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Diana Spencer, un ideal que muchos siguen

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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de agosto.- Ideales, sueños, metas; algunos accesibles, otros, no tanto. Para ello existen los personajes, inventados o reales, o ambos. Así, algunos mortales podemos proyectarnos, identificarnos o realizarnos a través de ellos.

Existen, por ejemplo, las princesas de los cuentos de hadas o las reales, como Diana Spencer, mejor conocida como Lady Di.

Fue mujer, madre, esposa y amante, al igual que un ideal a seguir, un miembro más de las familias británicas o de cualquier otro lugar del mundo, pero también una marca y una inversión con un alto margen de ganancia.

Diana de Gales, la Reina de corazones, falleció el 31 de agosto de 1997 y, a 15 años de distancia, su imagen sigue tan vigente como en aquel entonces, debido a estereotipos, prototipos e imaginarios colectivos que existen en la sociedad, consideran estudiosos.

Nacida el 1 de julio de 1961 en Inglaterra, Diana Spencer se casó a los 20 años con el heredero al trono de la corona británica, Carlos, tras lo cual tomó el título de princesa de Gales. Casi un año después nació su hijo Guillermo y dos más tarde, Enrique.

Sus primeros años de matrimonio transcurrieron sin contratiempos evidentes, pero después de la mitad de la década, la prensa sensacionalista comenzó a asegurar que había problemas.

En 1992, debido a sus viajes en solitario como princesa de Gales años atrás, las diferencias se hicieron más evidentes; debido a eso y a otras desavenencias en la Casa Real Británica, la reina Isabel II, su suegra, lo calificó como un año terrible.

En 1995, 18 meses después que el príncipe Carlos hiciera públicas sus infidelidades y a la edición de un libro sobre Diana por el escritor Andrew Morton, Lady Di ofreció una entrevista a la BBC en la que reconocía también sus amoríos con otros hombres, la bulimia que padecía y que incluso intentó quitarse la vida.

Aquella charla se convirtió en un suceso televisivo, la cual fue vista por más de 20 millones de británicos, por hacer declaraciones que ponían en jaque a la Casa Real. Finalmente, en 1996, Diana se divorció de Carlos. Perdió el título de su alteza real, pero conservó el de princesa de Gales.

Los medios de comunicación y la prensa rosa se convirtieron en su aliado, pero también en su peor enemigo. Seguían cada uno de sus pasos y daban fe, por todo el mundo, de sus obras de caridad y sus actos de beneficencia —fue de las primeras celebridades en saludar de mano y convivir con personas infectadas por sida—, pero también de su relación con los famosos y de sus situaciones amorosas.

Diana se convirtió en un icono de moda, imitación y hasta de compasión por la ferocidad con la que fue tratada por la Corona Británica. Las revistas vendían miles de ejemplares y los periódicos daban primeras planas a sus actos.

¿Qué hacía que la gente se identificara con ella? Sonia Quintana Martínez, socióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México explica que se debía a la materialización de la creencia de que la gente en general puede ver cumplido el sueño de incorporarse al selecto y reducido grupo de la realeza, aunque Diana fuera noble y no plebeya, como sucedió con la esposa de su hijo Guillermo, Catalina Middleton.

“A los simpatizantes que ya tenía derivados de sus orígenes se le sumaron otros que se desprendieron de las dificultades que tuvo con su esposo Carlos y el rechazo de la reina, situaciones que la convirtieron en mártir de la Casa Real que tuvo el efecto de ganarle más adeptos o gente que le mostraba solidaridad a su situación.

“Además de ser la princesa rebelde que tomaba posiciones que contrariaban a la Casa Real y que demostró ser una efectivísima activista de causas humanitarias”, señaló Quintana Martínez, también con estudios de maestría por El Colegio de México.

Por su parte, Miguel Ángel González, especialista en Estudios de Género, subraya que al vivir en un imaginario colectivo, los personajes deben existir porque los necesitamos para sustentar muchas cosas.

“Diana sigue fomentando ese sueño y solidifica nuestra creencia para ese tipo de cosas.

“Su trayectoria fue marcando una pauta, pero de manera inconsciente, lo que lo hace realidad son los medios de comunicación y las cosas externas a ella; los medios la hicieron una marca”, detalla González.

“Aunque Diana Spencer tenía belleza y carisma”, comenta Quintana Martínez”, “considero que fue un producto de los medios a los que les brindó buenas ganancias con sus notas. Como dirían los economistas, era una inversión con una rapidísima tasa de retorno y un alto margen de ganancia.”

Pero también existe la parte mágica de Diana, considera la sicoanalista Lianed Gaytán, por lo que cualquiera podía identificarse con ella.

“Diana llegó a tanta gente por esta cuestión mágica, ser la princesa de los cuentos de hadas. No era de la monarquía, pero accedió a ella, puede ser una fuerte idealización, por las fantasías infantiles, con una princesa.”

Y el ideal, asegura Gaytán, siempre es necesario en una persona, la mueve.

“No se puede calificar de bueno o malo, es subjetivo, de cada uno.”

¿Identificarse con princesas en las postrimerías del siglo XX y en los albores del XXI y no con investigadoras, politólogas, médicos o presidentas?

“Las sociedades actuales tendemos a ‘comprar’ lo que viene en una buena envoltura y no se cuestiona la calidad del contenido.

“A quienes no vivimos bajo el influjo de la monarquía parlamentaria inglesa nos cuesta trabajo entender la importancia que tiene la realeza en la arquitectura institucional de un Estado nacional como el Reino Unido.

“La cinta La reina (Frears, 2006) ilustra un poco el vínculo que tiene la casa real con el primer ministro para el tratamiento de ciertos asuntos nacionales.

“Por otro lado existe la idea de las princesas que viven felices para siempre… Son parte de los prototipos de género que, desafortunadamente se siguen transmitiendo culturalmente en todas las latitudes”, explica Quintana Martínez, también académica de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Para ello, añade, basta ver las loncheras, mochilas y demas artículos con imágenes de princesas de Disney que se aprecian por las niñas en este inicio de clases y todos los artículos que se comercializan.

“Con esta idea de telón de fondo, lo que se hace no es sino perpetuar las desigualdades de género. Acaban de concluir las olimpiadas en Londres y fuimos testigos de la importancia protocolaria que tuvo la familia real tanto en la ceremonia de inauguración, como en la de cierre de ese gran evento deportivo”, dice.

El especialista Miguel Ángel González subraya que desde los estudios de genero existirá una sociedad equitativa cuando nos dejemos de sorprender cuando una mujer sea exitosa en un cargo que sea pensado para un hombre.

“Es algo que está muy marcado, sobre todo como algunas mujeres están actualmente o, desde antes, educadas.

“A la mujer se le ha educado que es una persona como pasiva, en el momento en el que alguien llega y la saca de ese ámbito o del lugar donde estaba y se convierte en algo muy grande, claro que sigue vigente, porque es una cuestión de estereotipos y que nunca dejan de formarnos”, asegura.

Diana de Gales falleció en un trágico accidente la madrugada del domingo 31 de agosto de 1997 en el Puente del Alma en París, Francia. Su memoria sigue vigente y quizá, como dijo su hermano Carlos Spencer el día de su funeral, “Lady Di fue una chica británica que trascendió la nacionalidad, alguien con una nobleza natural, más allá de las clases, quien probó en el último año, que no necesitaba un titulo real para seguir generando esa marca particular.”

 

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SocialMediaCUU explica porqué las redes sociales son trascendentales en las elecciones

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Los datos que proporciona el INE respecto de la lista nominal, es decir, la lista de personas que ya tienen credencial para votar, muestra un porcentaje muy amplio de gente joven que votará por primera vez. Entre sus principales características está el hecho de que utilizan principalmente medios digitales para informarse y, por su número, representan un valioso mercado para todos los partidos políticos.


 

En la lista nominal se cuentan poco más de 98 millones de personas, al corte de febrero de 2024. Así, en el país existen poco más de 15 millones de personas inscritas entre los 18 y 24 años; es decir, primovotantes, lo que representa el 15% del total.

Si sumamos a la población millennial y centennial, es decir, todas las personas de 18 a 39 años inscritas, tenemos a casi 47 millones, que representan al 48%, es decir, prácticamente la mitad del universo de votantes.

Las cifras son claras: 15 millones de personas que no han participado jamás en un proceso electoral presidencial (y posiblemente en ningún otro) y que, estadística e históricamente, no tienen una preferencia política definida, pueden inclinar la balanza a favor de cualquier candidata o candidato; y casi la mitad de la lista nominal utiliza Internet y medios digitales para enterarse de las propuestas de las y los actores políticos.

De acuerdo con los últimos datos disponibles de la Encuesta Nacional Sobre Disponibilidad Y Uso De Tecnologías De La Información En Los Hogares (ENDUTIH), en el país existen 93 millones de internautas, siendo la franja de edad de los 18 a los 34 años, la que más se conecta a la red. Por otro lado, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) muestra que las audiencias de radio han bajado a un 8.9% del universo de personas que pueden recibir una señal y las de televisión, a 14.1%. Para radio, las audiencias principales se encuentran en el rango de edad de 35 a 44 años, y las de TV se sitúan en 45 años o más.

Y es en este sentido en donde se plantea la problemática de las leyes electorales, ya que se tienen medios tradicionales como la televisión, la prensa impresa y la radio sobrerregulados, que incluso llevaron al INE a convertirse en una especie de central de medios gracias a la excesiva espotización; no obstante, los medios digitales, los más consultados por un enorme segmento de la población, no fueron tomados en cuenta en las normativas actuales.

Las plataformas digitales se convierten en una especie de tierra sin ley que permite a partidos y actores políticos realizar prácticas no éticas sin temor a sanción alguna ya que no solo no se contemplan acciones de comunicación política digital o fiscalización adecuada, además las normativas vigentes solo son aplicables a autoridades, actores y partidos políticos, no obstante, cualquier persona puede hacer una campaña electoral utilizando redes sociales y plataformas digitales.

De ahí la necesidad de crear marcos legales que permitan que las y los ciudadanos puedan elegir de manera libre, autónoma y sin cohesión a sus gobernantes, ya que tal y como se encuentra el panorama normativo electoral, la posibilidad de crear estrategias al marco de la ley para favorecer o entorpecer las campañas es muy alta, frente a un riesgo prácticamente nulo.

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