Conecta con nosotros

Slider Principal

Estos son los momentos más simbólicos del funeral de la reina Isabel II

El funeral de Estado por la reina Isabel II se ofició con toda la pompa y ceremonia tradicionales británicas en la abadía de Westminster.

Por Redacción – BBC News Mundo

19 de Septiembre de 2022
Ad
BBC News | Mundo
El féretro de la reina Isabel II
Getty Images

Reino Unido dijo hoy adiós a la reina Isabel II en un funeral de Estado marcado por la emoción, la tradición y la ceremonia para despedir a la monarca que reinó por más de 70 años.

A continuación los momentos más simbólicos del funeral:

1. Suena la campana tenor durante 96 minutos

La campana tenor sonó cada minuto durante 96 minutos, una por cada año de vida de la reina Isabel II, antes de que comenzara el funeral de Estado en la Abadía de Westminster, en el centro de Londres.

La abadía es el edificio en el que históricamente los reyes y las reinas británicos son coronados, entre ellos la propia Isabel II en 1953. La monarca también celebró allí su boda con el príncipe Felipe en 1947.

No se ha celebrado una ceremonia funeraria por un monarca en la abadía desde el siglo XVIII, aunque el funeral de la reina madre tuvo lugar allí en 2002. El rey Jorge II fue el último monarca en recibir este honor.

2. Ceremonia en la Abadía de Westminster

El féretro de la reina Isabel II en la Abadía de Westminster
Getty Images

El féretro de la reina Isabel II estaba cubierto por el estandarte real, un orbe, el cetro y la corona imperial del Estado.

  • La corona imperial del Estado simboliza la soberanía del monarca y está hecha de oro y adornada con 2 868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 269 perlas y cuatro rubíes.
  • El orbe es un globo dorado con una cruz, que recuerda al monarca que su poder viene de Dios. La cruz sobre el globo representa que el mundo es dominio de Cristo y que el monarca es representante de Dios en la Tierra. Se hizo para la coronación de Carlos II en 1661.
  • El cetro por su parte es uno de los dos que se usan en la ceremonia de la coronación y es conocido como el Cetro del Soberano con la Cruz que representa el poder temporal del rey o la reina y se asocia con la buena gobernanza. Se ha usado en todas las coronaciones desde 1661.
  • El estandarte real que cubre el féretro es el que los monarcas usan en Inglaterra, Irlanda del Norte y Gales. La enseña está dividida en cuatro campos: dos de ellos están ocupados por tres leones que representan a Inglaterra, uno por un león rampante que simboliza a Escocia y otro por el arpa de Irlanda. En Escocia, dos campos de la bandera real están ocupados por el león rampante, uno por los tres leones ingleses y otro por el arpa irlandesa.

La corona de flores sobre el ataúd de la reina contenía -a petición del rey- romero, roble inglés y flores de mirto, que se ha cortado de una planta cultivada a partir del mirto que estaba en el ramo de novia de la reina. También hay flores, en tonos dorados, rosas y burdeos intenso, con toques de blanco, cortadas de los jardines de las residencias reales. Estaba acompañada de una tarjeta del rey para su difunta madre: «En memoria cariñosa y devota. Carlos R».

La música ocupó una parte importante de la ceremonia.

El Coro de la Abadía de Westminster y el Coro de la Capilla Real, bajo la dirección de James O’Donnell, organista y maestro de coristas fueron los encargados de la música donde se pudo escuchar, entre otros himnos, «El Señor es mi pastor, nada me falta», basado en el Salmo 23, que se entonó en la boda de la entonces princesa Isabel y el teniente Philip Mountbatten en 1947. La reina perdió a su esposo en abril del año pasado, tras más de 70 años de matrimonio.

Miembros de la familia real e invitados cantan mientras el féretro de la reina Isabel II, cubierto con el estandarte real, yace junto al altar de la Abadía de Westminster
Getty Images

La ceremonia concluyó con dos minutos de silencio seguidos del Himno Nacional y un lamento del gaitero de la Reina, «Duerme querida, duerme» (Sleep, dearie, sleep). La gaita es un reconocimiento al afecto de Isabel II a Escocia donde falleció la monarca y a sus raíces familiares.

El grupo de portadores volvió a llevar el féretro de la reina de vuelta a través de la Gran Puerta Oeste de la Abadía de Westminster y fue colocado en el carruaje de armas para emprender la procesión desde la abadía hasta el Arco de Wellington acompañada de marchas fúnebres de Ludwig van Beethoven, Felix Mendelssohn y Frédéric François Chopin.

El féretro sale de la Abadía de Westminster
Getty Images

3. Pasa por delante del Palacio de Buckingham

El cortejo fúnebre pasó por delante del Palacio de Buckingham. de 775 habitaciones, el principal hogar familiar de la reina durante 67 años, desde su coronación hasta el inicio de la pandemia en 2020 y donde se convirtió en madre.

El cortejo fúnebre pasa por delante del Palacio de Buckingham
Getty Images

Los miembros del personal del Palacio de Buckingham se reunieron frente al edificio mientras el féretro de la reina Isabel II pasaba por el monumento a la Reina Victoria.

El monumento, de unos 25 metros de altura y construido con más de 2.000 toneladas de mármol, se instaló en 1901 para conmemorar la muerte de la tatarabuela de Isabel.

Cortejo fúnebre pasando por delante del monumento de Victoria
Getty Images

Los encargados de llevar el «State Gun Carriage», el carro de artillería de la Marina Real, fueron 142 marineros. La última vez que se vio este armón de artillería fue en 1979 para el funeral del tío del príncipe Felipe, Lord Mountbatten. También se usó con el padre de la reina, Jorge VI, en 1952.

La tradición de los marineros tirando del carro de artillería se remonta al funeral de Estado de la reina Victoria, en 1901, cuando los caballos que tiraban del féretro se asustaran durante la procesión, y casi volcaron el féretro.

La Marina Real llevando el féretro de la reina Isabel II
Getty Images

La reina fue el primer miembro femenino de la Familia Real que sirvió en las fuerzas armadas, en 1945. Como jefa de las Fuerzas Armadas, ostentó más de 50 rangos y nombramientos en el Servicio Armado del Reino Unido y la Commonwealth.

Las campanas del Big Ben sonaron a intervalos de un minuto mientras el cortejo se movía lentamente por las calles de la capital. También se dispararon cañonazos cada minuto desde Hyde Park.

Antes del Palacio de Buckingham, el cortejo pasó por delante del Cenotafio (que recuerda los sacrificios de los miembros de las fuerzas armadas y los civiles en tiempos de guerra, específicamente desde la Primera Guerra Mundial), un lugar importante para la reina que venía aquí cada año para el Domingo del Recuerdo a depositar coronas de flores. Un acto al que rara vez faltó durante sus siete décadas en el trono.

4. Atraviesa el Arco de Wellington

La procesión llegó a su destino tras una marcha solemne de unos 45 minutos.

El féretro de la reina Isabel II atraviesa el Arco de Wellington
Getty Images

El Arco de Wellington se construyó originalmente en la década de 1820 como entrada al Palacio de Buckingham, pero se trasladó a su ubicación actual seis décadas más tarde, para conmemorar la derrota de Napoleón por el Duque de Wellington.

Es uno de los monumentos más conocidos de Londres y está coronado por la mayor escultura de bronce de Europa, que representa al ángel de la paz.

Coche fúnebre con el féretro de la reina Isabel II
Getty Images

Allí terminó el cortejo fúnebre de la reina Isabel II. A continuación fue colocada en el coche fúnebre de Estado para ser trasladada al Castillo de Windsor.

El castillo, que ha sido habitado sin interrupción por 40 monarcas a lo largo de casi 1.000 años, ha tenido una importancia especial para la reina a lo largo de toda su vida.

Cuando era adolescente, fue enviada allí durante la Segunda Guerra Mundial cuando Londres se enfrentaba a la amenaza de los bombardeos.

Más recientemente, lo convirtió en su hogar permanente durante la pandemia.

Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descargnuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.

Fuente: Eluniversal.com.mx

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto