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Dejará pandemia centenares de miles de ausencias y economía dislocada: López Obrador

El presidente Andrés Manuel López Obrador destacó que aunque es muy pronto para hacer análisis sobre las causas y los efectos del nuevo coronavirus Covid-19, adelantó que la “pandemia en curso nos dejará centenares de miles de ausencias irreparables y una economía dislocada y severamente disminuida».

En un texto publicado en sus redes sociales, el presidente destacó que el coronavirus dejó al descubierto “la desatención, por décadas, de las enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y los padecimientos renales, acrecentada como consecuencia del consumo de productos alimenticios industrializados denominados “chatarra”, y a la ausencia de educación nutricional y de fomento al ejercicio físico y a las actividades deportivas.

López Obrador resaltó que al tremendo daño que el Covid-19 ha causado a la salud pública con todo y la lamentable pérdida de vidas, habría que agregar el derrumbe que produjo en la economía mundial.

“Basta decir que, según los pronósticos, casi todos los países reducirán su crecimiento en 7 por ciento en promedio y que sólo India y China crecerán en 1.6 y 1.2 por ciento, respectivamente, lo cual, en el caso de este último país, es algo insólito, luego de más e 40 años consecutivos de progreso mundial”, explicó.

“Lógicamente, el coronavirus no es responsable de esta catástrofe económica. La pandemia sólo ha puesto en evidencia el fracaso del modelo neoliberal en el mundo”, agregó.

Destacó que “es tiempo de planearnos nuevas formas de convivencia política, económica y social, haciendo a un lado en definitiva, el enfoque mercantilista, individualista y de poca solidaridad que ha sido predominante en las últimas cuatro décadas.

El presidente resaltó que es indispensable fortalecer los sistemas públicos de salud, atender el grave problema de las enfermedades crónicas, evitar el acaparamiento de alimentos, medicamentos y equipos hospitalarios, así como convocar a los gobiernos y científicos del mundo para la creación de vacunas contra el coronavirus y otros males.

Por último, el presiente hizo votos para que se aproveche lo bueno que dejó esta crisis:

“La comprobación y la certeza de que tanto para individuos como para naciones, el cuidado de la salud ha de ser una tarea colectiva y solidaria; si aplicamos el “sálvese quien pueda”, no se salva nadie, o casi nadie. Somos seres gregarios por naturaleza y todas las personas y todos los pueblos pertenecemos a una misma familia: La Humanidad”.

Fuente: Excelsior

Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

[email protected]

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