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“HACERSE LA VIDA IMPOSIBLE” EN REDES, LA LECCIÓN QUE DEJAN 7ELEVEN Y OXXO

El reciente intercambio de tweets que protagonizaron las cadenas de tiendas de conveniencia 7Eleven y OXXO nos da muestra de la gran responsabilidad que tienen las marcas de hacer una buena competencia; sin embargo, también nos demuestra cómo es que los competidores disfrutan “hacerse la vida imposible”.

Durante la tarde de este martes, un intento de los establecimientos de Femsa por generar conversación con sus seguidores de Twitter terminó en una respuesta tomada con humor por los usuarios, quienes intensificaron sus reacciones dado el tono que utilizó 7Eleven al involucrarse con una publicación de respuesta.

Aunque en esta ocasión fuera 7Eleven quien se llevara la corona con los usuarios de Twitter, la cadena de tiendas de conveniencia estará más en la mira de su competidor para invertir los papeles.

La estrategia de interacción es interesante, ya que los consumidores están más al pendiente de lo que las marcas hacen, qué dicen, cómo responden, qué imagen presenta, y estos elementos se convierten en un diferenciador al momento de tomar una decisión de compra.

Una encuesta de Havas Media Group señala que el 59 por ciento de los consumidores de México considera el impacto que una marca tiene en el bienestar de las personas al momento de tomar sus decisiones de compra, con lo que el 52 por ciento de los consultados busca de manera regular información sobre el comportamiento de las empresas.

Merca 2.0

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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