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Senadores avalan en comisiones y sin análisis la reforma eléctrica de AMLO

En términos generales y sin análisis en parlamento abierto, senadores de Morena y el partido del Trabajo (PT) aprobaron la iniciativa para reformar la industria eléctrica enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador; por ello, pasará al Pleno del Senado para que se discuta en sesión presencial.

En una discusión de las comisiones unidas de Estudios Legislativos, Segunda, Medio Ambiente y Energía, se aprobó -por mayoría de votos- que se llevara a cabo el ejercicio de Parlamento Abierto en la comisión de Medio Ambiente.

No obstante, algunas senadoras de partidos opositores criticaron dicha aprobación. Xóchitl Gálvez, del PAN, aseguró que “no se dio el espacio para discutir”, mientras que la priista Beatriz Paredes Rangel mencionó que esto “dañaría la función de las condiciones”.

“Que el hecho de su propuesta suponga un fast track: preparen sus reservas y nos vemos posteriormente. Esto dañaría la función de las comisiones y alteraría un ambiente constructivo, respetar la condición que cada legislador tiene para aportar”, dijo Beatriz Paredes Rangel.

Sin embargo, los legisladores de Morena y PT votaron a favor para que las reservas al dictamen se presentaran y votaran directamente en el Pleno del Senado ante las acusaciones de los opositores.

“Heredamos un esquema en que se ató las manos al Estado, para liberar las de los particulares, se acordó beneficiar a las empresas extranjeras y subsidiarlas, lo que repercute en la deuda de la CFE y las tarifas que tienen que pagar los contribuyentes. No es cierto que desaparezcan los particulares, sino que se le dará prioridad a la energía limpia que produce la nación y de manera complementaria la de los particulares”, argumentó Martí Batres Guadarrama.

De igual manera los morenistas argumentaron que la reforma a la industria eléctrica busca recuperar la rectoría del Estado en el control y la planeación del sistema eléctrico, así como fortalecer la CFE y priorizar la energía producida por las hidroeléctricas de la misma.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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