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El Cártel de Sinaloa se transforma ante falta de precursores de China para fabricar drogas

Los cárteles mexicanos del narco se toparon hace unos meses con un dato desolador para sus sucios negocios: los productos químicos utilizados para la fabricación de metanfetaminas y fentanilo, que se obtienen de China, se están agotando. De hecho, los economistas vaticinaron que los cierres globales por coronavirus tendrían un efecto en la capacidad de las organizaciones criminales para producir dogas sintéticas.

Sin embargo, los datos de incautaciones del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras de EEUU (CBP por sus siglas en inglés), revelan cantidades casi récord de fentanilo que aparecen en los Estados Unidos mensualmente. En marzo, por ejemplo, la CBP incautó 216 libras de fentanilo (98 kilógramos) tan sólo en los puertos de entrada.

Aunque China está documentada como la mayor fuente de precursores químicos ilícitos que llegan a México para la producción de opioides —son responsables del envío de dos ingredientes conocidos como NPP y 4aNPP para la fabricación de fentanilo— el actual liderazgo del Cártel de Sinaloa bajo Ismael Zambada García, Los Chapitos y Rafael Caro Quintero, cambió algunos laboratorios activos de metanfetamina en laboratorios de fentanilo, es decir, la organización más poderosa de México se concentró en fabricar y distribuir esas drogas sintéticas.

En 2014, los grupos criminales mexicanos vieron una oportunidad en el mercado de opioides, especialmente cuando la Unión Americana comenzó a controlar los medicamentos para el resfriado que contienen pseudoefedrina, que los estadounidenses usaban para fabricar drogas sintéticas.

Sinaloa es una de las zonas donde yace la fabricación. Hace dos años, en el bastión del narcotráfico, el cártel con el mismo nombre comenzó a contratar profesores de química de universidades de todo México. Los profesionistas trabajan en los laboratorios de fentanilo supervisando la producción diaria.

También están tratando de cambiar el análogo molecular del fentanilo para crear una nueva versión sintética, aunque mucho menos pura que la de los chinos. El objetivo es utilizar precursores químicos que ya no dependen de la importación en Asia. La nueva fórmula permitirá a los narcos utilizar productos químicos más fáciles de conseguir y disponibles en todo momento.

El ex agente de la DEA, Terry Cole, determina que alrededor de 10 y 20 laboratorios de fentanilo operan actualmente en la nación mexicana. En estos lugares se utilizan prensas de pastilla grandes capaces de producir millones de píldoras en un solo día. El precio para elaborar las tabletas es de centavos por dólar.

En los laboratorios, los químicos contratados por las mafias trabajan activamente. Terry Cole, entrevistado por el sitio Breitbart News, puntualiza que incluso muchos de estos profesoras continúan enseñado en las universidades.

Por lo general, los laboratorios de fentanilo son más pequeños que los de metanfetamina debido a su volatilidad (la tendencia de una sustancia de pasar a la fase de vapor). En los lugares de fabricación de este tipo de opioides, el químico a menudo trabaja completamente cubierto en un aparato de respiración autónomo de nivel A, especialmente diseñado para los equipos de rescate y bomberos.

Las investigaciones sobre laboratorios de opioides revelan que éstos se han asentado en sitios que suponen una vida tranquila y libre de problemas relacionados al crimen organizado. De acuerdo con la DEA, la mayoría se localiza en Sinaloa.

En 2019, las autoridades mexicanas allanaron un narcolaboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa, en un gran parque industrial en Monterrey, Nuevo León. Esa fábrica estaba completamente cerrada y era lo que los estadounidenses describen como “superlab”.

Pero el primer desmantelamiento a un laboratorio de este tipo de opioide ocurrió en 2018. Los policías federales ubicaron y aseguraron un sitio clandestino en la ciudad fronteriza de Mexicali, Baja California.

En el lugar se encontraba un bioquímico de Bulgaria y un cómplice mexicano, ambos supuestamente asociados con Ismael “El Mayo” Zambada. La operación resultó en la incautación de 20,000 píldoras de carfentanilo falsificadas.

El fentanilo y otros opiáceos sintéticos en Estados Unidos provienen principalmente de México. Según la Agencia Antidrogas, las organizaciones criminales transnacionales del país, incluidos el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación siguen siendo la mayor amenaza criminal de drogas en el país estadounidense.

Fuente: Infobae

México

“Llamarme ‘Andy’ es quitarme el legado de mi padre”: hijo de AMLO pide que lo llamen por su nombre completo

Ciudad de México.– Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, hizo un llamado público para que dejen de referirse a él con el diminutivo “Andy”, al considerar que esa forma de nombrarlo minimiza su identidad y el legado político de su padre.

Durante su intervención en La Moreniza, programa semanal producido por Morena y conducido por la presidenta del partido, Luisa María Alcalde, López Beltrán expresó su molestia con firmeza: “Yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán, y mi más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país. Llamarme ‘Andy’ es demeritar eso, es quitarme ese legado, quitarme ese nombre”.

La declaración llega en un momento en que López Beltrán, actual secretario de Organización del partido guinda, comienza a tener una presencia más activa en los espacios públicos del movimiento que fundó su padre. El comentario, aparentemente espontáneo, dejó ver una sensibilidad personal, pero también un intento de construir una identidad propia, vinculada directamente al apellido y a la figura presidencial de su padre.

“Les da miedo porque saben lo que vale el nombre y el legado de Andrés Manuel López Obrador”, añadió, al referirse a quienes lo llaman “Andy”, ya sea en medios de comunicación, redes sociales o espacios opositores. “Ojalá dejen de llamarme con diminutivos y nombres que no son el mío”, insistió.

Aunque para algunos el apodo pueda parecer irrelevante, López Beltrán dejó claro que considera el asunto simbólicamente importante: “Andrés Manuel López Beltrán (prefiere ser llamado). No, Andrés López Beltrán. No, ‘Andy’ López. Etcétera”, subrayó.

En un tono más reflexivo, también reconoció que su cercanía familiar con el expresidente lo ha colocado en el centro de críticas mediáticas: “Es evidente que no es conmigo. Es evidente que quien fue el presidente más atacado de la historia, yo creo que hasta más que el presidente Madero, fue Andrés Manuel López Obrador. Y en cierta forma, estoy heredando el trabajo de esos medios de comunicación”.

Las palabras de López Beltrán fueron respaldadas por Luisa María Alcalde, quien coincidió en que existe una campaña persistente de desprestigio contra quienes forman parte del entorno del exmandatario. Alcalde, que ha sido una de las figuras más cercanas a López Obrador tanto en el gabinete como en Morena, no solo lo secundó sino que también dio espacio a que el hijo del expresidente se explayara durante el programa.

La reacción en redes sociales fue inmediata. Mientras simpatizantes aplaudieron la defensa del nombre y el apellido presidencial, sectores críticos ironizaron la declaración y revivieron señalamientos de presunto nepotismo y falta de méritos propios. La etiqueta #Andy se colocó en tendencias durante varias horas, lo que paradójicamente podría intensificar el uso del apodo que busca eliminar.

López Beltrán ha mantenido un perfil relativamente bajo en comparación con otros hijos de figuras públicas, aunque su nombre ha estado presente en controversias mediáticas sobre temas patrimoniales, contratos y vínculos empresariales. Sin embargo, en los últimos meses, ha dado pasos visibles dentro de la estructura de Morena, preparando el terreno para un rol más protagonista dentro del partido.

El mensaje parece entonces apuntar a una estrategia de consolidación: dejar atrás los apelativos informales y posicionarse con su nombre completo como una figura que busca el respeto político y el reconocimiento directo por el linaje que representa.

En tiempos donde los símbolos importan tanto como los hechos, Andrés Manuel López Beltrán quiere ser llamado como tal. No “Andy”.

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