumplir su principal promesa de campaña: obligar al gobernador saliente a rendir cuentas y, en su caso, pagar las consecuencias por los posibles actos de corrupción, enriquecimiento ilícito y uso indebido del poder público. Un rata, pues.

Marco Quezada y ‘Teto’ Murguía tendrán un pesar menos. Los exalcaldes dejan de sentir la bota sobre su entrepierna y podrán respirar a gusto. Derrotados pero a gusto. Recordemos que Duarte usó este recurso para mantenerlos a raya durante las elecciones, y así enfriar sus aspiraciones que igual hubieran acabado estrelladas, aunque falta ver si un Marco Quezada hubiera hecho un papel más decente en la campaña. Igual hubiera perdido, pero no tan gacho.

Pero lo importante es Juan Gabriel. El Congreso ya preparó sesión extraordinaria, el Ayuntamiento de Juárez lo nombrará hijo predilecto, y el gobernador César Duarte podrá haber salido del corazón de los chihuahuenses, pero ahora está capitalizando esa cercanía que tanto le costó al erario y será él, y sólo él.

Primero será despedido en Juárez, antes que en Bellas Artes. El gobernador busca así sacar provecho de la relación que mantuvo con el ‘Divo de Juárez’ y hasta quiere instaurar un museo, homenajes, pachangones, como si tuviera tiempo. Se le olvida que sus días en la gubernatura están contados, y aseguran que sus días de libertad también.