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Los delitos xenófobos se disparan tras el ‘Brexit’

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El pasado sábado 27 de agosto Arkadiusz Jó?wik, un ciudadano polaco de 40 años residente en Harlow, estuvo con dos amigos ayudando a uno de ellos, recién llegado al país, a pintar la habitación que había alquilado en esta pequeña ciudad suburbial al noreste de Londres. Al caer la noche decidieron acercarse a cenar una pizza al Stow, una depauperada zona comercial, y fueron atacados brutalmente por un grupo de jóvenes.
Jó?wik murió el lunes siguiente en el hospital. Seis menores fueron arrestados en relación con el crimen. El hermano de Jó?wik visitó emocionado el lugar donde murió. Lo mataron, dijo, porque le oyeron hablar polaco. “Después del voto por el Brexit todo ha empeorado”, lamentó. “He visto a la gente cambiar. Es un momento difícil”.
La policía no ha aclarado todavía qué motivó el ataque, pero maneja como prioritaria la hipótesis de un crimen xenófobo. Apenas cinco días después de la muerte de Jó?wik, otros dos inmigrantes de su misma nacionalidad fueron atacados en Harlow. Dos agentes de policía polacos han sido enviados al lugar para reforzar la seguridad de esta comunidad de expatriados, la más numerosa de las minorías nacionales en Reino Unido. Sea cual sea el resultado de la investigación, para los centenares de polacos que recorrieron las calles de Harlow en una marcha silenciosa el sábado siguiente a la muerte de Jó?wik, el auge de los ataques racistas tras el referéndum es algo muy real.
El pasado jueves, un informe del ministerio del Interior confirmaba con cifras lo que ya era un sentir mayoritario entre la comunidad de inmigrantes en Reino Unido. El número de delitos de odio se disparó un 41% en julio, respecto al mismo mes del año pasado. Durante dicho mes de 2016, el siguiente al del referéndum en el que los británicos decidieron abandonar la UE, se produjeron un total de 5.468 delitos racistas, categoría en la que la policía incluye los crímenes contra un colectivo definido por su origen nacional.
Los datos, que no se replican en la evolución de otro tipo de delitos, “encajan en el patrón ampliamente denunciado de un incremento de los delitos de odio después del referéndum europeo”, señala el informe. Los números empezaron a bajar en el mes de agosto, pero siguen siendo significativamente superiores a los de antes del referéndum.
Bernard Hogan-Howe, alto mando de la policía Metropolitana, el mayor cuerpo del país, también habló hace unos días de un “pico horrible” en los delitos de odio conectado con el referéndum. “No podríamos decir que se debe todo al Brexit, pero hay un claro repunte después del mismo. Los europeos del Este han sufrido particularmente los ataques que englobamos en la categoría de delitos racistas. Así que ciertamente hay un aumento relacionado con ello”, explicó.

La ministra del Interior, Amber Rudd, dijo tras la presentación de su informe que “el odio no tiene lugar en el país” y se mostró “determinada” a erradicarlo. Sugirió que el repunte puede tener que ver con que la gente cada vez denuncia más este tipo de ataques. “Me complace ver que la acción del Gobierno está funcionando y que más víctimas hallan la confianza para denunciar estos delitos”, dijo.
El número de delitos de odio se disparó un 41% en julio (con 5.468 delitos racistas), respecto al mismo mes del año pasado
Los datos indican que el crispado debate que suscitó el referéndum, sometiendo a escrutinio público la libertad de movimiento de ciudadanos europeos, ha producido un aumento del sentimiento antiinmigración. La empresa demoscópica Ipsos Mori publicó este jueves una encuesta en la que se pregunta a ciudadanos de 25 países cuáles son los asuntos que más les preocupan. La encuesta reveló que en Reino Unido lo que más preocupa es la inmigración (42%). Y no solo eso: de los 25 estudiados, es el país donde mayor es la preocupación por el asunto, por encima de otros como Alemania, Suecia o incluso Turquía, mucho más afectados por la crisis de refugiados resultante del conflicto sirio.
Una petición de información pública formulada por el diario The independent reveló que, en las semanas posteriores al referéndum, los delitos de odio crecieron en mayor medida en las zonas que habían votado por abandonar la UE. Es el caso de Harlow, donde un 68% de los vecinos apoyó el Brexit. Soñado emblema de la movilidad social y exponente del ambicioso urbanismo socialista de Clement Attlee, que la ideó para alojar a la clase trabajadora expulsada del este de Londres por los bombardeos alemanes, Harlow ha pasado en este siglo de feudo del Nuevo Laborismo a territorio tory. Hoy se encuentra entre las los 30 municipios ingleses con mayor proporción de ciudadanos de Europa del Este.
Pero tampoco Londres, donde ganó la permanencia, está exenta de este tipo de delitos. El alcalde ha anunciado una política de “tolerancia cero” y en algunos barrios del centro se pueden ver carteles animando a las víctimas a denunciar.
El domingo después del referéndum, la sede de la asociación cultural polaca de la capital amaneció con una pintada xenófoba. Al día siguiente, el local fue inundado por ramos de flores y cartas de apoyo enviadas desde todos los rincones del país. También hubo flores y cartas en el banco de Harlow junto al que Arkadiusz Jó?wik fue asesinado. Ante él paseaba el jueves David, un vecino jubilado. “El referéndum ha sido la excusa de una minoría para decir más alto lo que antes callaban”, decía. “Pero son eso, una minoría. No debemos permitir que ganen”.

El País

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Los retos de la Inteligencia Artificial ante un verano muy caliente

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El término “invierno de la inteligencia artificial” fue introducido por Roger Schank y Marvin Minsky en 1984, en la convención anual de la Asociación Norteamericana de Inteligencia Artificial (AAAI).

En ese encuentro advertían acerca de un probable estancamiento en el ámbito de la IA, caracterizado por una merma en el financiamiento y el entusiasmo hacia esta disciplina. La metáfora vino inspirada por el “invierno nuclear” del que se hablaba durante la Guerra Fría ante el riesgo de ataques con bombas atómicas, para ilustrar un periodo de declive, luego de una etapa de elevadas expectativas, respecto a las capacidades de la inteligencia artificial.

Cambio de narrativa

La revolución de la inteligencia artificial(IA) está marcando un antes y un después en diversas actividades profesionales, redefiniendo roles y automatizando ciertas funciones, particularmente aquellas caracterizadas por su repetitividad o la gestión de extensos volúmenes de datos.

Un informe del Departamento de Educación del Gobierno británico publicado a finales de 2023 evaluaba los posibles efectos de la IA en el mercado de trabajo de Reino Unido, señalando las debilidades de algunos puestos de trabajo. Algunos ejemplos que se encuentran en la línea de fuego de esta transformación tecnológica son: analistas de datos, periodistas, personal de back office, agentes bursátiles y traders, auditores y contables, consultores y analistas económicos, asesores financieros y analistas de riesgos financieros, entre otros.

IA y enriquecimiento global

McKinsey Global Institute ha examinado el impacto de la inteligencia artificial en campos como la economía y las finanzas, con un enfoque particular en su influencia en el ámbito laboral.

Los resultados de la investigación sugieren que, a pesar de los desafíos asociados con su adopción y absorción, la IA tiene el potencial de generar una actividad económica adicional a nivel global de entre 2,6 y 4,4 miles de millones de dólares anuales. Por ejemplo, el PIB español en 2021 fue de 1,4 mil millones de dólares. Esto aumentaría a nivel global el impacto de la inteligencia artificial en la economía entre un 15 y un 40 %.

El panorama de la IA ha experimentado un cambio significativo en los últimos años, con un marcado incremento tanto en su adopción como en la inversión por parte de las organizaciones. Desde 2017, la implantación de la IA se ha duplicado y actualmente más de la mitad de las empresas dedican más del 5 % de sus presupuestos para digitalización a esta tecnología.

Valor añadido e innovación

Ante el imparable avance de la inteligencia artificial, es momento de encarar la realidad: la entrada de la inteligencia artificial a las empresas afectará al trabajo de las personas, que deben reinventar su lugar en el mercado de trabajo.

Hay que evitar la llegada del “invierno del trabajo”: la formación de valor añadido y la habilidad de pensar de manera innovadora, lo que llaman “pensar fuera de la caja”, ya no son meros complementos sino requisitos indispensables para no verse relegados en sus funciones.

La innovación y la ética deben ir de la mano en este nuevo escenario, pero, sin una dosis de creatividad y aporte único, el desarrollo humano y el crecimiento profesional corren el riesgo de estancarse.

Este cambio de paradigma no admite términos medios: o los trabajadores se mantienen evolucionando constantemente o se quedarán atrás.

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