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Calor extremo afecta la región ártica

La región ártica registra este otoño temperaturas récord y un retroceso sin precedentes de la banquisa, inmersa en un «círculo vicioso» que se anuncia cada vez más frecuente con el calentamiento climático.

¡Cerca de cero grados Celsius en el polo Norte, es decir 20 ºC por encima de la media!, alertó a mediados de noviembre el Instituto Meteorológico Danés (DMI). Y en estas últimas cuatro semanas, el termómetro se mantuvo entre 9 y 12 °C por encima de lo normal.

Como consecuencia de ello, la banquisa está en sus niveles más bajos, en una región que juega un papel especial en el clima global y que ya se calienta generalmente el doble de rápido que el resto del planeta.

Al final del verano, la superficie de los hielos árticos era la segunda más baja jamás registrada (4,14 millones de km2), después de la de 2012, según el Centro Nacional de Datos de Hielo y de Nieve (NSIDC) de Estados Unidos.

En octubre, sólo aumentó a 6,4 millones de km2. Esto representa un tercio menos en relación a la media de 1981-2010 y la superficie más reducida para esta estación desde que se iniciaron los registros por satélite en 1979.

La climatóloga Valérie Masson-Delmotte no se muestra sorprendida: «Es un récord notable. Puede estar relacionado con los cambios meteorológicos, pero son el tipo de cosas que podemos esperar en un clima que se calienta».

Entre las causas de este récord, los vientos del sur y el calor de los océanos, a los que se añade este año el fenómeno cíclico de El Niño.

Pero en realidad el fenómeno se autoalimenta: el deshielo es una consecuencia del calor, pero también es una de sus causas.

«La banquisa tiene un papel aislante, que restringe el flujo de calor del mar (-2 °C cerca del polo) a la atmósfera, preservando así un aire frío», explica la científica, copresidenta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Al contrario, «la falta de hielo favorece el traspaso del calor del océano hacia el aire. Esto forma parte de los círculos viciosos» del clima.

Sin hielo en verano

Martin Stendel, investigador en el DMI, insiste en el calor acumulado por el océano en los últimos años, bajo el efecto del desajuste climático.

«Dado el calentamiento oceánico, la congelación es cada vez más tardía y el deshielo cada vez más temprano», precisa. «Desaparece hielo antiguo y ya no tienen tiempo de reconstituirse y recuperar un grosor suficiente para aguantar el verano», advierte.

Los investigadores anuncian que a medio plazo el océano Ártico no tendrá hielo en verano, y estará recubierto de una fina banquisa en invierno. Esto podría producirse a partir de 2030.

«Para +2 °C de calentamiento global, prevemos una situación de este tipo, aunque todavía no sabemos cuándo», dice Masson-Delmotte.

La comunidad internacional se ha comprometido a limitar los gases de efecto invernadero para impedir que la temperatura del planeta aumente más de +2 ºC respecto a la era preindustrial.

El calentamiento generado por cada tonelada de CO2 emitida (es decir un vuelo entre Nueva York y Europa por pasajero) conlleva la desaparición de 3m2 de hielo ártico, según un estudio reciente.

Entre los numeroso impactos del calentamiento, el deshielo de la criósfera ártica tiene consecuencias muy graves.

La banquisa regula la temperatura mundial por su «efecto espejo» en verano, al permitir, gracias al blanco de su superficie, reenviar los rayos solares a la atmósfera.

Su retroceso amplifica el calentamiento global y lo acentúa particularmente en los continentes vecinos.

El derretimiento tiene también efectos en la densidad del agua de mar, porque la sal adicional «actúa sobre la formación de grandes corrientes oceánicas profundas», señala Masson-Delmotte.

«Todos estos efectos están íntimamente ligados», recuerda. Por eso la prioridad actual de los científicos es evaluar el impacto del retroceso de la banquisa en la dinámica de la atmósfera.

 

Noticias MVS

Resto del mundo

Sam Altman advierte: las conversaciones con ChatGPT podrían usarse como evidencia en tribunales

El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, lanzó una advertencia sobre el uso excesivo de ChatGPT, especialmente entre jóvenes que recurren a la inteligencia artificial para obtener consejos personales o emocionales. Su principal señalamiento: las conversaciones mantenidas con la IA no están legalmente protegidas como lo estarían las que se tienen con un abogado o un terapeuta.

De acuerdo con declaraciones recogidas por el medio Telegrafi, Altman enfatizó que la información personal compartida con ChatGPT podría ser utilizada como prueba en un juicio. Esto abre una serie de implicaciones legales para quienes confían detalles delicados a la plataforma, creyendo que son confidenciales.

«Muchas personas le cuentan a la inteligencia artificial detalles muy personales de sus vidas», advirtió Altman. «Pero esa información no goza del mismo nivel de privacidad que sí existe, por ejemplo, entre un paciente y un profesional de salud mental».

Además, Altman expresó su preocupación por la creciente dependencia emocional e intelectual de la IA, en especial entre los más jóvenes. Señaló que considerar a ChatGPT como “la voz final” para tomar decisiones importantes en la vida es un error peligroso.

Ante este panorama, el CEO de OpenAI aseguró que la empresa está trabajando activamente en soluciones que promuevan un uso más responsable de la inteligencia artificial, y que se acerquen a los estándares éticos y de privacidad que rigen en otras profesiones sensibles.

Esta advertencia refuerza la necesidad de entender los límites legales y éticos del uso de IA, especialmente en contextos personales o sensibles.

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