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Quiénes son los tres periodistas españoles desaparecidos en Siria

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Fueron a poner el foco donde pocos se animan. Querían recorrer Siria para mostrar el drama humano detrás de la guerra civil en ese país y el asedio del grupo terrorista Estado Islámico. Para eso llegaron el 10 de julio a Aleppo. Por eso desaparecieron dos días después.

Ángel Sastre -que vive en Buenos Aires-, José Manuel López y Antonio Pampliega son los tres periodistas españoles que trabajan bajo la modalidad «freelance» y que entraron juntos a Siria desde el sur de Turquía el 10 de julio, como lo habían hecho en 2013.

Hoy, el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, afirmó que España está trabajando «en plena actividad» para encontrar a los tres periodistas, de los que nada se sabe desde hace diez días.

El director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdel Rahman, afirmó que los periodistas fueron llevados hace ocho días por un grupo de hombres enmascarados «con vestimenta afgana», que los trasladó hacia un lugar desconocido.

El director del grupo opositor sirio, que tiene su sede en Londres, indicó que la última vez que fueron vistos estaban en una zona controlada por los rebeldes en un barrio oriental de la ciudad de Aleppo.

ÁNGEL SASTRE

 
Ángel Sastre vive en Buenos Aires. 

Ángel Sastre Canelas vive en Buenos Aires, la base desde donde cubre las noticias de América latina para el diario La Razón, Onda Cero y Cuatro, de España, para los que trabaja como colaborador. Sin embargo, su pasión es la cobertura desde zonas de conflicto, que realiza como freelance.

Sastre, extremeño y de 35 años, centró su trabajo de los últimos dos años en Siria e Irak, ambos países epicentro del poder del grupo jihadista Estado Islámico.

«Si vas a Siria, estás expuesto desde que entras a que te secuestren o te maten»

«Si vas a Siria, estás expuesto desde que entras a que te secuestren o te maten», dijo Sastre en una entrevista con la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) publicada en enero de 2014. Allí, afirmó, «los periodistas trabajan en condiciones de extrema peligrosidad desde el momento en que pisas el país eres un objetivo militar o económico y pueden secuestrarte. Desde que entras en el país, hay gente buscándote para secuestrarte. Provoca una sensación de claustrofobia y de miedo».

Sastre también realizó notas y documentales para denunciar violaciones de los derechos humanos desde países como Ucrania, Qatar, Panamá, Colombia, Brasil y Venezuela.

«Recorro con mi cámara toda América Latina y otras zonas en conflicto. Con el corazón partido entre América Latina y Oriente Medio», se describe a sí mismo en su cuenta de Twitter. En esa red social, su último mensaje es del 10 de julio, cuando escribió desde Turquía la palabra «coraje» en español, francés y árabe.

En 2010, el periodista español recibió el Premio Larra de la APM para periodistas menores de 30 años y ha cubierto acontecimientos políticos y sociales para medios como la extinta emisora de televisión CNN +, Telecinco y El Confidencial.

ANTONIO PAMPLIEGA

 
Antonio Pampliega grabó varios documentales en zonas de conflicto. 

Antonio Pampliega es madrileño, tiene 33 años y desde 2008 recorre «un mundo en guerra», como él mismo explica en su blog.

Viajó por Irak, Líbano, Paquistán, Egipto, Afganistán, Haiti, Honduras, Siria, Somalia y Sudán del Sur.

Buen conocedor de la región de Medio Oriente, ha viajado en varias ocasiones a Siria y ha informado sobre el conflicto para diarios como El Mundo, El País, Público, La Voz de Galicia, Neupic, canales como BBC, CNN, Cuatro, y agencias de noticias internacionales. Además, publicó el libro La vida más allá de la batalla, sobre sus experiencias como reportero de guerra en Afganistán.

«Voy a una guerra sabiendo de antemano que puedo morir»

Entre sus últimos trabajos, figuran dos duros documentales sobre la guerra jihadista en Siria emitidos por el canal español Cuatro. «Voy a una guerra sabiendo de antemano que puedo morir. Pero yo elijo, porque entiendo el periodismo como un compromiso, y mi compromiso aquí es con los sirios porque me han salvado muchas veces», decía Pampliega.

Cuando viajó a Siria en 2013, conoció a su colega estadounidense James Foley, decapitado por Estado Islámico en un video que estremeció al mundo. Pampliega publicó un artículo en el diario.es para homenajear a su amigo, en el que destacó: «Jim nos demostró a todos que nuestro trabajo está, incluso, encima de nuestras propias vidas y de nuestros seres queridos».

JOSÉ MANUEL LÓPEZ

 
José Manuel López, de 44 años. 

El fotoperiodista José Manuel López, un leonés de 44 años, acumula una larga trayectoria como corresponsal de guerra con un trabajo marcado por la denuncia de las injusticias por los que ha recibido multitud de premios.

Hace apenas tres semanas recibió el Premio Marco Luchetta de fotografía por una imagen de niños somalíes jugando entre las ruinas de Mogadiscio.

Tras once años trabajando en el medio Crónica de León, López se dedicó de lleno a hacer reportajes humanos y seguir los conflictos internacionales más candentes como fotoperiodista freelance a tiempo completo. Una pasión por la imagen que lo ha llevado a Afganistán, Irak, Congo, Líbano, Palestina, Kosovo, Guatemala o Ucrania, entre otros destinos.

«Me gustaría pensar que mi trabajo puede ayudar a mejorar la vida de las personas que fotografío»

En los dos últimos años se ha centrado en la guerra de Siria, el conflicto de Sudán del Sur, Somalia o Irak como colaborador habitual de la Agencia France-Presse (AFP).

Ha publicado sus fotografías en medios de comunicación tan relevantes como The New York Times, The Guardian, Le Monde, El País o Der Sipiegel.

«Estoy centrado en cuestiones que tienen que ver con los conflictos sociales y la injusticia en el mundo, y me gustaría pensar que mi trabajo puede ayudar a mejorar la vida de las personas que fotografío», contó de sí mismo en su sitio.

Agencias EFE y DPA.

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Los retos de la Inteligencia Artificial ante un verano muy caliente

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El término “invierno de la inteligencia artificial” fue introducido por Roger Schank y Marvin Minsky en 1984, en la convención anual de la Asociación Norteamericana de Inteligencia Artificial (AAAI).

En ese encuentro advertían acerca de un probable estancamiento en el ámbito de la IA, caracterizado por una merma en el financiamiento y el entusiasmo hacia esta disciplina. La metáfora vino inspirada por el “invierno nuclear” del que se hablaba durante la Guerra Fría ante el riesgo de ataques con bombas atómicas, para ilustrar un periodo de declive, luego de una etapa de elevadas expectativas, respecto a las capacidades de la inteligencia artificial.

Cambio de narrativa

La revolución de la inteligencia artificial(IA) está marcando un antes y un después en diversas actividades profesionales, redefiniendo roles y automatizando ciertas funciones, particularmente aquellas caracterizadas por su repetitividad o la gestión de extensos volúmenes de datos.

Un informe del Departamento de Educación del Gobierno británico publicado a finales de 2023 evaluaba los posibles efectos de la IA en el mercado de trabajo de Reino Unido, señalando las debilidades de algunos puestos de trabajo. Algunos ejemplos que se encuentran en la línea de fuego de esta transformación tecnológica son: analistas de datos, periodistas, personal de back office, agentes bursátiles y traders, auditores y contables, consultores y analistas económicos, asesores financieros y analistas de riesgos financieros, entre otros.

IA y enriquecimiento global

McKinsey Global Institute ha examinado el impacto de la inteligencia artificial en campos como la economía y las finanzas, con un enfoque particular en su influencia en el ámbito laboral.

Los resultados de la investigación sugieren que, a pesar de los desafíos asociados con su adopción y absorción, la IA tiene el potencial de generar una actividad económica adicional a nivel global de entre 2,6 y 4,4 miles de millones de dólares anuales. Por ejemplo, el PIB español en 2021 fue de 1,4 mil millones de dólares. Esto aumentaría a nivel global el impacto de la inteligencia artificial en la economía entre un 15 y un 40 %.

El panorama de la IA ha experimentado un cambio significativo en los últimos años, con un marcado incremento tanto en su adopción como en la inversión por parte de las organizaciones. Desde 2017, la implantación de la IA se ha duplicado y actualmente más de la mitad de las empresas dedican más del 5 % de sus presupuestos para digitalización a esta tecnología.

Valor añadido e innovación

Ante el imparable avance de la inteligencia artificial, es momento de encarar la realidad: la entrada de la inteligencia artificial a las empresas afectará al trabajo de las personas, que deben reinventar su lugar en el mercado de trabajo.

Hay que evitar la llegada del “invierno del trabajo”: la formación de valor añadido y la habilidad de pensar de manera innovadora, lo que llaman “pensar fuera de la caja”, ya no son meros complementos sino requisitos indispensables para no verse relegados en sus funciones.

La innovación y la ética deben ir de la mano en este nuevo escenario, pero, sin una dosis de creatividad y aporte único, el desarrollo humano y el crecimiento profesional corren el riesgo de estancarse.

Este cambio de paradigma no admite términos medios: o los trabajadores se mantienen evolucionando constantemente o se quedarán atrás.

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