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Asesor de Seguridad Nacional, renuncia a gobierno de Trump: Casa Blanca

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Tom Bossert, asesor de Seguridad Interior del presidente estadunidense Donald Trump, presentó su renuncia, dijo este martes la portavoz del mandatario, en la más reciente dimisión de un funcionario importante de la Casa Blanca.

Un funcionario gubernamental dijo que Bossert dejó el cargo a petición del nuevo asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, que comenzó a trabajar en su cargo en la Casa Blanca el lunes.

«El presidente agradece a Tom por su compromiso con la seguridad de nuestra gran nación», dijo Sarah Sanders, secretaria de Prensa de la Casa Blanca. «Tom encabezó los esfuerzos de la Casa Blanca por proteger el país de amenazas terroristas, fortalecer nuestras defensas de ciberataques y responder a una serie de desastres naturales sin precedentes».

La llegada de Bolton a la Casa Blanca provocó también la salida del portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Trump, Michael Anton.

Bossert se une a una larga lista de altos funcionarios que han dimitido o fueron despedidos desde que Trump asumió el cargo en enero de 2017, incluidos anteriores asesores de Seguridad Nacional como Michael Flynn y H.R. McMaster, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, los directores de comunicaciones Hope Hicks y Anthony Scaramucci, el asesor económico Gary Cohn y el estratega jefe Steve Bannon.

El secretario de Estado Rex Tillerson, el secretario de Salud Tom Price y el secretario de Asuntos de Veteranos David Shulkin también abandonaron sus puestos.

Bossert supervisó el trabajo del gobierno en asuntos de ciberseguridad y era considerado una voz clave para responder de manera más agresiva a los ciberataques destructivos lanzados por adversarios hostiles como Rusia, Irán y Corea del Norte.

En general era respetado por los expertos en ciberseguridad, que le consideraban una voz autorizada en la materia.

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Los retos de la Inteligencia Artificial ante un verano muy caliente

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El término “invierno de la inteligencia artificial” fue introducido por Roger Schank y Marvin Minsky en 1984, en la convención anual de la Asociación Norteamericana de Inteligencia Artificial (AAAI).

En ese encuentro advertían acerca de un probable estancamiento en el ámbito de la IA, caracterizado por una merma en el financiamiento y el entusiasmo hacia esta disciplina. La metáfora vino inspirada por el “invierno nuclear” del que se hablaba durante la Guerra Fría ante el riesgo de ataques con bombas atómicas, para ilustrar un periodo de declive, luego de una etapa de elevadas expectativas, respecto a las capacidades de la inteligencia artificial.

Cambio de narrativa

La revolución de la inteligencia artificial(IA) está marcando un antes y un después en diversas actividades profesionales, redefiniendo roles y automatizando ciertas funciones, particularmente aquellas caracterizadas por su repetitividad o la gestión de extensos volúmenes de datos.

Un informe del Departamento de Educación del Gobierno británico publicado a finales de 2023 evaluaba los posibles efectos de la IA en el mercado de trabajo de Reino Unido, señalando las debilidades de algunos puestos de trabajo. Algunos ejemplos que se encuentran en la línea de fuego de esta transformación tecnológica son: analistas de datos, periodistas, personal de back office, agentes bursátiles y traders, auditores y contables, consultores y analistas económicos, asesores financieros y analistas de riesgos financieros, entre otros.

IA y enriquecimiento global

McKinsey Global Institute ha examinado el impacto de la inteligencia artificial en campos como la economía y las finanzas, con un enfoque particular en su influencia en el ámbito laboral.

Los resultados de la investigación sugieren que, a pesar de los desafíos asociados con su adopción y absorción, la IA tiene el potencial de generar una actividad económica adicional a nivel global de entre 2,6 y 4,4 miles de millones de dólares anuales. Por ejemplo, el PIB español en 2021 fue de 1,4 mil millones de dólares. Esto aumentaría a nivel global el impacto de la inteligencia artificial en la economía entre un 15 y un 40 %.

El panorama de la IA ha experimentado un cambio significativo en los últimos años, con un marcado incremento tanto en su adopción como en la inversión por parte de las organizaciones. Desde 2017, la implantación de la IA se ha duplicado y actualmente más de la mitad de las empresas dedican más del 5 % de sus presupuestos para digitalización a esta tecnología.

Valor añadido e innovación

Ante el imparable avance de la inteligencia artificial, es momento de encarar la realidad: la entrada de la inteligencia artificial a las empresas afectará al trabajo de las personas, que deben reinventar su lugar en el mercado de trabajo.

Hay que evitar la llegada del “invierno del trabajo”: la formación de valor añadido y la habilidad de pensar de manera innovadora, lo que llaman “pensar fuera de la caja”, ya no son meros complementos sino requisitos indispensables para no verse relegados en sus funciones.

La innovación y la ética deben ir de la mano en este nuevo escenario, pero, sin una dosis de creatividad y aporte único, el desarrollo humano y el crecimiento profesional corren el riesgo de estancarse.

Este cambio de paradigma no admite términos medios: o los trabajadores se mantienen evolucionando constantemente o se quedarán atrás.

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