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Salud y Bienestar

Sustancia en la naranja podría reducir drásticamente la obesidad

Científicos en Canadá descubrieron una sustancia en las naranjas que podría reducir de manera drástica la obesidad y revertir sus efectos secundarios en el organismo, según un estudio realizado por la Universidad de Ontario Occidental.

El estudio, publicado en el Journal of Lipid Research, demostró que la sustancia llamada Nobiletina fue capaz de reducir los niveles de insulina y colesterol en la sangre de ratones. Incluso disminuyó la acumulación de placa en las arterias, conocida como aterosclerosis.

Lo anterior se constató luego de que un grupo de ratones fue alimentado con una dieta elevada en grasas y colesterol para provocar obesidad, y a quienes también les fue administrada la Nobiletina,

“La obesidad y sus síndromes metabólicos resultantes son una carga para nuestro sistema de atención médica. Sin embargo, tenemos muy pocas intervenciones que han demostrado que funcionen presente en la naranja de manera efectiva”, dijo el responsable del estudio, Murray Huff.

Los científicos aún desconocen cómo funciona la sustancia, aunque creen que actúa en la vía que regula la forma en que se maneja la grasa en el cuerpo.

Finalmente, dijeron que el siguiente paso es trasladar estos estudios a humanos para determinar si esta molécula tiene los mismos efectos positivos en ellos.

Fuente: Notimex

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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