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Opinión: ¿Verdad o mentira histórica?, por Diana Avitia

Existen muchos momentos en una administración que ponen en duda la gobernabilidad, circunstancias de tensión que trastocan las instituciones, eventos de tal magnitud que llevan a la crisis y pueden terminar con un gobierno. El caso de Iguala significo para el sexenio pasado el punto de quiebre, a partir de ese momento fue la debacle, ni siquiera el pacto por México sonado con bombo y platillo al inicio de la administración o de la calificación externa que al inicio del sexenio gozaba Peña fue suficiente para atenuar la situación.

El 26 de septiembre de 2014, estudiantes de la Escuela Normal Rural trataron de tomar varios autobuses en Iguala para utilizarlos en su protesta cuando un grupo de policías locales y de individuos desconocidos abrieron fuego contra ellos. Seis personas fallecieron, 17 resultaron heridas y 43 estudiantes permanecen desaparecidos.  Los eventos cambiaron el rumbo de la historia e iniciaron un movimiento social grande, todos nos enteramos de alguna manera la cronología de los hechos, todos nos formamos alguna opinión al respecto. 

La exigencia y presión social era enorme, recordamos ruedas de prensa en donde los cuestionamientos eran tan incisivos que surgió el “ya me cansé” del fiscal, la declaración final de casi una hora de Murillo Karam, después del ajetreo político y mediático que los 43 normalistas de Ayotzinapa habrían sido asesinados y calcinados en el basurero del municipio de Cocula, según los testimonios de tres participantes materiales en el presunto multihomicidio presentados por la PGR. Sin embargo, la fiscalía aseguró que mantendría la condición de desaparecidos de los jóvenes mientras no se acreditara científicamente que los restos corresponden a las muestras genéticas aportadas por los familiares. Posteriormente los famosos peritos argentinos publican su informe al respecto y desmienten al fiscal, todos podemos aun leer el dictamen es público es cuestión de googlearlo. Iniciaron las dudas y cuestionamientos a la investigación, los señalamientos de muchos que acusaban de torturadores a elementos de la fiscalía.

El presidente López Obrador desde hace algún tiempo tomó la bandera del caso iguala, hablo con los padres y prometió resultados, la angustia de las familias es tan grande que aún con el paso del tiempo percibimos en cada evento donde ellos se hacen presentes, el pesar y la desesperación. Ya en el gobierno como una de sus primeras acciones el presidente anuncia la creación de La Comisión Presidencial para la Verdad y acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa, definitivamente los nombres de programas y entes no es lo de este gobierno, cada denominación mas espantosa que la anterior.

Esta comisión tiene como fin según el decreto presidencial con fecha 04 de diciembre 2018 asistir a los familiares de las víctimas para que puedan hacer valer con efectividad sus derechos humanos, un correcto acceso a la justicia y al conocimiento de la verdad, siendo un mecanismo de coordinación política, con la finalidad de que ésta contribuya a materializar la instrucción dada a la Administración en el sentido de que todas las dependencias y entidades implementen los mecanismos necesarios a efecto de destinar y aplicar los recursos materiales, jurídicos y humanos que se requieran, con el objeto de fortalecer el ejercicio del derecho que los familiares de las víctimas tienen de conocer la verdad, esto último parafraseando el primer artículo del decreto.

Todo esto suena espectacular, pero no hemos visto avance alguno. En días pasado el rumbo de esta lamentable historia cambio radicalmente cuando vía YouTube empieza a circular un video de título ‘La verdad histórica Ayotzinapa’ que confirma el uso de la tortura como la principal herramienta de investigación en el caso de la desaparición de los 43 normalistas.

La grabación de poco más de un minuto, es clara, un hombre con ojos y nariz cubiertos con vendas y cinta canela, sentado en silla metálica y amordazado, fondo blanco, una voz lo interroga, de pie un hombre con uniforme de la policía ministerial federal y otro con camuflaje gris de la Secretaría de Marina portan los instrumentos de tortura: una bolsa de plástico, una chicharra eléctrica y una botella de agua.

La voz pregunta por las casas a donde “policías ministeriales” se habrían llevado a los “alumnos”. El hombre atormentado dice que los jóvenes fueron entregados en “Tomatal”, un punto carretero en la salida de Iguala a Chilpancingo, y llevados a Mezcala, el interrogador le pide que los lleve a esas casas, el torturado se estremece y gime: “No sé”. Los uniformados colocan la bolsa de plástico en la cara de la víctima, hacen palanca hacia atrás y vierten agua en su rostro. 

Esto causó revuelo, si hubo tortura en este caso, tal vez en todos los interrogatorios paso lo miso, y si fuera el caso debería de ordenarse la reposición del procedimiento. Esto apenas empieza y no se harán esperar movimientos grandes por parte de las familias y de los organismos que las acompañan, estaremos pendientes, pasa el tiempo y seguimos con los procedimientos arcaicos, las carpetas flojas, los ridículos mediáticos tipo el caso Florance Cassez, chivos expiatorios. La gente puso toda su fe en este nuevo gobierno, las familias entregaron el corazón, aun no hay resultados, esperemos que el presidente no tenga otros datos y ahora sí, tome el toro por los cuernos, la fe mueve montañas, la fe mueve a la gente a las urnas, pero la fe no arma carpetas, no resuelve casos, la fe no se presenta ante el juez, eso le toca a esta administración que prometió la verdad histórica, esperemos así sea. 

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Publicidad Caleb Ordoñez 

Opinión

La valentía de ser uno mismo. Por Itali Heide.

La mayoría de los días, odio mi cuerpo. Algunos días aparece como un disgusto pasivo, mientras empujo las inseguridades que viven dentro de mí a un segundo plano. Otros días, consume mi mente. El aspecto de cada uno de mis rincones me atormenta los días en los que no soy capaz de mirar más allá del físico de mi existencia.

Es especialmente difícil cuando me considero feminista y positiva con respecto al cuerpo. ¿Cómo puedo apoyar y amar el cuerpo de los demás y, sin embargo, encontrar espacio para odiar el mío? Parece casi hipócrita, pero no puedo encontrar la manera de evitarlo.

Me levanto por la mañana y decido que hoy me voy a querer a mí misma. Me ducho, me maquillo, me pongo un atuendo con el que me sienta feliz y luego pierdo toda la confianza en mí misma cuando me veo en el espejo. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que he ganado más de un kilo desde la cuarentena. Pero lo más probable es que tenga que ver con el hecho de que seguimos siendo bombardeados con estándares imposibles a los que nos hacemos responsables, incluso cuando no exigimos a los demás el mismo estándar.

No todos los días son así. A veces, mi maquillaje se ve justo como quiero. Mi outfit parece haber sido elegido por un estilista. La confianza en mí misma se dispara en esos días, aunque son poco frecuentes. En esos días, aprovecho al máximo lo que soy. Quién sabe, quizá en los días malos recuerde quién era cuando me sentía yo misma.

Al fin y al cabo, cuando más nos sentimos como nosotros mismos estamos contentos con nuestro aspecto, ¿no? Ni siquiera tiene una correlación con el físico, pero impacta directamente en la forma en que nos sostenemos y nos sentimos cuando entramos por la entrada de algún lugar. Parece que pensamos que todo el mundo es perfecto. Nos fijamos en lo que no tenemos en los demás, e ignoramos lo que sí tenemos cuando los demás no lo tienen. Parece ser la naturaleza humana, pero me gusta creer que nos hemos enseñado a pensar que la perfección es la única forma de ser.

Los estándares de belleza han existido desde que la humanidad ha dado valor a la apariencia de las personas (especialmente a la mujer). El poder que tiene sobre nosotros es asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que hemos borrado el cuerpo humano natural de la existencia y lo hemos sustituido por un cuerpo de modelo que se supone que representa la mejor versión de nosotros mismos. La verdad es que la mejor versión de nosotros mismos no necesita dietas, ejercicio excesivo, photoshop, filtros y poses incómodas.

¿Qué necesita realmente la versión auténtica de nosotros mismos? Necesita correr, explorar, tocar, sentir, llorar, reír, aprender y ser libre. Nuestro cuerpo está hecho para mucho más que para convertirse en una estatua de los estándares de belleza, y a menudo nos olvidamos de ello. Nos negamos a salir de nuestra habitación sin maquillaje, sin un atuendo que nos haga sentir seguros, sin algo que cubra la autenticidad que nos hace ser quienes somos.

Quien eres, es quien estás destinado a ser. Si quieres ponerte delineador de ojos, adelante. Si quieres llevar capa y vestido, hazlo. ¿Quieres ir al gimnasio y ponerte musculoso? Nadie te lo impide. La vida es un juego y tú eres el avatar que tienes la suerte de personalizar. Sin embargo, no olvides que eres igual de valioso sin todas esas cosas. El mundo está hecho para ser disfrutado, y nada superficial te dará las herramientas necesarias para sentirte realmente feliz en el mundo. Sé tú mismo, pero no olvides que eres más que lo que aparentas ser.

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El precio caro de la moda barata, Por Itali Heide

La vida moderna en la era del hipercapitalismo está llena de daños medioambientales inevitables – desde viajar en avión, los plásticos de un solo uso, hasta los pedidos de comida a domicilio – la contaminación parece ser algo natural para nosotros en esta época. Cuando se trata de la ropa que usamos, a menudo los impactos son menos que obvios.

La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad, lo que le ha valido ser de los mayores consumidores de agua y contaminar los océanos de la Tierra con peligrosos microplásticos, que acaban en nuestras playas y llegan al interior de los cuerpos de las criaturas que llaman al mar su hogar. La industria que nos ha mantenido al tanto de los trends en el mundo de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo, solamente detrás de la industria petrolera. Entre más crece la industria, el daño medioambiental empeora de forma exponencial, también.

A medida que los consumidores alrededor del mundo compran más ropa, especialmente de empresas de fast fashion barata cuya popularidad no deja de aumentar, como Shein, Fashion Nova y Zara, por nombrar sólo algunas, el peaje para el medio ambiente se hace notar. La gente no sólo compra más del doble de ropa que a principios del milenio, sino que además conserva la ropa la mitad de tiempo.

Las tendencias cambiantes y la necesidad constante de validación alimentan la necesidad de comprar más y más, lo que conduce a una relación tóxica entre el consumidor y la empresa. Cuanto más compramos, más sufre el mundo y más validamos a las empresas que se aprovechan de nuestras inseguridades y de nuestra necesidad de impresionar constantemente.

La industria textil y de la moda tiene una cadena de suministro larga y compleja, que empieza en la agricultura y la producción petroquímica, hasta la fabricación, la logística y la venta. Cada proceso conlleva su propio conjunto de pesadillas, ya sea el impacto medioambiental o humano, ya que la industria explota a miles de personas en países de bajos ingresos por unos pocos centavos. Los impactos vienen en todas las tonalidades del arcoiris, empeorando a medida que el mundo sólo continúa por su camino orientado al consumo, en lugar de tomar las medidas necesarias para mejorar el futuro de la industria.

Entonces, ¿qué se puede hacer para frenar la contaminación? Puede que sea demasiado tarde para borrar todo el daño causado, pero nunca es demasiado tarde para mejorar. La moda sostenible es la respuesta, pero es un término que se utiliza cada vez más (y de forma exagerada) y que no suele estar respaldado, ya que las empresas prefieren utilizarlo para dar un lavado verde a su marca y (como es lógico) vender más ropa. La verdadera moda sostenible significa comprar menos y comprar de forma más inteligente, aunque hay muchas más cosas que pueden englobarse en este término.

¿Qué significa exactamente la moda sostenible? Cuando se hace realidad, las empresas de moda sostenible recortan las emisiones de CO2, abordan la sobreproducción, reducen la contaminación y los residuos, apoyan la biodiversidad y se aseguran de que sus trabajadores reciban una remuneración justa y tengan unas condiciones laborales seguras. Sin embargo, esto es sólo una pieza del rompecabezas. Aunque las empresas deben cargar con la mayor parte de la responsabilidad, ya que son las que están detrás de los problemas sistémicos en primer lugar, hay cosas que los consumidores también pueden hacer para apoyar la sostenibilidad. Comprar el mismo número de artículos con la etiqueta de ‘sostenible’ no es suficiente, sino que es necesario replantearnos por completo los hábitos de consumo y compra. Aquí unos tips para mejorar nuestra forma de comprar ropa:

1. Comprar menos y comprar mejor.
Cada año se producen en el mundo 100 mil millones de prendas. Antes de hacer una compra, pregúntate a ti mismo: Comprar ropa que nos sirva, en lugar de servir a la ropa, puede marcar una gran diferencia.

2. Invertir en marcas sostenibles.
Comprar mejor también significa apoyar a los diseñadores que utilizan prácticas sostenibles, pero ojo: cuidado con las empresas que utilizan el término para hacer greenwash y vender más cosas. Investigando y haciendo que las empresas se responsabilicen de sus acciones, podemos apoyar a las que hacen el bien por el mundo.

3. Compra de segunda mano y vintage.
La ropa pre-amada y reutilizada es una forma estupenda de estar al día con las tendencias pero sin dejar de cuidar el planeta. Utilizando aplicaciones que atienden a estos sectores, como Depop, o acudiendo a bazares y ventas de garaje, no sólo reciclamos ropa, sino que apoyamos a los negocios locales.

4. Prueba la moda digital.
Por último, pero no por ello menos importante, ¿por qué no utilizar la tecnología en nuestro beneficio? No es ningún secreto que gran parte del atractivo de la moda es la necesidad de mantener las apariencias en línea, ya sea publicando una bonita historia en Instagram o bailando para un TikTok. Con la realidad virtual convirtiéndose en algo cotidiano, aplicaciones como DressX están atendiendo a la reinvención del consumo de moda a través de ropa digital que se puede poner encima de fotos y vídeos. Esto puede ofrecer una gran alternativa para el futuro de la moda, así que ¿por qué no probarlo?

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