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Encuentran cuerpo de ‘escort’ en Ecatepec; la sexta en 8 meses

Encuentran sin vida, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, a una ‘ escort’ , que fue identificada como Kenny, de 26 años; la víctima tenía huellas de tortura y el rostro totalmente desfigurado, aparentemente, con ácido.

La joven de origen venezolano, prestaba servicios sexuales a través de la página zonadivas.com, sitio al que pertenecían otras mujeres que fueron asesinadas en la CDMX y Puebla.

De acuerdo con el diario El Universal, la joven fue contactada vía redes sociales por unos sujetos, quienes contrataron sus servicios y le hicieron la invitación de asistir a un evento de música electrónica en el Estado de México.

Desde el 23 de febrero, las amigas de la venezolana le perdieron la pista, pues dejó de comunicarse vía WhatsApp, aunque no se alarmaron, hasta terminar el fin de semana que continuaban sin saber de ella. Por lo que intentaron contactar a las personas con quienes había salido, pero no lograron comunicación alguna.

El domingo 25 de febrero, autoridades del Estado de México encontraron, en el cruce de las calles Puerto Libertad y Puerto San Gabriel, de la colonia Jardines de Santa Clara, en Ecatepec, el cuerpo de una mujer que coincidía con el reporte y las características físicas de la joven, quien efectivamente fue identificada como Kenny.

De acuerdo con el diario antes referido, la víctima era la «estrella» del portal donde se anunciaba, su imagen era la portada del sitio. Luego de su muerte los responsables de la página de ‘ escorts’ , eliminaron su fotografía.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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