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Opinión: Circo Romano, por Diana Avitia

En nuestro bizarro, pintoresco y hermoso país, semana a semana la realidad supera a la ficción, somos espectadores en un circo romano y como tales tenemos, según nuestro nivel social, diversos lugares en las gradas del cruento y para muchos, el divertido espectáculo.

Es de llamar la atención como deliberadamente se pisotean los principios del procedimiento, lo más básico, un estudiante de derecho en su primer día en aula advertiría las violaciones, vemos como la pasión rebasa a la razón. Muchos que se jactan de justicieros sociales y por ello han caído en las peores aberraciones judiciales, pero jamás dejan caer esa bandera blanca de vengador social.

Es de esperar que el ciudadano de a pie señale sin tener conocimiento de causa, es un chisme mas, y es común que destrocemos e incluso aseguremos acciones como si hubiésemos estado el día y justo a la hora del presunto ilícito. Somos una sociedad que en secreto disfruta la desdicha ajena, la cubeta de cangrejos, me pesa decirlo, pero así ha sido, cuando se trata de un linchamiento mediático la secrecía se deja a un lado para hacerlo de manera abierta y burlona, el lanzar dichos desde el anonimato o detrás de un perfil en alguna red social es lo más fácil, los dimes y diretes en las reuniones sociales le agregan cada vez más a la historia, son increíbles las cosas que uno llega a escuchar, lo peor es que muchos las toman por ciertas, desde simples chismes de vecindad, hasta acusaciones graves, no importa.

Como dije, se espera del ciudadano común, pero cuando una autoridad realiza señalamientos, o utiliza a conveniencia el sistema, la gravedad de esto es de dimensiones enormes, luego nos quejamos de la puerta giratoria. Jamás apoyaría un ilícito, pero los pre juicios mediáticos no sirven, sino todo lo contrario, entorpecen el verdadero juicio y abren la puerta a quienes sí cometieron algún delito.
En el caso Lozoya, como en muchísimos otros casos hemos visto violentado lo más básico, el principio de inocencia.

El código federal de procedimientos penales en su artículo treceavo señala; “Toda persona se presume inocente y será tratada como tal en todas las etapas del procedimiento, mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el Órgano jurisdiccional, en los términos señalados en este Código.”

Estos casos solo han servido para encumbrar al gobernante en turno, banderas de campaña, y como en el caso Lozoya, el ejemplo perfecto de lucha contra la corrupción. Es absurdo como los imputados en estos casos llegan previamente enjuiciados, por el ejecutivo, por los medios, por la gente, no dejan al poder judicial hacer lo suyo, es mas, le estorban, todo el circo provoca que la defensa tenga esa salida como primera estrategia y dudo realmente si quienes mueven las fichas en la cima, lo hacen por desconocimiento, por arrebato o por pasión desbordada, porque asesores tienen, muchos, incluso de profesión abogados, entonces ¿por qué deliberadamente se hace?, priorizar la estrategia política sobre la justicia, eso es verdaderamente grave.

Escuche muchísimos dichos en contra de Lozoya, peyorativos, señalamientos, burlas, pero muy pocos saben el ABC del asunto, este caso es de dimensiones enormes, con el que mediáticamente se puede jugar todo este sexenio, en simples y llanas palabras se le acusa de la venta de la planta de Agro Nitrogenados y el caso Odebrecht, del cual supuestamente recibió 10 millones de dólares a cambio de sobornos para beneficiar a la empresa brasileña con contratos y a campañas políticas. Hoy después de las presiones y los juegos de ajedrez, se deberá dirigir al imputado como ERLA, volvemos al juego político y utilizando figuras jurídicas de administraciones anteriores que tenían de origen un sentido totalmente distinto, son utilizadas en forma del tan famoso, testigo protegido. Cuando la autoridad no tiene pruebas fehacientes de los hechos, se recurre a esta figura, ¿Qué nos da la certeza de su dicho, cuando el imputado es presionado por la autoridad?, ¿Cuándo su integridad y la de su familia están en juego?, absolutamente nada, una verdadera aberración al procedimiento, hoy podrá decir nombres a diestra y siniestra, de enemigos, ex amigos, detractores y, sobre todo, de incomodos a la actual administración federal.

La realidad aquí es otra, la justicia pasa a segundo término, lo importante son las jugadas políticas, como asfixiar al opositor con juicios previos al judicial, si esto puede tener algo de sentido. Esperemos que algún día se pueda llevar un procedimiento justo, sin presiones ni jueces a modo, sin grilla mediática, o señalamientos sin sentido, un juicio realmente como debería de ser, dignificar la batalla legal, tan honorable como debería de ser, y finalmente quien haya cometido algún ilícito probado, el que este fuere, desde un robo simple hasta peculado que de cuentas de ello, pero al linchamiento arcaico, eso no, porque como dicen; “mientras tu apuntas con el dedo, hay varios por la espalda señalándote a ti”.

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Publicidad Caleb Ordoñez 

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La valentía de ser uno mismo. Por Itali Heide.

La mayoría de los días, odio mi cuerpo. Algunos días aparece como un disgusto pasivo, mientras empujo las inseguridades que viven dentro de mí a un segundo plano. Otros días, consume mi mente. El aspecto de cada uno de mis rincones me atormenta los días en los que no soy capaz de mirar más allá del físico de mi existencia.

Es especialmente difícil cuando me considero feminista y positiva con respecto al cuerpo. ¿Cómo puedo apoyar y amar el cuerpo de los demás y, sin embargo, encontrar espacio para odiar el mío? Parece casi hipócrita, pero no puedo encontrar la manera de evitarlo.

Me levanto por la mañana y decido que hoy me voy a querer a mí misma. Me ducho, me maquillo, me pongo un atuendo con el que me sienta feliz y luego pierdo toda la confianza en mí misma cuando me veo en el espejo. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que he ganado más de un kilo desde la cuarentena. Pero lo más probable es que tenga que ver con el hecho de que seguimos siendo bombardeados con estándares imposibles a los que nos hacemos responsables, incluso cuando no exigimos a los demás el mismo estándar.

No todos los días son así. A veces, mi maquillaje se ve justo como quiero. Mi outfit parece haber sido elegido por un estilista. La confianza en mí misma se dispara en esos días, aunque son poco frecuentes. En esos días, aprovecho al máximo lo que soy. Quién sabe, quizá en los días malos recuerde quién era cuando me sentía yo misma.

Al fin y al cabo, cuando más nos sentimos como nosotros mismos estamos contentos con nuestro aspecto, ¿no? Ni siquiera tiene una correlación con el físico, pero impacta directamente en la forma en que nos sostenemos y nos sentimos cuando entramos por la entrada de algún lugar. Parece que pensamos que todo el mundo es perfecto. Nos fijamos en lo que no tenemos en los demás, e ignoramos lo que sí tenemos cuando los demás no lo tienen. Parece ser la naturaleza humana, pero me gusta creer que nos hemos enseñado a pensar que la perfección es la única forma de ser.

Los estándares de belleza han existido desde que la humanidad ha dado valor a la apariencia de las personas (especialmente a la mujer). El poder que tiene sobre nosotros es asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que hemos borrado el cuerpo humano natural de la existencia y lo hemos sustituido por un cuerpo de modelo que se supone que representa la mejor versión de nosotros mismos. La verdad es que la mejor versión de nosotros mismos no necesita dietas, ejercicio excesivo, photoshop, filtros y poses incómodas.

¿Qué necesita realmente la versión auténtica de nosotros mismos? Necesita correr, explorar, tocar, sentir, llorar, reír, aprender y ser libre. Nuestro cuerpo está hecho para mucho más que para convertirse en una estatua de los estándares de belleza, y a menudo nos olvidamos de ello. Nos negamos a salir de nuestra habitación sin maquillaje, sin un atuendo que nos haga sentir seguros, sin algo que cubra la autenticidad que nos hace ser quienes somos.

Quien eres, es quien estás destinado a ser. Si quieres ponerte delineador de ojos, adelante. Si quieres llevar capa y vestido, hazlo. ¿Quieres ir al gimnasio y ponerte musculoso? Nadie te lo impide. La vida es un juego y tú eres el avatar que tienes la suerte de personalizar. Sin embargo, no olvides que eres igual de valioso sin todas esas cosas. El mundo está hecho para ser disfrutado, y nada superficial te dará las herramientas necesarias para sentirte realmente feliz en el mundo. Sé tú mismo, pero no olvides que eres más que lo que aparentas ser.

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El precio caro de la moda barata, Por Itali Heide

La vida moderna en la era del hipercapitalismo está llena de daños medioambientales inevitables – desde viajar en avión, los plásticos de un solo uso, hasta los pedidos de comida a domicilio – la contaminación parece ser algo natural para nosotros en esta época. Cuando se trata de la ropa que usamos, a menudo los impactos son menos que obvios.

La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad, lo que le ha valido ser de los mayores consumidores de agua y contaminar los océanos de la Tierra con peligrosos microplásticos, que acaban en nuestras playas y llegan al interior de los cuerpos de las criaturas que llaman al mar su hogar. La industria que nos ha mantenido al tanto de los trends en el mundo de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo, solamente detrás de la industria petrolera. Entre más crece la industria, el daño medioambiental empeora de forma exponencial, también.

A medida que los consumidores alrededor del mundo compran más ropa, especialmente de empresas de fast fashion barata cuya popularidad no deja de aumentar, como Shein, Fashion Nova y Zara, por nombrar sólo algunas, el peaje para el medio ambiente se hace notar. La gente no sólo compra más del doble de ropa que a principios del milenio, sino que además conserva la ropa la mitad de tiempo.

Las tendencias cambiantes y la necesidad constante de validación alimentan la necesidad de comprar más y más, lo que conduce a una relación tóxica entre el consumidor y la empresa. Cuanto más compramos, más sufre el mundo y más validamos a las empresas que se aprovechan de nuestras inseguridades y de nuestra necesidad de impresionar constantemente.

La industria textil y de la moda tiene una cadena de suministro larga y compleja, que empieza en la agricultura y la producción petroquímica, hasta la fabricación, la logística y la venta. Cada proceso conlleva su propio conjunto de pesadillas, ya sea el impacto medioambiental o humano, ya que la industria explota a miles de personas en países de bajos ingresos por unos pocos centavos. Los impactos vienen en todas las tonalidades del arcoiris, empeorando a medida que el mundo sólo continúa por su camino orientado al consumo, en lugar de tomar las medidas necesarias para mejorar el futuro de la industria.

Entonces, ¿qué se puede hacer para frenar la contaminación? Puede que sea demasiado tarde para borrar todo el daño causado, pero nunca es demasiado tarde para mejorar. La moda sostenible es la respuesta, pero es un término que se utiliza cada vez más (y de forma exagerada) y que no suele estar respaldado, ya que las empresas prefieren utilizarlo para dar un lavado verde a su marca y (como es lógico) vender más ropa. La verdadera moda sostenible significa comprar menos y comprar de forma más inteligente, aunque hay muchas más cosas que pueden englobarse en este término.

¿Qué significa exactamente la moda sostenible? Cuando se hace realidad, las empresas de moda sostenible recortan las emisiones de CO2, abordan la sobreproducción, reducen la contaminación y los residuos, apoyan la biodiversidad y se aseguran de que sus trabajadores reciban una remuneración justa y tengan unas condiciones laborales seguras. Sin embargo, esto es sólo una pieza del rompecabezas. Aunque las empresas deben cargar con la mayor parte de la responsabilidad, ya que son las que están detrás de los problemas sistémicos en primer lugar, hay cosas que los consumidores también pueden hacer para apoyar la sostenibilidad. Comprar el mismo número de artículos con la etiqueta de ‘sostenible’ no es suficiente, sino que es necesario replantearnos por completo los hábitos de consumo y compra. Aquí unos tips para mejorar nuestra forma de comprar ropa:

1. Comprar menos y comprar mejor.
Cada año se producen en el mundo 100 mil millones de prendas. Antes de hacer una compra, pregúntate a ti mismo: Comprar ropa que nos sirva, en lugar de servir a la ropa, puede marcar una gran diferencia.

2. Invertir en marcas sostenibles.
Comprar mejor también significa apoyar a los diseñadores que utilizan prácticas sostenibles, pero ojo: cuidado con las empresas que utilizan el término para hacer greenwash y vender más cosas. Investigando y haciendo que las empresas se responsabilicen de sus acciones, podemos apoyar a las que hacen el bien por el mundo.

3. Compra de segunda mano y vintage.
La ropa pre-amada y reutilizada es una forma estupenda de estar al día con las tendencias pero sin dejar de cuidar el planeta. Utilizando aplicaciones que atienden a estos sectores, como Depop, o acudiendo a bazares y ventas de garaje, no sólo reciclamos ropa, sino que apoyamos a los negocios locales.

4. Prueba la moda digital.
Por último, pero no por ello menos importante, ¿por qué no utilizar la tecnología en nuestro beneficio? No es ningún secreto que gran parte del atractivo de la moda es la necesidad de mantener las apariencias en línea, ya sea publicando una bonita historia en Instagram o bailando para un TikTok. Con la realidad virtual convirtiéndose en algo cotidiano, aplicaciones como DressX están atendiendo a la reinvención del consumo de moda a través de ropa digital que se puede poner encima de fotos y vídeos. Esto puede ofrecer una gran alternativa para el futuro de la moda, así que ¿por qué no probarlo?

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